Alergia o intolerancia a las proteínas de la leche de vaca
Se estima que de un 2 a un 7% de recién nacidos experimentará algún tipo de reacción a las proteínas de la leche de vaca en sus primeros meses de vida. Los síntomas de esta reacción incluyen vómitos, irritabilidad, dolor abdominal, gas excesivo, diarreas, hematoquezia, erupciones en piel, problemas respiratorios, rechazo a la botella o al seno materno y rezago en el crecimiento. En raras ocasiones, esta reacción puede llevar a un choque anafiláctico.
Síntomas
En ocasiones, el infante reacciona adversamente a estas proteínas, con síntomas como vómitos, irritabilidad, dolor abdominal, gas excesivo, diarreas, hematoquezia, erupciones en piel, problemas respiratorios, rechazo a la botella o al seno materno y rezago en el crecimiento.
Alergia o intolerancia
Hablamos de alergia a las proteínas de la leche de vaca cuando se demuestra que este es un proceso inmunológico mediante pruebas de laboratorios (específicamente IgE). Cuando esta reacción no es mediada por IgE, utilizamos comúnmente el término intolerancia.
Diferencia con intolerancia a la lactosa
Es de suma importancia recalcar que la alergia o intolerancia a las proteínas de la leche de vaca es muy distinta de la intolerancia a la lactosa (carbohidrato presente en la leche), la cual no suele presentarse en la infancia, sino más tarde en la vida del niño.
Incidencia
Las publicaciones existentes suelen agrupar los casos de alergia e intolerancia a las proteínas de la leche de vaca. Por lo tanto es difícil calcular la incidencia de cada diagnóstico aparte. Se estima que de un 2 a un 7% de recién nacidos experimentará algún tipo de reacción a estas proteínas en sus primeros meses de vida.
Profilaxis, terapia y alternativas
Al retirar estas proteínas de la dieta del infante o de la dieta de la madre, si esta lo está amamantando, los síntomas de reacción alérgica e intolerancia deben desaparecer. En los casos en que el infante esté tomando formula maternizada, se procede a cambiar esta fórmula a una extensamente hidrolizada, donde la proteína ya no es considerada antigénica por el sistema inmunológico del infante. En raras ocasiones, se puede observar una reacción también a estas proteínas extensamente hidrolizadas. Para estos casos, existen las fórmulas maternizadas basadas en amino ácidos libres.
Recomendaciones generales
La Academia de Pediatría Americana (AAP) recomienda que se espere hasta los 4 a 6 meses de edad para comenzar a alimentar al niño con alimentos sólidos. Postergar esta introducción de alimentos después de los 6 meses no ha demostrado una ventaja con relación al desarrollo de otras alergias alimentarias.
Al año de edad, se reintroducen cautelosamente las proteínas de la leche de vaca a la dieta del niño afectado, en un intento de comprobar si la alergia o intolerancia ya fue superada. Si este no es el caso, se recomienda volver a intentarlo a los 18 meses de edad.
Se estima que del 60 al 75% de los infantes con alergia o intolerancia a las proteínas de la leche de vaca ya las han superado al año de edad. Al resto le puede tomar hasta los 2 a 5 años para hacerlo, y existe un pequeño grupo de estos pacientes que permanece alérgicos a estas proteínas por el resto de su vida.