Entrevista
Dr. Walter Frontera, MD
Nos reunimos con el Dr. Walter Frontera en su oficina de Decano de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. Hace tres años dejó la dirección del departamento de su especialidad en la Universidad de Harvard para aceptar este puesto. Lo hizo con el cariño e interés de quien vuelve a su alma Mater. En esta charla que trasciende el tema personal y académico nos da sus valiosas opiniones sobre la Medicina en Puerto Rico.
¿Cómo así se involucró también en geriatría luego de especializarse en medicina física y rehabilitación?
En la UPR estudié medicina, hice el internado y la especialidad. Después fui a Boston a hacer un doctorado, siendo el tema de investigación el estudio de los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento y los programas de ejercicio en la tercera edad. Así llegué a la geriatría. Volví a la facultad de la UPR por 9 años y luego tomé un año sabático en Suecia, donde continué con las investigaciones sobre el envejecimiento. Al concluir ese año fui a la Escuela de Medicina de Harvard a fundar el departamento de medicina física y rehabilitación, donde también pude seguir investigando en geriatría.
En 10 años de trabajo en Harvard se deben haber establecido fuertes raíces profesionales. La decisión de volver a Puerto Rico tiene que haber sido bien meditada…
Es cierto; también está la familia y hay otros factores. A mi me atrajo la oportunidad de fortalecer ciertas áreas en la institución donde me formé. Mi experiencia previa acá facilitó todo. Además muchos miembros de la facultad estudiaron conmigo.
¿Hay necesidades y retos importantes?
Los retos de los años 70 no son los mismos del siglo 21. Hay una explosión en información y avances en tecnología que hacen difícil definir el sistema curricular. Los retos se han complicado mucho en los últimos 15 años por el impacto económico que tienen los sistemas de salud en la sociedad o el impacto que tiene la economía en los sistemas de salud, o ambos. Hoy el elemento económico juega un papel mucho más importante que antes. También están los retos de la medicina misma; la esperanza de vida ha aumentado, lo que nos pone a trabajar con una población diferente.
Además de las enfermedades nuevas, y cuando se trata de uniformizar: ¿Cuán importante es considerar la realidad del lugar?
Cuando estudié medicina no había HIV, tampoco sabíamos lo que se sabe hoy sobre cáncer. Ocurre lo mismo en todas las especialidades. Por eso, el preparar al médico que Puerto Rico necesita para los próximos 30 a 40 años es un reto y requiere cambios en el programa. Hay conocimientos, destrezas y aptitudes que son generales y necesarios para cualquier médico. Pero hay cosas que son específicas para el ambiente donde uno se forma. Además hay que exponer a los estudiantes a nuestro sistema de salud.
Hablando de los estudiantes, ¿cuál ha sido su percepción de ellos?
Tenemos reuniones frecuentes. Y disfruto y aprendo cuando hablamos del funcionamiento de la escuela, de los currículos y de las necesidades administrativas. Esa es una de las mejores cosas de la posición. Una fortaleza muy importante de la Escuela de Medicina son los estudiantes: talentosos, estudiosos y motivados. Cuando uno ve gente así, cómo no se va a entusiasmar!
¿Cómo ha encontrado la situación de la investigación y cuáles son sus perspectivas a futuro?
Cuando acepté venir lo hice también para fortalecer el programa de investigación. Trabajamos mucho en eso. Es un campo amplio y debemos enfocarnos en áreas de investigación que sean importantes para Puerto Rico y relevantes para nuestras metas y nuestros pacientes. Es así que hemos definido cinco áreas prioritarias: cáncer, neurociencias, cardiovascular y metabólico, HIV y enfermedades infeccionas, y servicios de salud. Son áreas donde se puede hacer una contribución inclusive con relevancia global.
¿Ha encontrado obstáculos grandes?
Para tener una buena capacidad de hacer investigación, hacen falta tres elementos básicos: los investigadores, la infraestructura y los fondos, y un cuarto que yo siempre añado: desarrollo de colaboraciones pues hay que tener partners, gente con quien trabajar, ya que hoy la investigación se hace en equipos. También cuando nos preguntamos cómo conseguir a los investigadores concluimos que o los reclutamos y atraemos para que vengan a trabajar acá o los formamos y entrenamos. Pienso que debemos hacer las dos cosas. Se necesita los dos, el investigador nuevo que requiere de un mentor y el establecido que usualmente tiene interés en transmitir su conocimiento al joven porque es el legado de su trabajo. Obtener los fondos de los institutos públicos también es un reto.
¿Sobre esto último, cuánto compromiso hay respecto al apoyo económico?
En términos generales la base financiera ha mejorado en las últimas tres décadas. Por otro lado en los últimos cinco años hemos encontrado un problema económico importante. Eso ha surgido porque se han desviado fondos para otras cosas: emergencias, guerras, situaciones que vienen demandando presupuestos enormes. Inclusive algunas instituciones filantrópicas también muestran reducciones.
En Puerto Rico la falta de talleres para la educación graduada motiva un éxodo. ¿Qué se hace para retener a los médicos?
Cuando evaluamos el número de médicos por habitantes tenemos una tasa buena en comparación con muchos estados de los Estados Unidos. Eso es así porque acá hay un número grande de médicos en las especialidades primarias. Pero al analizar las subespecialidades vemos escasez y que esa tasa es deficiente y no comparable con la de los Estados Unidos. Por eso, además de educar a los médicos es importante retenerlos. De los 110 estudiantes que graduamos anualmente, en el 2007 se quedó el 75%, el número más alto en los últimos 8 años. Hay especialidades donde muchos se quedan, pero en las quirúrgicas muchos van a hacer un entrenamiento adicional, y no todos regresan. La solución es multifactorial y requiere un frente amplio de instituciones públicas y privadas. Tiene que ver con condiciones y facilidades de trabajo; no solo salarios, sino con la situación de impericia, el ambiente familiar y social, y con incentivos para regresar.
Usted es vicepresidente de la junta de los Centros Médicos Académicos Regionales (CMAR), cuya ley ya se dio. ¿Cree que llenarán un vacío?
Es un esfuerzo que une a la academia con el sector público y el sector privado. Eso dará la oportunidad de tener los talleres necesarios para los estudiantes. Uno de los puntos débiles es que la ley no tiene aún una asignación en el presupuesto. A corto plazo los CMAR y aquellos centros donde hay escuelas de medicina se podrían coordinar. Tampoco olvidemos que el sistema de MEDICARE administra fondos para educación medica graduada. Por eso es importante que los hospitales cumplan con acreditaciones y requisitos de Medicare. No es fácil pero hay que hacerlo. En los Estados Unidos son muchos los hospitales que manejan las residencias. Un frente amplio debe incluir también a las aseguradoras y los pacientes pues todos se ven afectados por la ausencia de un recurso humano importante.
Nos fuimos de la academia a la salud pública…
Es que hay una interdependencia, es un tema de la sociedad puertorriqueña. Nuestro sistema de salud ha sido exitoso en la parte curativa. La esperanza de vida del puertorriqueño medio ha aumentado, pero esto viene acompañado de un aumento de incidencia de enfermedades crónicas, como la obesidad y la diabetes, entre otras. El estilo de vida es una causa muy fuerte. Así llegamos a la medicina preventiva; está en los currículos pero no le hemos dado la debida atención. No se trata sólo de vacunas o problemas infecciosos, hoy hay que trabajar para variar los estilos de vida de la población.
Esto último es un mensaje importante.
Si, lo es. Antes los problemas infecciosos eran críticos. Ahora nos encontramos con enfermedades crónicas y degenerativas que son un reto. Tenemos que influenciar en las costumbres de la sociedad. Quizás empezando con nosotros mismos…
¿Qué mensaje enviaría a los médicos en general?
Todos nosotros pasamos por una escuela de medicina. Por eso ahoa debemos de apoyar a los estudiantes. Tenemos un programa de médicos mentores que están en la comunidad y trabajan ad honorem. Y a los estudiantes les encanta pasar con estos médicos, y es una experiencia buena. Creo que hay muchas formas de contribuir con la sociedad en este aspecto.
Quedamos en seguir dialogando sobre muchos aspectos con el Dr. Walter Frontera, quien ve el futuro con optimismo, considerando que además de análisis se requiere de mucho trabajo.