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Ambroise Paré: (1510-1592), De ingenioso barbero a Doctor en Medicina

Especial de Galenus

Algunos aspectos elementales de la Medicina actual, como la curación de heridas o la ligadura de arterias, fueron en el Renacimiento cambios extraordinarios que permitieron que la Cirugía tome un curso ascendente. Esto ocurrió en Francia, gracias a Ambroise Paré. La tenacidad, ingenio y espíritu creativo de este hombre de origen humilde y limitada educación lo llevaron de barbero a médico de reyes. Inclusive, sus críticos acérrimos le confirieron el grado de Doctor en Medicina y hoy se le reconoce como pionero de la Cirugía moderna.


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Su origen humilde

Ambroise Paré nació en Francia, en 1509. Se dice que su padre era un humilde lacayo y su madre, una prostituta. Por tanto, su educación era muy limitada y las opciones de hacer una profesión académica, eran casi imposibles. Así, comenzó como aprendiz de barbero, actividad en la que, además de afeitar a paisanos, a veces, extraía dientes. Su interés en progresar lo llevó a París, donde a los 17 años logró ser admitido en el Hôtel Dieu, un importante hospital de esa época, como interno de cirujano-barbero.

Situación de la Cirugía

En este hospital, las condiciones eran bastante precarias; las operaciones se hacían en los pasillos y la mortalidad era muy alta, razón por la que la cirugía tenía poco prestigio. En aquella época, los llamados cirujanos de bata larga estudiaban en la Escuela de San Cosme en latín y griego. Los cirujanos-barberos eran considerados como una clase inferior de cirujanos o trabajadores manuales.

Al campo de batalla

Luego de tres años, se incorporó al ejército de Francisco I como cirujano-barbero. Paré no hacía distinciones: protestantes o católicos, españoles, franceses, alemanes, flamencos o italianos recibirían su atención. Por no saber latín ni griego, Paré no pudo leer las obras de Hipócrates ni de Galeno, ni las traducciones al latín del Canon de Avicena. Sin embargo, aprendió cirugía por sus propios medios atendiendo a los heridos.

Su primer descubrimiento

Paré hizo su primer descubrimiento en la curación de heridas de bala. Como los disparos eran de poco alcance, se producía, además de la herida por la bala, una quemadura por la pólvora. La opinión de esa época era que la pólvora envenenaba la herida, por lo que se vertía en ella aceite de sauco hirviendo. En una batalla, asistiendo a muchos heridos, se terminó el aceite, y por ello Paré empleó una pomada preparada por él, con yema de huevo, aceite de rosas y trementina. Al día siguiente comprobó su efecto benéfico: los pacientes estaban sin dolor ni fiebre o inflamación, mientras que ocurría lo contrario con quienes habían sido cauterizados.

La ligadura arterial en las amputaciones

Uno de los avances más importantes que introdujo Paré fue la ligadura de las arterias para reducir las hemorragias. Hasta entonces, el único medio conocido era la cauterización con un hierro candente del muñón sangrante, lo que era poco efectivo. Utilizaba fórceps y puntos de sutura. Esto significó un gran avance en los procedimientos quirúrgicos. Tal fue la fama que iba ganando con sus actos médicos que, en una oportunidad, habiendo caído preso del duque de Saboya, este le concedió su libertad por haber curado y salvado la vida de uno de sus nobles.

Otras innovaciones de Paré

Paré tuvo también un papel destacado en el desarrollo de otros procedimientos quirúrgicos, técnicas para la extracción de proyectiles y empleo de tubos para drenar abscesos. En obstetricia, desarrolló y perfeccionó técnicas para la posición podálica. Hizo bragueros para hernias y prótesis de miembros amputados. Fue el primero en describir una fractura expuesta tratada con éxito sin amputación. Inclusive, se automedicó cuando sufrió una fractura expuesta de la pierna, y logró salvarla. También formuló ingeniosos aparatos ortopédicos y prótesis de piernas y brazos, con gran perfección.

Su obra escrita

Como desconocía el latín y el griego, Paré utilizó el francés para redactar sus obras. Esto le permitió una amplia difusión de sus tratados entre los profesionales de la medicina y el público en general. En 1545, publicó el tratado Método de tratar las heridas causadas por arcabuces y otros bastones de fuego que luego fue traducido a varias lenguas. Él defendía la fuerza de curación de la naturaleza, lo que sintetizó en una frase: “Yo lo vendé, Dios lo curó”. En 1553, publicó la segunda edición de su obra. Publicó también otros tratados acerca del tratamiento de heridas y enfermedades. En 1575, editó una recopilación de sus obras, que luego se reimprimió en varias ocasiones y se tradujo al inglés, alemán y neerlandés.

Cuando apareció la primera edición de sus Obras completas, que además de temas de Cirugía contenían mucho de Medicina, la Facultad de París trató de evitar que se publicara. Como no lo logró, trató de desprestigiarlo públicamente, a lo que Paré contestó con mucha calma.

Su gran prestigio

En una batalla de las guerras de religión que se libraron en ese siglo, el duque de Guisa sufrió una herida que sus médicos definieron como mortal y desistieron de tratarlo, más aún cuando se llamó a Paré, pues su orgullo les impedía aceptar que un cirujano no académico pudiera hacer algo que para ellos era imposible. No sin muchos impedimentos, Paré consiguió salvar al duque.

Después de las campañas, y debido a sus aportaciones y éxitos, se convirtió en médico de cámara y consejero real asistiendo a cuatro reyes: Enrique II, Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Enrique II había estado casado con Catalina de Medicis y, durante 10 años, no habían logrado tener hijos. Paré operó al rey y, luego, lograron tener nada menos que 10 vástagos.

Reconocimiento

En 1561, haciendo a un lado sus estatutos, la Hermandad de San Cosme recibió en su seno a Paré y le otorgó el grado de Maestro en Cirugía. La Escuela de Medicina de la Universidad de París, finalmente, debido a sus logros, acabó concediéndole, en 1584, el bonete de Doctor en Medicina. Tenía 74 años. Diez años antes se había casado y llegó a tener seis hijos.

Quizá la contribución más importante de Paré a la Cirugía y a la Medicina en general fueron su tenacidad y su ejemplo demostrando el valor real del esfuerzo serio y continuo y la importancia de perfeccionar y aumentar los conocimientos y habilidades para poder aliviar mejor y en una forma mas efectivamente el sufrimiento de los pacientes.