Médico psiquiatra e investigador.
Hans Berger (1873-1941)
A propósito de conmemorarse 100 años del descubrimiento de la electroencefalografía
En 2024, se cumplen 100 años del descubrimiento de la electroencefalografía, un método diagnóstico importante para el estudio del cerebro. Hans Berger, psiquiatra alemán, fue el inventor del electroencefalograma (EEG), prueba que sigue teniendo indicaciones importantes a pesar del desarrollo de los modernos métodos de diagnóstico por imágenes. Con los avances actuales, inclusive en inteligencia artificial, se vislumbran nuevas opciones y aplicaciones de este procedimiento para los estudios del cerebro.
Probablemente, pocos avances médicos ocurren de manera tan discreta como hace 100 años, cuando el psiquiatra Hans Berger de Jena observó que algo estaba apareciendo en el monitor del aparato que él mismo había construido y que iba conectado a la cabeza de una persona a través de varios cables. Una línea se dibujaba en la pantalla, zigzagueante, subiendo y bajando. Y de repente, Berger logró lo que había soñado durante muchos años: observar el cerebro humano en funcionamiento.
Sus inicios
Hans Berger nació en 1873 en Alemania, en el pueblo de Neuses cerca de Coburgo, donde su padre era médico. Allí creció junto con sus cuatro hermanas. En la escuela, era un alumno destacado y, al terminarla, decidió iniciar una carrera en el ejército. Un día, en la escuela militar, tuvo un fuerte accidente de equitación, pero llegó a sobrevivir. Curiosamente, esa misma noche recibió un telegrama de su familia indagando por su salud. Esto era muy inusual y se debió únicamente a la insistencia e intensa preocupación de su hermana. Berger pensó que se trataba de telepatía o de una forma desconocida de comunicación. Desde entonces, se interesó y casi se obsesionó por estudiar en forma científica los pensamientos y la telepatía. Esto lo llevó a cambiar sus planes y decidió estudiar Medicina. Así, fue a la Universidad de Jena, donde, en 1897, se graduó de médico. Allí mismo se especializó en Psiquiatría y trabajó en la clínica dirigida por el Profesor Otto Ludwig Biswanger –famoso psiquiatra y neurobiólogo–, donde continuó sus actividades académicas y sus investigaciones.
Desarrollo y descubrimiento del EEG
Berger se centró en estudiar y tratar de medir las señales del cerebro de todas las formas posibles. Tuvo muchos tropiezos y fracasos. Sus primeros intentos para poder registrar la actividad del cerebro fueron un completo desastre. Por eso, en 1920, Berger recurrió a otra técnica fisiológica: la estimulación del cerebro aplicando en su superficie corrientes eléctricas débiles, sin descuidar su objetivo inicial: medir la actividad eléctrica generada por el cerebro.
En el verano de 1924, después de una sesión de estimulación eléctrica, Berger decidió cambiar los electrodos del estimulador eléctrico por un galvanómetro modificado por él mismo, que iba conectado a la cabeza del paciente a través de unos cables. Este era generalmente usado para medir registros de electrocardiogramas. Allí tuvo su primera pista de éxito cuando aparecieron oscilaciones continuas en el galvanómetro. Logró registrar ondas cerebrales que denominó ondas alfa, que representan el ritmo base del cerebro en reposo. Sin embargo, este resultado era borroso y ruidoso, y para muchas personas carecía de sentido, pero fue el punto de partida de la electroencefalografía. Sin saberlo, estableció las bases del electroencefalograma (EEG). Pero él era demasiado autocrítico y, a pesar de este primer éxito, prefirió seguir haciendo investigaciones, manteniendo sus resultados en reserva por algunos años.
Berger continuó con sus experimentos y mejoró su método probando diferentes electrodos y galvanómetros, obteniendo finalmente lo que había estado buscando durante años: medir la electricidad generada por el cerebro.
Para 1928, ya había adaptado y preparado el equipo necesario para medir un EEG de calidad que revelaba patrones distintos de actividad eléctrica dependiendo del estado fisiológico. En esa etapa y después de haber hecho cientos de registros en los que observó formas de ondas similares relacionadas con las mismas tareas, consideró que ya estaba listo para hacer su descubrimiento disponible al público. En 1929, cinco años después de su primer registro de EEG humano, Berger dejó de lado sus dudas y publicó su primer artículo demostrando la técnica para registrar la actividad eléctrica del cerebro desde la superficie de la cabeza, titulado “Sobre el electroencefalograma humano”. Esto no atrajo mayor interés y sus hallazgos fueron recibidos con incredulidad por la comunidad médica y científica.
Sin embargo, todo esto cambió alrededor de 1935, cuando el neurocientífico británico y ganador del Premio Nobel, Edgar Douglas Adrian, hizo experimentos sobre la reacción del cerebro ante estímulos externos. Él investigó y encontró las publicaciones de Berger. Repitió los experimentos y vio que funcionaban. Desde entonces, se formaron muchos grupos de estudio de los EEG en todo el mundo. Berger finalmente obtuvo reconocimiento internacional. Continuó estudiando la técnica de electroencefalografía, descubriendo las ondas alfa y beta, y estableciendo las bases neurofisiológicas del EEG. En 1940 fue nominado por primera vez al Premio Nobel.
Actividades controversiales
Además de sus estudios sobre el cerebro, hay historias contradictorias sobre otras actividades que aparentemente realizó. Algunos dicen que Berger se involucró desde 1934 como perito del Tribunal de Salud Hereditaria en Jena. Allí habría participado en el panel sobre la decisión sobre la «prevención de descendencia enferma hereditariamente», término usado por el gobierno nazi para la esterilización forzada de personas que se consideran portadoras de genes «malos»; se dice que participó en la toma de decisiones sobre el destino de pacientes con esquizofrenia o depresión, así como de ciegos y sordos. Algunos historiadores consideran que es difícil determinar la profundidad de su compromiso, ya que nunca se unió al Partido Nazi ni tampoco a sus grupos paramilitares. A los 65 años, Berger se jubiló y, en 1941, el gobierno nazi le solicitó nuevamente que trabaje en el Tribunal Superior de Salud Hereditaria, pero no se ha podido determinar con certeza si él aceptó o rechazó la oferta; sin embargo, se cree que no tuvo más participación y que inclusive fue forzado al retiro por conflictos con los nazis.
Ya en esa época Berger sufría de problemas cardiacos, enfermedad de la piel, trastornos del sueño y se cree que también una depresión severa. Ese año, 1941, fue ingresado a la Clínica Universitaria de Medicina en Jena por un fuerte deterioro de salud; poco tiempo después tomó la decisión de terminar con su vida. Después de su muerte, y hasta en tres oportunidades, fue propuesto para el Premio Nobel.
Impacto
Hasta hoy, el invento de Hans Berger es considerado como una herramienta indispensable en la medicina. El EEG tiene varias áreas de aplicación, principalmente en el diagnóstico de la epilepsia, en trastornos de la función cerebral, en el diagnóstico de problemas del sueño y en el monitoreo cerebral, por ejemplo, durante una operación.
Vigencia del EEG: presente y futuro
El EEG no es un método del pasado. Más bien, con la ayuda de la inteligencia artificial, este procedimiento podría tener nuevas posibilidades y aplicaciones. En la actualidad, el análisis de grandes cantidades de datos requiere algunas funciones complejas, por ejemplo, en el diagnóstico de la epilepsia. Hasta ahora, este análisis requiere mucho tiempo y experiencia, y se vislumbra que la inteligencia artificial lo simplificará en forma importante. Varios investigadores están trabajando en una tecnología que crea una interface entre el cerebro humano y el computador. Esta tecnología debería convertir las ondas cerebrales en un programa informático y de esa manera se podrían lograr algunas aplicaciones prácticas, como por ejemplo permitir controlar interfaces de computadora o prótesis solo con el pensamiento: así, el pensar en algo específico llevaría a que se desencadene una respuesta concreta en la computadora y que esto se traduzca en una instrucción puntual.
Comentario
Un siglo después del descubrimiento al que Berger dedicó toda su vida, afortunadamente este sigue dando esperanzas en el campo de mejorar la salud. Su trabajo ha sido celebrado por su impacto en la comprensión de la actividad cerebral, sigue siendo esencial en la práctica médica y científica y se prevé que tendrá una mayor evolución con las modernas tecnologías. Berger no pudo probar la telepatía, pero dejó un legado duradero en la neurociencia.
Referencias
- İnce R, Adanır SS, Sevmez F. (2020). The inventor of electroencephalography (EEG): Hans Berger (1873–1941). Child’s Nervous System. 37 (9): 2723–2724.
- Tudor M, Tudor L, Tudor K. (2005). Hans Berger (1873-1941), the history of electroencephalography. Acta Medica Croatica. 59 (4): 307–313.
- Wiedemann HR. (1994). Hans Berger. European Journal of Pediatrics. 153 (10): 705.
- Haas LF (2003). Hans Berger (1873-1941), Richard Caton (1842-1926), and electroencephalography. J. Neurol. Neurosurg. Psychiatry. 74 (1): 9.
- Zeidman LA, Stone J, Kondziella D. (2014) New revelations about Hans Berger, father of the EEG, and his ties to the Third Reich. J Child Neurology. 29 (7): 1002–1010.
- Kaplan RM (2011) The mind reader: the forgotten life of Hans Berger, discoverer of the EEG. Australas Psychiatry 19(2):168.