Los números pueden cambiar: La importancia de la prevención en personas con diabetes tipo 2
La diabetes mellitus es una condición que ha alcanzado niveles epidémicos en el mundo. Se estima que el número de pacientes con esta condición aumente en un 51% para el año 2030, totalizando 552 millones de personas afectadas.1 Por ello, es muy importante desarrollar estrategias efectivas para prevenir la enfermedad y minimizar su impacto.Personas de alto riesgo
La Asociación Americana de Diabetes identifica como individuos de alto riesgo a quienes tienen un nivel de glucosa en ayunas sobre 100 mg/dL o que tienen una hemoglobina glucosilada (A1c) entre 5,7% y 6,4%.2 Estos individuos deben ser tratados rápidamente, para lograr una reducción del 7% o más de su peso corporal. El ejercicio es fundamental en este plan de acción: el individuo debe caminar 30 minutos al día o, en total, 150 minutos a la semana.
Recomendaciones terapéuticas
Se puede considerar una intervención farmacológica con metformina –de no estar contraindicada– en quienes, en adición a los criterios arriba mencionados pertenezcan a grupos étnicos de alto riesgo (como el puertorriqueño), tengan historial familiar de diabetes mellitus tipo 2, sean mujeres que hayan tenido diabetes gestacional o cuando el índice de masa corporal sobrepase los 35 kg/m2 (BMI > 35). Una vez que se identifica el individuo de alto riesgo, es imprescindible darle seguimiento anualmente, ya que la progresión a diabetes es un asunto de tiempo.
Para lograr una reducción de peso efectiva, se pueden considerar dietas bajas en carbohidratos y grasas. Las dietas tipo “mediterráneo” suelen ser efectivas y tienen mucha aceptación. El consumo de fibra debe ser de por los menos 14 g por cada 1000 calorías y debe incluir cereales y harinas integrales, entre otros. La ingesta de bebidas azucaradas debe estar muy limitada. Las proporciones de carbohidratos, grasas y proteínas tienen que ser ajustadas a las necesidades de cada individuo. El paciente debe educarse en el arte de conteo de carbohidratos. Esta es una estrategia esencial en todos los que quieren ser exitosos en el cumplimento de una nutrición sana. Las grasas “trans” reducen el colesterol de alta densidad (HDL) y elevan el de baja densidad (LDL), son muy aterogénicas y deben ser minizadas. Los pacientes deben aprender a leer las etiquetas y evitar los alimentos que les resulten nocivos. La ingesta de alcohol debe limitarse y no pasar de “un trago” (2 oz) diario en la mujer o dos en el hombre. Sin embargo, el alcohol puede estar contraindicado por interferencia con medicamentos o con condiciones ya diagnosticadas. Los suplementos de vitaminas C y E no han probado en ningún estudio ser efectivos para prevenir la diabetes. ¡No fumar! La adicción a la nicotina es un agravante a la condición vascular del paciente en riesgo de desarrollar diabetes. El cigarrillo empeora la arteriosclerosis, que es una de las principales causas de muerte en el diabético.
Importancia de la prevención temprana
La prevención debe comenzar en la niñez. La epidemia de obesidad va paralela a la epidemia de diabetes tipo 2, y las estadísticas sobre obesidad en niños son alarmantes2. Al identificar al niño obeso, se debe lograr un perfil metabólico básico para cada caso. Si hay historial de diabetes familiar, se debe ser agresivo en motivar la adopción de medidas que estimulen estilos de vida saludables. Considerando que el niño obeso sufre de baja autoestima, la intervención debe reforzar aspectos positivos. En edades tempranas, el deporte debe conceptualizarse como una diversión.
Los números pueden cambiar… pero tenemos que tener la voluntad para hacerlo.
Referencias -# Federación Internacional de Diabetes, 2011. -# Asociación Americana de Diabetes, 2012.