Transformación de la práctica de la pediatría

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Mayra Z. Bonnet Álvarez, MD
Pediatra
Ex Presidenta de la Sociedad Puertorriqueña de Pediatría

La práctica clínica privada de la pediatría luego del huracán María fue puesta a prueba por un sinnúmero de retos. Estas pruebas sin precedentes se vinieron a sumar a la tendencia de grandes cambios que ya estaban surgiendo en la práctica médica a nivel nacional y que nos vienen llevando a transformar el estilo de la prestación de nuestros servicios médicos.

La disponibilidad de las nuevas tecnologías, las innovaciones en la presentación de los servicios, como, por ejemplo, las clínicas satélites y/o las clínicas con bases minoristas adyacentes al área geográfica donde practicamos con horarios de servicios más amplios, la disminución en el número de nacimientos, la disminución de los pacientes de edad pediátrica debido a que sus familiares viajaron fuera de la isla para buscar nuevos horizontes, los cambios en la situación económica del núcleo familiar que llevan a las personas a disminuir las visitas al médico para economizar en los pagos deducibles, todos estos son solo algunos de los retos a los que nos enfrentamos día a día en nuestras prácticas médicas.

Estos cambios han ido llevando a que un importante número de pediatras estén trabajando como empleados de los sistemas de salud, de las organizaciones independientes de médicos (IPAS), de las organizaciones de cuidado responsable (ACOS) o que tengan que trabajar en posiciones que difieren de la actividad diaria de una práctica médica privada.

También debemos reconocer que hay una falta de estudios actuariales por parte de las empresas aseguradoras con relación a la prestación de los servicios médicos pediátricos o que es baja la remuneración, además de otras características que afectan nuestra práctica y que nos pueden obligar a transformar nuestra actividad.
Por otra parte, hay diversidad en las opciones de pago para los servicios de salud, pudiendo tener mayor aceptación el modelo de pago basado en el valor del servicio, incentivando a los proveedores de acuerdo a la calidad del servicio ofrecido, al resultado de la visita y, claro está, a la motivación económica de las aseguradoras, específicamente en la contención de costos calculados por fórmulas matemáticas individuales.

Desde un punto de vista salubrista –y a pesar de toda esta transformación– no podemos perder de vista los numerosos cambios que vienen afectando a nuestra población pediátrica. En este sentido, podemos mencionar el aumento en algunas adicciones como a los opioides, un aumento del síndrome de abstinencia en el recién nacido atado a los opioides, el uso de los cigarrillos electrónicos en los adolescentes, el aumento en la depresión, la batalla de los sexos trans y género diverso en niños y jóvenes, el efecto de la disminución en los límites de cubierta por las aseguradoras en las hospitalizaciones y el aumento en los criterios para la obtención de un plan médico.

El pediatra sigue y seguirá siendo el especialista médico idóneo con entrenamiento para trabajar en todos los asuntos de salud de la población pediátrica. Muchas veces también el paciente pediátrico que pudo ser evaluado por un médico no pediatra terminará en las clínicas pediátricas para recibir una evaluación óptima, más compleja y completa, brindada por un especialista.

Estos son algunos aspectos importantes que podemos considerar en esta etapa de grandes cambios que nos pueden ayudar a transformarnos de la forma más positiva con el fin de poder continuar trabajando en los diferentes campos de los servicios directos o indirectos para la población pediátrica de nuestra isla.

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