¿Cuándo debemos pensar en una inmunodeficiencia?

El sistema inmune es responsable de reconocer y atacar los múltiples organismos con los que se enfrenta diariamente. Logra el control de las infecciones sin dañar al huésped, mediante la orquestación de numerosas células, proteínas y señales de amplificación.

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Sylvette Nazario, MD
Especialista en Alergia
e Inmunología
Director de Programa,
Universidad de Puerto Rico
Hospital de Veteranos,
San Juan, Puerto Rico
sylvette.nazario@upr.edu

Las inmunodeficiencias son condiciones en las que el sistema inmune es incapaz de responder adecuadamente a las infecciones. Las inmunodeficiencias pueden ser congénitas o adquiridas, y pueden presentarse en la infancia, en la niñez o en la adultez. Es importante diagnosticarlas tempranamente para evitar que se compliquen y que comprometan órganos vitales como la vista o los pulmones o, inclusive la vida.

Los pacientes con inmunodeficiencias pueden tener las mismas infecciones que les dan a las demás personas, como infecciones al oído, sinusitis o pulmonía, pero estas serán más severas, prolongadas, complicadas, difíciles de tratar, o propensas a recurrir luego de terminado el tratamiento con antibióticos. Hay pacientes con inmunodeficiencias que presentan infecciones en otras áreas del cuerpo donde también se puede alojar la infección, como podría ser el hueso, produciendo osteomielitis, o las articulaciones, el hígado, el corazón o el cerebro. Más aún, otros pacientes pueden presentar infecciones con organismos poco comunes como giardia, nocardia, fusarium o herpes, entre otros.

En muchos de estos casos, puede ser importante referir al paciente al alergista inmunólogo para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de estas condiciones. El tratamiento temprano con medicamentos que reemplacen o potencien la función del sistema inmune puede reducir la frecuencia y severidad de estas infecciones.

Cuántas infecciones son demasiadas?



En general, depende de la edad del paciente. Un niño con dos de estos signos merece una evaluación especializada:

- Cuatro o más infecciones de oído en un año. - Dos o más sinusitis severas en un año. - Dos o más meses con antibióticos sinmejoría. - Dos o más pulmonías en un año. - Un infante que no crece ni gana peso normalmente. - Abscesos, profundos, recurrentes, o en órganos. - Cándida en la boca u hongos en la piel. - Dos o más infecciones profundas, incluyendo septicemia. - Historial familiar de inmunodeficiencia.

En los adultos, los signos de alerta son:

- Dos o más infecciones de oído al año. - Dos o más sinusitis al año en ausencia de alergias. - Una pulmonía anual en más de dos ocasiones. - Diarrea crónica con pérdida de peso. - Infecciones virales recurrentes (gripes, herpes, etc.). - Necesidad recurrente de antibióticos intravenosos. - Abscesos profundos, recurrentes, o en órganos. - Cándida en la boca u hongos en la piel. - Infección con un organismo usual no patógeno. - Historial familiar de inmunodeficiencia.

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