Torre de marfil
Suicidio o farsa:
Elmyr de Hory
El húngaro Elemer Albert Hoffmann (1906-1976), que vivió y murió bajo el nombre de Elmyr de Hory, aunque también ocultó su verdadera identidad bajo varios otros nombres, pudo haber sido un gran pintor. Es más, lo fue, solo que no creó una nueva escuela, sino que copió y falsificó en forma brillante a muchos creadores de escuelas: Picasso, Monet, Degas, Derain, Modigliani, Matisse, Cézanne, Van Dongen y una larga y esplendorosa lista.Otro falsificador, el escritor y plagiario Clifford Irving, escribió una biografía de Elmyr (titulada Fake) llena de mentiras, donde narra la historia de un aristócrata venido a menos, hijo de un embajador y de una mujer noble descendiente de una familia de banqueros, pero da pistas sobre numerosos cuadros tenidos como buenos y que, se ha demostrado, fueron pintados por de Hory, incluyendo los cincuenta y tantos del Virginia Meadows Museum of Dallas.
En realidad Elmyr provenía de unos padres judíos de clase media baja que se divorciaron –esto también está en duda– cuando él era un muchacho. Con el tiempo recaló en París y allí, después de fracasar como artista por derecho propio, descubrió su verdadera vocación; la imitación artística, conocida también como falsificación.
Elmyr, que estuvo preso varias veces, incluso de la Gestapo parisiense, que le torturó brutalmente, se defendía diciendo que un violinista que toca una sonata de Bach no lo está plagiando, sino interpretando, y que cuando él pintaba a Modigliani o a otro maestro no hacía más que interpretarlo. Este argumento no deja de tener cierto grano de verdad, aunque se empleara para timar a millonarios incautos. A pesar de que se conocen más de mil falsificaciones de Elmyr (recientemente se hizo una retrospectiva de su pintura en el Círculo de Bellas Artes de Madrid titulada “Proyecto Fake”) no ganó demasiado dinero con ellas pues dependió de marchantes que lo timaban a su vez a él.
Después de la Segunda Guerra Mundial se refugió en Ibiza, donde se codeó con aristócratas y artistas, pero siempre bajo la amenaza de la extradición y la cárcel.
Intentó suicidarse con barbitúricos en cinco ocasiones pero nunca lograba su cometido porque era resucitado a tiempo por sus parejas o amigos. En el sexto intento quizás cometió un error. Había dejado su moderada fortuna en testamento a su pareja homosexual del momento, Mark Forgy, y este no llegó a tiempo (o no quiso llegar) para salvarlo. Al día siguiente debía ser deportado a Francia, donde le esperaba la prisión. Nunca sabremos si realmente quería morir o no, pero la realidad es que él sabía que sus apelaciones a la deportación habían sido rechazadas.
Las falsificaciones probadas de Elmyr de Hory valen unos pocos centenares o miles de dólares (debe haber muchos de Hory que valen millones bajo otras firmas), pero si un día encuentra usted un de Hory verdadero, firmado por él, ¡felicidades!: ha encontrado un tesoro.