La pandemia de influenza de 1918 y la de coronavirus en 2020:

Su presentación en Puerto Rico

En Puerto Rico nuestra población ha tenido que enfrentar epidemias y pandemias, además de varias crisis por fenómenos naturales –en especial huracanes, como el tan reciente María–, pero también terremotos como el de Mayagüez de 1918 y los de enero de este año, al sur. El problema del dengue es endémico en la isla y motivo de una lucha continua para nuestro Departamento de Salud, así como lo han sido a lo largo de la historia los prolongados esfuerzos contra la uncinariasis y la tuberculosis, y los recientes del chikungunya o del zika. Algunas pandemias, como la de la influenza de 1918 o la actual del coronavirus, también han afectado a nuestra población obligando a nuestras autoridades a tomar medidas importantes.

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Norman Maldonado, MD
Hematólogo-Oncólogo
Ex Presidente de la
Universidad de Puerto Rico

Puerto Rico, como el resto del planeta, ha pasado por distintas epidemias, pero por pocas pandemias. Nos ha tocado vivir algunas de estas en los últimos siglos. Recientemente, mi hijo Michael –médico e investigador– me regaló un libro de 1983 páginas titulado El libro de Puerto Rico, publicado en 1923, editado por el Dr. E. Fernández García y coeditado por Eugenio Astol y el Sr. Francis Hoadley. En esta publicación participaron, además, 50 colaboradores, todos ellos distinguidos líderes de la isla en esa época.

Cuatro etapas de epidemias en Puerto Rico

En la obra antes mencionada, los autores describen y dividen el tema de la salud en cuatro épocas, comenzando en el siglo XVIII. En 1855, tuvimos la epidemia del cólera que comenzó en Naguabo. Fue traída a Puerto Rico desde las Islas Vírgenes y se extendió por toda nuestra isla causando muchas muertes en todos los pueblos, menos en Morovis. Así, de aquella época y a raíz de esa epidemia de cólera, surgió el conocido dicho “La isla menos Morovis”. Luego hubo varios brotes epidémicos de fiebre amarilla, muy especialmente en las últimas décadas del siglo XIX. En 1880 se inauguró un Hospital Varioloso, lo que sugiere que la viruela existía en la isla y que se buscaba aislar a los afectados para evitar mayores contagios, ya que hubo algunas epidemias mortíferas en ese siglo.

La segunda época va de 1898 a 1900 y coincidió con el cambio de soberanía de nuestra isla, de España a los Estados Unidos. Esta fue la época del huracán San Ciriaco, que causó innumerables muertes en toda la isla y uno de los más devastadores de los que se tuviera conocimiento, junto con el reciente María, de 2017. En aquel entonces, la anemia y la malnutrición eran las principales causas de muerte en nuestra isla.

Al pasar Puerto Rico a los Estados Unidos se establecieron también clínicas militares en algunos lugares. La más importante fue la de Ponce, donde el Teniente Bailey K. Ashford, médico a cargo de la clínica, evaluó y atendió a pacientes con anemia, que era de un grado tan severo que solía causar la muerte. Allí, él descubrió la uncinariasis, el parásito del intestino que chupaba la sangre a las personas afectadas.

La tercera etapa comenzó en 1900. Le tomó al Dr. Ashford unos 4 años convencer a las autoridades del Gobierno de la causa real de la uncinariasis porque se creía que la población local, los jíbaros, eran vagos, y que los síntomas de la anemia (en especial el cansancio y la falta de energía) eran parte de su naturaleza. La recién creada Asociación Médica de Puerto Rico respaldó al Dr. Ashford, a quien la Legislatura asignó la cantidad de 5 mil dólares para iniciar e instalar la Comisión de Anemia que comenzó sus trabajos por los campamentos en Utuado y luego continuó por toda la isla. Los purgantes y el hierro por boca controlaban esta “epidemia”, pero no erradicaban las reinfecciones hasta que se comenzaron a construir las letrinas a través de todos los campos de la isla.

El cuarto periodo comenzó en 1911. En ese año se creó el Servicio de Sanidad Insular. Al mismo pertenecían el Manicomio, el Asilo de Ciegos, los Sanatorios Antituberculosos de San Juan y de Ponce, el Hospital Cuarentenario, la Colonia de Leprosos y un Hospital Antiuncinariasis establecido en Utuado.

En 1916 tuvimos en Puerto Rico una epidemia de dengue y al año siguiente, en 1917, hubo una gran epidemia de sarampión que causó la muerte de muchos niños(as), no solo aquí, sino en todo el mundo. Ese mismo año comenzó la Primera Guerra Mundial, se aprobó la Ley Jones que nos dio la ciudadanía de los Estados Unidos y se reclutó a los jóvenes para cumplir con el servicio militar obligatorio.

La Gripe Española en Puerto Rico

En el mes de octubre de 1917 comenzó un brote de la influenza en los campamentos en San Juan que afectó a muchos jóvenes militares. Esta gripe fue parte de la pandemia conocida como la Gripe Española (Spanish Flu), aunque se postula que esta pandemia comenzó en instalaciones militares de los Estados Unidos, específicamente en el Fuerte Riley, ubicado en Kansas, y también en Europa, en forma casi simultánea.

Cuando esta terrible pandemia llegó a Puerto Rico, el Dr. Alejandro Ruiz Soler recién había sido nombrado Director del Departamento de Sanidad por el entonces Gobernador Arthur Yaeger. El Dr. Ruiz Soler se había graduado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland en 1906, habiendo trabajado en los pueblos de Patilla y Guayama. Conocía bien nuestro sistema de salud de aquel entonces, así como sus deficiencias y los campos que había que reforzar. De esta manera, comenzó diligentemente con la educación a la comunidad en toda la isla y el aislamiento de los pacientes enfermos. Esa estrategia logró contener la epidemia en corto tiempo y el Dr. Ruiz Soler se ganó el reconocimiento del pueblo. La epidemia comenzó en octubre y duró hasta principios de febrero.

En su libro, el Dr. Fernández García nos ofrece algunos datos interesantes sobre esa epidemia. La población de la isla era de 1,258,970 habitantes. Se llegó a diagnosticar 261,828 pacientes con influenza y fallecieron 6,938 personas. También murieron 1,055 por broncopulmonía y 1,127 por pulmonía. ¡La estrategia para combatir esa pandemia fue el aislamiento de los pacientes! Se le dio el crédito al Dr. Ruiz Soler por el éxito logrado en aquel entonces al haber podido controlar la epidemia más severa que jamás se había visto en Puerto Rico. Para colmo de males, en esa época (1918) hubo un terremoto en el oeste de la isla, que destruyó gran parte de Mayagüez, incluyendo el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de la UPR que se había inaugurado en 1913.

El Dr. Ruiz Soler se convirtió luego en el líder de la lucha contra la tuberculosis, que fue por muchos años la enfermedad más temida en Puerto Rico. Para ello, se construyeron sanatorios a través de toda la isla. En 1926, se terminó la edificación del principal hospital para la tuberculosis –donde ahora está el Hospital Universitario en el Centro Médico de Puerto Rico– y se le dio el nombre de Dr. Alejandro Ruiz Soler. En 1960 el hospital fue trasladado al Hospital de Distrito de Bayamón conservando el nombre de este gran médico que batalló contra muchas epidemias y, en especial, contra la pandemia de 1918 de la influenza, pariente lejana del coronavirus SARS-CoV- 2.

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Dr. Alejandro Ruiz-Soler

Comentario

Hoy, en medio de la gran pandemia de SARS-CoV- 2, tenemos que remontarnos a un siglo atrás para reconocer la lucha de nuestro pueblo contra las enfermedades y, además, darles las gracias a nuestros líderes, salubristas, médicos, enfermeras, tecnólogos, policías y voluntarios que nos están ayudando.

Miremos con admiración a los que, sin los recursos que tenemos hoy día, hicieron frente a la adversidad y triunfaron. ¡Cuidémonos y no nos quejemos mucho!

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