Torre de marfil
Isabella Rossellini… y la escoliosis
Si alguien ostenta un pedigree cinematográfico y artístico impresionante, esa es Isabella Giovanna Rossellini.
Su padre, Roberto Rossellini, fue uno de los directores más importantes de la historia del cine. Su madre, Ingrid Bergman, fue una de las grandes estrellas de Hollywood, unida para siempre a una de las más famosas películas de todos los tiempos: Casablanca. Sus parejas, un desfile de talentos de la gran pantalla y de las tablas: Martin Scorsese, Gary Oldman, David Lynch, Jon Wiedeman (con quien tuvo a su hija Elettra) y Gregory Mosher.
Comenzó en el cine a los 24 años de edad en la producción Nina, dirigida por Vincent Minnelli, donde trabajó junto a su madre y a Liza Minnelli, pero no alcanzaría el éxito internacional hasta la filmación, en 1986, de Blue Velvet, dirigida por David Lynch, un film-noir con un elevadísimo contenido sexual y voyerista que le ha ganado adeptos y enemigos en partes iguales. Ha participado hasta el momento en 46 cintas, algunas muy buenas (Il Prato, Cousins, The Pickle, Don Quijote, Immortal Beloved) y otras no tanto.
También le ha dedicado mucho tiempo al teatro de calidad -ella se considera una artista de teatro- y a la televisión. Ha escrito libros infantiles, una biografía de su padre y una autobiografía en la que narra con mucha crudeza y honestidad diferentes episodios de su vida y de la farándula en la que nació y ha vivido siempre.
Su rostro, franco y poco común, fue la imagen de la firma de productos de belleza Lancome desde 1982 hasta 1996, año en que fue despedida por tener “demasiados años” (44), hecho que ella aprovechó para convertirse en vicepresidenta de la firma Lancaster, rival europea de Lancome.
Pero lo que pocos saben es que Isabella, una de las modelos más cotizadas en revistas y pasarelas internacionales, sufrió en su niñez y adolescencia de serios problemas de autoestima y terribles dolores en la espalda producidos por una escoliosis severa, que requirió primero de un corsé de yeso por casi dos años y, después, de una cirugía de fijación vertebral con implante de hueso autólogo. Quién duda, viendo a Isabella, aún muy esbelta y bella a sus 58 años, que fue tratada por un equipo de excelentes ortopedas.