Micósis fungoides:
Nos acecha el linfóma cutáneo de células T
Por más de dos décadas concentré gran parte de mi trabajo académico en supervisar las clínicas de micosis fungoide en el Departamento de Dermatología del Recinto del Ciencias Médicas. Para el 1998 hicimos un estudio demográfico de estos pacientes y ya en aquel entonces sabíamos que el linfoma cutáneo de células T se presentaba con una incidencia 4 veces mayor que en los Estados Unidos, aproximadamente de 6.4 a 9.6 personas/millón de habitantes. Si solamente en mi oficina tengo cerca de 25 pacientes activos la incidencia en Puerto Rico podría ser de no menos de 6 a 7 veces a la que vemos en los Estados Unidos.
MF se manifiesta de muchas formas casi siempre comienza en forma indolente (etapa premicótica) donde el paciente cursa con una erupción descamativa parecida a una micosis (de ahí su nombre) o a cualquier otra erupción eczematosa, de manera tal que su diagnóstico suele establecerse luego de 7 a 8 años, cuando ya se definen claramente sus placas o tumores en las áreas que son más comunes: la espalda baja, los glúteos, el tronco y las extremidades.
Suele verse entre la 5a y la 7a década de vida, aunque puede, en ocasiones, presentarse tan temprano como en la 1a década de vida. A pesar de que se considera un cáncer de baja malignidad, ya que la mayoría de los pacientes sobreviven a la enfermedad, un 15% de estos progresan a una fase sistémica que puede requerir intervención con quimioterapia o inclusive trasplantes de médula ósea. A los pacientes con enfermedad localizada en la piel se les trata con quimioterapia tópica o fototerapia.
Se desconoce la causa de esta enfermedad, pero lo cierto es que, en algún momento, la exposición a algún antígeno (virus, ambiental u otro) persiste en nuestra piel y perpetúa una estimulación antigénica de los linfocitos T que hace que estos eventualmente sufran una expansión clonal neoplásica que puede degenerar en estas mutaciones múltiples en el ADN, dando así cuadros progresivamente más agresivos. Los años han pasado y lejos de ver una estabilidad en la incidencia de esta enfermedad se aprecia que es cada vez más común. Así, como ejemplo, en mi oficina no suele pasar un mes en que no encuentre al menos uno o dos casos nuevos de esta condición.
Puerto Rico es un área endémica para este tipo de cáncer cuya alta prevalencia local nos debe mantener alerta, a la comunidad médica y en especial a los dermatólogos y oncólogos, para llevar a cabo un diagnóstico temprano y preciso.