El Dr. William F. Lippitt (1865-1958):
Primer Comisionado de Sanidad
Ocasionalmente nos tropezamos con el nombre del Dr. William Lippitt en la historia de la salud de Puerto Rico y en una calle denominada en su honor en San Juan. Cuando repasamos el libro del Dr. Ashford no hallamos su nombre, pero sí aparece la figura del Comisionado de Sanidad. Sin embargo, en el Boletín de la Asociación Médica de Puerto Rico sí hay reseñas de este extraordinario servidor público. El Dr. Lippitt vivió medio siglo en Puerto Rico desarrollando una labor ejemplar que merece ser destacada y recordada siempre.
Sus inicios y su llegada a Puerto Rico William Fontaine Lippitt nació en Charleston, Virginia Occidental, en 1865. Estudió Medicina en la Universidad de Virginia. En 1890 ingresó al Ejército de los Estados Unidos como teniente y participó como ofi cial médico en la Guerra Hispanoamericana y en la insurrección en Filipinas. En 1902 llegó a Puerto Rico con el ejército. La primera mención a él la encontramos en el Boletín de la Asociación Médica de Puerto Rico de 1902, donde fi gura en una lista de médicos en la isla.
El Dr. Lippitt fue el primer comandante médico del hospital de la guarnición militar americana en San Juan, luego llamado Rodríguez Army Hospital, en Ballajá. En 1904 realizó la primera nefrectomía en la isla, según relata el Dr. Manuel Quevedo Báez. En 1906 se licenció del ejército y se dedicó a la práctica de la cirugía. En 1907 organizó la Escuela Insular de Enfermería.
En el Servicio de Sanidad de Puerto Rico
En 1911 se aprobó una ley de Sanidad y el Dr. Lippitt fue nombrado Director del Servicio de Sanidad. Esto ocurrió cuando el Dr. Ashford renunció al cargo –luego de estar tan solo 8 horas en el puesto– por tener desacuerdos con el Gobernador sobre el nombramiento de los miembros a la Junta de Salud. El Dr. Lippitt fue nombrado en propiedad, siendo así nuestro primer Comisionado de Sanidad, nombrado por el Gobernador Colton. Colaboró con el Instituto de Medicina Tropical cuando el Dr. Ashford comenzó la Segunda Campaña contra la uncinariasis al inaugurarse el Instituto de Medicina Tropical y asignó 3 médicos al programa. Estuvo en Utuado al celebrarse el décimo aniversario de la Comisión de Anemia.
Cuando nuestro sistema de salud estaba en una situación precaria le tocó al Dr. Lippitt organizar el nuevo Departamento y preparar la legislación para regir el mismo. Así, la ley 81 se aprobó en marzo de 1911 y el Dr. Juan A. Pons le atribuye la estructuración de un verdadero programa de Higiene Pública en Puerto Rico. Hay informes anuales de 1912 a 1917 con datos de cómo se puso en vigor y se realizó el trabajo de salud pública en la isla.
En 1912 hubo una epidemia de peste bubónica en la isla y el Dr. Lippitt se dedicó a combatirla con la colaboración del Dr. Isaac González Martínez. Se le atribuyó haber controlado la peste bubónica en 8 meses con visitas a cada pueblo de la isla. En el Boletín de la Asociación Médica se publicó un editorial felicitándolo por la excelente labor en atender y controlar esa epidemia en un tiempo récord.
El Dr. Lippitt tuvo que enfrentar una situación crítica del sistema de salud, con una mortalidad alta por gastroenteritis en niños, malaria, tuberculosis, enfermedades parasitarias y tifoidea, entre otras. Él logró disminuir la mortalidad en forma significativa.
Fue Director de los Servicios de Sanidad desde abril de 1912 hasta marzo de 1917. En 1917 –con la Ley Jones– el Dr. Alejandro Ruiz Soler fue nombrado primer Comisionado de Salud Pública.
La I Guerra Mundial y la década de 1920
Al comenzar la Primera Guerra Mundial, el Dr. Lippitt volvió brevemente al ejército. Después regresó al Departamento de Salud y continuó luchando contra las enfermedades que afl igían a Puerto Rico y regresó a su práctica de cirugía. En 1920 organizó el primer hospital de veteranos en la isla para atender a los de la Primera Guerra Mundial. Además, fue por muchos años miembro activo de la masonería, donde ocupó los puestos más altos.
En 1921 el Dr. Ruiz Soler renunció como Comisionado de Salud y el Dr. Lippitt fue nombrado a ese cargo en un segundo término, esta vez bajo la ley Jones, por 2 años, hasta 1923. Durante ese periodo puso énfasis en prevenir la contaminación en los ríos por las descargas de melaza de las centrales azucareras. Abogó por la intervención del Estado en los hospitales municipales, por el cuidado médico a los indigentes y por la creación de hospitales de distrito bajo el Departamento de Salud. En 1923, cuando el Dr. Pedro Ortiz fue nombrado nuevo Comisionado, el Dr. Lippitt regresó a su práctica.
La década de 1930 hasta su retiro
En 1933 el nuevo Comisionado de Salud, Dr. Eduardo Garrido Morales, lo reclutó como Jefe del Negociado de Sanidad General que velaba por la pureza de la leche, control de los alimentos en carnicerías, panaderías, fondas, restaurantes, control de garrapatas, moscas y mosquitos y otros en los animales. Abogó por la limpieza de las calles y de los terrenos baldíos. Durante la Segunda Guerra Mundial organizó la Legión Americana y respaldó la Home Guard, luego llamada Guardia Estatal, donde era el Cirujano General. En 1943 se trasladó a otras funciones en el Departamento de Salud hasta 1947, año en que se jubiló.
Algunos reconocimientos en vida
El Dr. Lippitt continúo viviendo en Puerto Rico y se le solía ver por todos lados conduciendo su viejo auto. En 1952 la Asociación de Salud Pública le rindió un homenaje por la extraordinaria labor en la redacción de la ley de sanidad y su reglamento, así como por su implementación y por cuidar la salud de nuestro pueblo. El Dr. Juan A. Pons, Secretario de Salud, y el Dr. Francisco Berio, Subsecretario, elogiaron en ese homenaje la dedicación de toda su vida a la salud pública de nuestra isla. El Dr. Lippitt falleció en 1958 a los 93 años de una enfermedad cardiovascular. Sus restos están en el Cementerio Nacional en Hato Tejas.
En 1963, algunos años después de su muerte, el Dr. Oscar Costa Mandry escribió sobre él, también en el Boletín de la Asociación Médica.
Comentario
Este hoy olvidado médico norteamericano que tuvo muchas destrezas –quirúrgicas, administrativas y como salubrista– estuvo siempre dispuesto a decir “presente” cuando se le necesitaba para mejorar la salud de nuestros ciudadanos afectados sobre todo por las enfermedades tropicales, que eran muy comunes en Puerto Rico a principios del siglo pasado. Yo nunca supe de la grandeza de este extraordinario servidor público hasta que me di a la tarea de preparar este escrito. El Dr. William Lippitt fue uno de los grandes de la medicina y la salud pública en Puerto Rico cuando más se le necesitó.