Torre de marfil
“Cocoliztli”:
Una polémica sobre una peste devastadora
En julio de 1576 y hasta alrededor del marzo del año siguiente, según cuentan las crónicas de la época, una peste desconocida y devastadora abatió la población indígena del Virreinato de Nueva España, que hoy conocemos como México y Centroamérica. A falta de un nombre específico, a esta catástrofe humanitaria (que ya había ocurrido 30 años antes y que mató a cerca del 90% de la población autóctona) se le llamó “Cocoliztli”, que quiere decir pestilencia en náhuatl, el lenguaje azteca.
Por suerte para los investigadores actuales, el fraile franciscano Juan de Torquemada copió la descripción que hizo de la enfermedad el médico del emperador Felipe II, Don Francisco Hernández, en ese momento protomédico del virreinato (el documento completo no sería recuperado hasta el año 2010): “Las fiebres fueron muy contagiosas, quemantes y se extendieron a todos ellos, siendo letales para casi todos. La sed era enorme; la lengua de los enfermos estaba seca y negra. La orina oscilaba entre los colores verde mar, verde vegetal y negra, pasando algunas veces del verdoso al pálido. El pulso era rápido, pequeño, muy débil y a veces nulo. El blanco de los ojos y todo el cuerpo se ponían amarillos. Este estado iba seguido de delirio y convulsiones. Entonces aparecían duros y dolorosos nódulos detrás de una o ambas orejas, acompañados de dolores en el pecho, en la barriga, temblores, ansiedad y una fuerte disentería”. Otros testigos presenciales, el padre Bernardino de Sahagún, entre ellos, hablan en sus crónicas de pústulas y abundantes sangramientos, primero por la nariz y luego por todos los orificios del cuerpo.
Por décadas se han discutido dos preguntas, sin respuestas claras: ¿Fueron realmente los colonizadores españoles quienes contaminaron a los habitantes autóctonos tal y como ha contado por siglos la leyenda negra?; y ¿qué agente etiológico desencadenó el terrible Cocoliztle?
Todo parece indicar, teniendo en cuenta que ellos no padecían la noxa, que efectivamente fueron los españoles –inmunizados por haber estado en contacto con la enfermedad por siglos– quienes trajeron el Cocoliztle a América, tal y como trajeron, sin dudas, el sarampión. Sin embargo, el reconocido epidemiólogo mexicano Rodolfo Acuña-Soto ha impugnado esta hipótesis alegando que la condición era en realidad una virosis hemorrágica –como las que surgen en África hoy en día–, surgida en el propio territorio mexicano. La polémica, que no podemos reseñar en este corto espacio, ha involucrado durante los últimos cinco años a múltiples investigadores, tanto mexicanos como de otros países.
La segunda pregunta acerca del agente etiológico parece haber sido contestada por el reciente hallazgo –en un enterramiento indígena en la Plaza Grande de Teposcolula– de restos de ADN de la bacteria salmonella entérica paratyphi C, un contaminante bastante común en Europa desde mucho antes de la colonización. Sin embargo, esto no explicaría completamente las aparentes características hemorrágicas e ictéricas del Cocoliztle. Queda, por tanto, abierta la polémica.