Temas de Interés / Torre de Marfil
La materia, la energía, la vida y unas pocas palabras
El 27 de septiembre de 1905 una breve comunicación se aceptó para ser publicada en la respetada revista alemana Annalen der Physik, probablemente la más seria e importante publicación científica de entonces.El lenguaje en el que estaba escrita era sencillo y el razonamiento de ese artículo era de una simplicidad pasmosa y, al mismo tiempo, de una elegancia y una belleza poco vistas en las esferas de la ciencia de esa época y de cualquier otra.
Describía un experimento mental en el que un cuerpo en reposo emitía dos pulsos luminosos en direcciones opuestas; entonces calculaba las propiedades de esos pulsos al ser observados desde un marco de referencia en movimiento.
El siguiente paso era deducir, mediante unas pocas ecuaciones, la relación entre velocidad y masa, y la conclusión era diáfanamente simple: la masa de un cuerpo es una medida de su contenido de energía, o dicho de otra manera: E = mc².
El autor del artículo era, claro está, Albert Einstein; la comunicación de la fórmula más importante y de mayores consecuencias –buenas y malas– de la historia solo ocupaba tres páginas de la revista.
Muchos años después, el 2 de abril de 1953, fue aceptada para publicación en el número 171 de la revista británica Nature una comunicación bajo el título «Estructura molecular de los ácidos nucleicos” (título original en inglés: Molecular structure of nucleic acids).
En este artículo aparece, en el penúltimo párrafo, la famosa frase: «No se nos escapa que el apareamiento específico que hemos postulado sugiere en forma inmediata un posible mecanismo para copiar –duplicar– el material genético» (original en inglés: It has not escaped our notice that the specific pairing we have postulated immediately suggests a possible copying mechanism for the genetic material), justamente la llave del código genético humano y de todos los códigos genéticos de los seres vivos.
El artículo ocupa las páginas 737 y 738 de ese número de Nature, solo dos páginas, y los autores son, como ya saben, James Watson y Francis Crick.
Cinco páginas en total, tres en el primer artículo mencionado y dos en el segundo, que nos abren las puertas de la materia, la energía y la vida.
Querido investigador o estudiante, cuando vayas a escribir el largo artículo de revisión que tienes en mente, piensa en estos dos ejemplos, pero no, no te amilanes.