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Indicadores de fragilidad

en la población de edad avanzada

Diego Rosso-Flores, MD

Diego Rosso-Flores, MD
Principal Oficial Médico
MMM Healthcare, LLC

El cuidado de la población adulta puede ser una tarea compleja debido a que los pacientes pueden tener condiciones que limitan su movilidad o estar expuestos a determinantes sociales que afectan la accesibilidad a los servicios de salud.

La fragilidad, junto a enfermedades crónicas avanzadas con un diagnóstico de demencia, constituye un factor importante al definir el manejo y el cuidado del paciente. Es crítico conocer más a fondo el significado de la fragilidad y cuáles son los indicadores en la población de edad avanzada, de manera que quienes tengan mayor probabilidad puedan beneficiarse de los servicios y tratamientos. Esto es también lo que describe NCQA en la metodología de HEDIS (Healthcare Effectiveness Data and Information Set) para la evaluación del cuidado.

El término fragilidad suele usarse al referirse a personas mayores, pero ha sido difícil de definir; así, distintos autores usan criterios de diagnósticos diversos y algo estandarizados. Sin embargo, la mayoría de ellos coincide en que la fragilidad es un estado asociado al envejecimiento, que se caracteriza por una disminución de la reserva fisiológica o lo que se llama estado de homeoestenosis. Este estado se traduciría en un aumento del riesgo de incapacidad, pérdida de la resistencia y mayor vulnerabilidad a eventos adversos manifestada por mayor morbilidad y mortalidad.

A pesar de las distintas definiciones, no podemos ignorar que el hecho de que ocurra el envejecimiento en las personas implica un proceso de deterioro y una viabilidad disminuida que se da poco a poco y que, a la vez, va disminuyendo su fisiología. Otra característica del envejecimiento es su heterogeneidad, como resultado de las distintas interacciones entre factores genéticos y ambientales. Esto crea, a su vez, una variabilidad individual de edad fisiológica que en ocasiones no coincide exactamente con la edad cronológica ni con la presencia de la comorbilidades o discapacidad.

Para identificar a los pacientes con diagnóstico de fragilidad, debemos reconocer a los que tienen dificultad al caminar y necesitan un bastón y/o un andador para no caerse, ya que en ocasiones tienen desbalance. También se trata de aquellos que necesitan ayuda o un equipo para poder asearse (el uso de equipos como el commode chair es un indicador de fragilidad).

Además, se deben considerar pacientes que tienen equipo asistido en sus hogares, como:

  • Cama de posiciones;
  • Tanque de oxígeno;
  • Silla de ruedas; y
  • Ventiladores.

Igualmente, todo servicio asistido en un Skill Nursing Home y los servicios en el hogar (cuidado de úlceras, cuidado asistido, ayuda de bienestar emocional, etc.) son indicadores de fragilidad, según indica HEDIS.

El paciente en estado de fragilidad, por capacidad motora disminuida, por complicación de condición crónica o por estado mental comprometido, requiere de cuidado multidisciplinario en el cual el médico primario actúa como facilitador. El enfoque del cuidado siempre debe ser el bienestar y la comodidad del paciente con gradaciones conforme al nivel de fragilidad, observando buena alimentación, actividad física modificada, manejo de síntomas y dolor, atención médica y supervisión.

Estos elementos buscan mejorar la calidad de servicios que miden las agencias reguladoras como CMS y su programa de Calificación por Estrellas Medicare, y ayudan a ofrecer un cuidado coordinado para la mejor calidad de vida de la población adulta.

Referencias
Hazzard W. Principles of Geriatric Med and Gerontology. Mc Graw (1999).
Listado de códigos de Fragilidad: HEDIS 2019 Vol.2 Value Set Directory.