Haití: Una sobredosis de amor
Rebecca M. García-Sosa, Estudiante de Medicina, Cuarto Año Universidad Central del Caribe
Amanece a las 5:45 y nos vamos levantando y saliendo de nuestras casetas. Llegan los traductores y el equipo está completo; hacemos un círculo de oración y partimos. De camino a las comunidades se observa miles de personas en las calles, campamentos de ayuda y de refugiados. Al llegar a una comunidad, buscamos el mejor lugar para montar las carpas y comenzar la clínica. Algunos días, ya había filas de alrededor de 200 personas esperando para atenderse. Fueran líderes del grupo, choferes, organizadores de filas, traductores haitianos, farmacéuticos o médicos, cada persona asumió su trabajo con dedicación y un inmenso deseo de regalar amor. Las condiciones en que viven los haitianos hacen que la mayoría sufra de malnutrición severa, anemia, parasitosis e infecciones respiratorias. La falta de medicina primaria es notable, pero algunos solo se quejan de dolor, tristeza y falta de sueño. Sin embargo, la fe, las energías positivas y las ganas de vivir sobrepasan enfermedades o adversidades. Para nosotros, es como si Dios nos hablara en cada sonrisa, en cada mirada suya, que lo dice todo. Para ellos, la vida es muy simple: disfrutan de las cosas más sencillas, las que nosotros, con nuestras ajetreadas vidas, tal vez olvidamos. Iniciativas de Paz envía cada semana una esperanza de vida y de amor a Haití. Fui parte de esa esperanza. Esta es una vaga idea de lo que viví durante Semana Santa allí: muchísimo trabajo y una sobredosis de amor. Nunca imaginé que recibiría más de lo que di. Haití cambió mi vida para siempre.