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¿Existe el “Síndrome de Sharon Stone”?

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Félix J. Fojo, MD
felixfojo@gmail.com
ffojo@homeorthopedics.com

En el año 1992, se estrenó el film Basic Instinct. Fue, sin duda, una buena película, pero todos la recordamos, más que por su argumento, por una escena que es ya clásica: varios detectives interrogan a la probable asesina Catherine Tramell, y esta, muy segura de sí misma, cruza y descruza las piernas frente a los azorados policías de forma descaradamente provocativa, dando a entender, de paso, que solamente viste la estrecha falda que lleva puesta.

La actriz que interpretaba a la bisexual Tramell, Sharon Vonne Stone tenía en este momento 34 años de edad (había nacido en marzo de 1958) y un físico envidiable, que le había permitido ya ser una modelo muy cotizada y posar, absolutamente desnuda, en la revista Playboy.

El rotundo éxito de esta cinta convirtió a la Stone en un ícono hollywoodense, pero ser un símbolo sexual en la Meca del Cine tiene un precio y Sharon, caminando hacia los 40 años, decidió pagarlo.

Dietas, masajes tonificantes, diferentes artes marciales, agotadoras sesiones de levantamiento de pesas y carreras de fondo. El entrenamiento de un atleta de alto rendimiento, pero a la edad en que estos suelen retirarse. Y Sharon arribó y superó los cuarenta sin perder ni un ápice de su fitness, hasta…

Hasta el 29 de septiembre de 2001. El día antes había corrido un maratón para obtener fondos caritativos. Al despertar en la mañana sufría de una intensa cefalea y poco después perdía el conocimiento. Fue intervenida de urgencia por la ruptura de una arteria vertebral y la subsiguiente hemorragia subaracnoidea. Durante varios días permaneció en coma inducido. Sobrevivió con pocas secuelas, aunque necesitó, por un tiempo, rehabilitación. Poco después, fue diagnosticada de diabetes mellitus tipo II.

Algunos médicos de la Universidad del Norte de California denominaron este cuadro Síndrome de Sharon Stone, y que estaría dado por el intento desmesurado, más allá de toda lógica, de mantener un físico perfecto ignorando el paso de los años, con consecuencias potencialmente incapacitantes o, incluso, mortales. Algunos periodistas confundieron este cuadro con la muerte súbita de atletas jóvenes, pero nada tienen en común.

En realidad, ya los psicólogos habían denominado a este cuadro, tanto en hombres como en mujeres, como vigorexia, haciendo un símil con la anorexia.

Desde una perspectiva estrictamente científica, el “Síndrome de Sharon Stone” no existe como una entidad clínica aislada. Toda persona sometida a un gran estrés o a entrenamiento físico exagerado, y las dietas de hambre lo son, tiene riesgos cardiovasculares y metabólicos obvios. Los soldados y los atletas, desde siempre, han sido jóvenes y la moderación es parte del proceso de envejecimiento normal y saludable.

Sharon Stone, que aún se mantiene en forma física aceptable, aunque llevando un tren de vida mucho más tranquilo, estuvo a punto de morir simplemente por competir, más allá de los límites que dicta el sentido común, con ella misma.

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