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Torre de marfil

¿De qué murió Federico Chopin?

(1810-1849)

Félix J. Fojo, MD

Félix J. Fojo, MD
felixfojo@gmail.com
ffojo@homeorthopedics.com

La tuberculosis pulmonar, enfermedad romántica por excelencia en el siglo XIX, se ha considerado siempre la causante del fallecimiento del célebre compositor Federico Chopin.

Pianista y compositor genial, exiliado para nunca volver a su amada Polonia, romántico y sufrido, marcado por los dioses para morir antes de los cuarenta años de edad como todo espíritu sublime de aquella época, Federico debía morir, y aparentemente murió tuberculoso.

Pero los científicos, tan irrespetuosos con los mitos, se han dado a la tarea de revisar este diagnóstico analizando su evolución clínica, las patologías de sus familiares cercanos, las evidencias anatómicas e histopatológicas de su corazón, perfectamente conservado en coñac en su tierra natal, y la posibilidad de realizar estudios genéticos de sus restos y de algunos familiares consanguíneos, lo que puede llevar a cambiar este diagnóstico. Veamos por qué.

Chopin tuvo tres hermanas: Emilia, que falleció a los 14 años por un cuadro de consunción respiratoria y extrema delgadez, diagnosticada entonces como tisis; Ludwika, que luego de pasar toda una vida enferma de bronquitis e infecciones respiratorias severas, murió a los 48 años; e Isabela, siempre sana y muerta a los 70 años, edad avanzada para su tiempo.

El propio Federico fue un niño enfermizo y frágil, que –con breves períodos de mejoría y nunca asintomático– presentó hasta su deceso, a los 39 años de edad, infecciones respiratorias recurrentes, tos persistente, disnea al esfuerzo e incluso en reposo, hemoptisis de diferentes grados, insomnio, cefaleas, dolor torácico, palidez, pérdida de peso, diarreas e indigestiones con alimentos comunes –sobre todo con grasas–, adenopatías cervicales, laringitis, dolores articulares, edemas en las piernas y postración.

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George Sand, que fue su amante por diez años, tenía ya tres hijos cuando conoció a Federico, pero nunca quedó embarazada de él ni hay noticias de que Chopin embarazara a alguna otra mujer. Tampoco la Sand ni sus hijos, que vivieron por años con Federico bajo el mismo techo, se contagiaron de tuberculosis.

Chopin fue visto en el curso de su corta vida por numerosos médicos y no todos estaban seguros de que fuera tuberculoso. Es el caso del profesor Gaubert, quien le aseguró al propio Chopin que no padecía una enfermedad contagiosa, o del doctor Cruveilhier, que le practicó la autopsia, fue el encargado de extraer y conservar su corazón, y quien le dijo a Isabela, la hermana de Chopin, que no sabía en realidad qué era lo que había encontrado en los cortes anatomopatológicos de sus deteriorados pulmones.

En un artículo de la revista Chest (enero de 1998), los doctores Kubba y Young plantearon por primera vez la posibilidad de que Chopin padeciera de fibrosis quística del páncreas, enfermedad que no podía haber sido diagnosticada en ese entonces porque no fue descrita hasta la tercera década del siglo XX.

De probarse este diagnóstico, estaríamos ante un éxito de la ciencia médica, pero también ante la triste pérdida de un bello mito del romanticismo.