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Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828): Maestro y precursor

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Jesús María del Rincón
Artista, Pintor y retratista bicubicart@gmail.com

Revisando las páginas de arte en internet, mientras admiraba la obra del genial Goya, recibí un aviso: “Francisco de Goya y Lucientes quiere chatear con usted”. Me lo tomé a chanza, aunque la curiosidad me hizo aceptar el diálogo con el supuesto Goya:

Del Rincón: ¿Puede probarme que es usted Francisco de Goya y Lucientes? _ Goya: La duda es el germen del progreso. Trataré de convencerle de que soy Goya. Nací en Fuentetodos el 30 de marzo de 1746 y se dijo que me adelanté al Impresionismo. Comencé como dorador de imágenes y me trasladé a Madrid para mi formación con el pintor Francisco Bayeu, a cuya hermana desposé en 1775. Mi vida era pintar y mi paleta, muy colorida.

Del Rincón: ¿Cómo llegó a la Corte de Carlos IV? _ Goya: Tenía tal facilidad para los retratos y las escenas religiosas, que pronto gané fama y acabé siendo nombrado pintor de Corte de Carlos IV, a quien retraté muchas veces. No obstante, el retrato que me consagró fue el de su familia, en 1799. También realicé muchos retratos de aristócratas, como el de la condesa de Chinchón, casada a la fuerza con Godoy, amante de la reina.

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Francisco de Goya, 1786: Una mujer y dos niños junto a una fuente.
Óleo sobre lienzo, Museo Thyssen-Bornemiza, Madrid

Del Rincón: ¿Y qué nos dice de La maja desnuda y La maja vestida? _ Goya: Mi amistad con la duquesa de Alba resultó escandalosa para la sociedad madrileña. La retraté en dos lienzos; en uno, reclinada y con ricos ropajes y en el segundo, desnuda. No quiero abundar en esto por estar en juego la reputación de una admirada dama.

Del Rincón: Cuénteme de su carrera como grabador. _ Goya: Incursioné en el grabado en 1799 y realicé Los Caprichos, una serie de 82 aguafuertes, como crítica a la sociedad de esa época.

Del Rincón: ¿Le impactó la invasión francesa? _ Goya: Me causó un dolor profundo; me vi atrapado por la dicotomía de detestar a un invasor cuya cultura idealizaba. Mi patriotismo fue primero, por lo que pinté La carga de los mamelucos, cuadro que representaba al pueblo de Madrid que se echó a la calle a combatir al invasor, y Los fusilamientos del 3 de mayo, fecha en que el poderoso ejército francés acabó con la vida de algunos rebeldes. También realicé 66 grabados, Los desastres de la guerra.

Del Rincón: ¿Qué le sucedió después de la guerra? _ Goya: Tras el retorno a España del rey Fernando VII, el peor monarca que ha tenido España, y aquejado por la sordera, me centré en la realización de 14 murales en mi nueva casa, a la cual el vulgo denominaba “La quinta del sordo”.

Del Rincón: ¿Le causó problemas haber trabajado para José Bonaparte, hermano de Napoleón? _ Goya: Sí, el gobierno galo me nombró pintor de Corte. Cuando las tropas francesas fueron expulsadas, se me tildó de afrancesado y traidor a España. Tuve que exiliarme en Burdeos. Nunca dejé el arte, allí pinté La lechera de Burdeos. Fallecí en 1828.

Del Rincón: Otra pregunta más… ¡Oh, no...! ¡Se cortó la comunicación! Lo cierto es que me dejó dudando de si mi interlocutor era el mismísimo Goya.

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