Entrevista
José Vargas Vidot, MD
“Debemos promover una Medicina más centrada en la gente”.
El doctor José Vargas Vidot nos comenta su evolución de médico a salubrista y menciona una serie de inquietudes y conceptos que ha desarrollado en su trabajo con comunidades, en Puerto Rico y en muchos lugares del mundo. No critica al médico que está comprometido en una rutina sino recuerda e insiste que no hay límites para seguir evolucionando desde el punto de vista profesional y humano.
¿Cómo funciona Iniciativa Comunitaria?
Tenemos dos fundamentos operacionales importantes. Uno: el servicio directo a la gente. Dos: La transferencia gerencial por la que buscamos que no sea Iniciativa Comunitaria ni este servidor quien monopolice la capacidad de transformar a la comunidad. Así inclusive, en nuestra relación con las Universidades buscamos que los estudiantes en sus preceptorías acá participen directamente del trabajo.
¿Cómo fue el trabajo al inicio?
Al inicio yo era el único médico aquí. Tenía que oír, había aprendido que una buena historia clínica se hace escuchando y conversando. El 90% de un buen diagnóstico es una buena historia clínica. Esto es básico porque cerca del 75% de las visitas a un médico primario son el resultado o consecuencia de estresores mal manejados. En ese sentido, el médico tiene un gran aliado en su ánimo y en su personalidad más que en la tecnología, lo que le da la oportunidad de sacar lo mejor de su corazón. Tenemos que aprovechar la posibilidad de tener éxito en 75% de los casos que pueden tener manifestaciones somáticas extraordinariamente complejas.
Luego de escuchar hay que actuar
Escuchamos y en base a eso actuamos. Tratamos de no recetar rápido sino de llegar a acuerdos. Nuestra clínica es muy humilde pero es muy efectiva, tiene un censo de 1300 pacientes. La mayoría de ellos es de difícil abordaje, hay gente con VIH, con hepatitis, o que sufre con los estigmas propios de esas condiciones. Tratamos que el paciente acuda sin barreras jerárquicas. De esa manera también cuando un estudiante está acá tiene la oportunidad real de interactuar con el paciente.
¿Alguna experiencia lo ayudó en esto?
Yo vengo de la pobreza. Tampoco fui el primero de mi clase. Tenía más bien muchas características que se dan en personas que luego están en las calles. Mi madre es una persona fuerte de una personalidad extraordinaria.Yo tenía todas las posibilidades de perder, pero encontré todas las posibilidades para ganar. No digo esto para impresionar; pero, por ética y por moral me he prohibido olvidar que hay gestos que muchos tuvieron conmigo que tengo que reciprocar. Debo devolver esa fe y esperanza que se me brindó.
¿Cómo fueron logrando apoyo?
Un éxito inicial fue con los medicamentos para VIH. Tuvimos un logro importante del vínculo con los Institutos de Salud que nos apoyaron. Por el 1989 fuimos de los primeros en hacer estudios longitudinales para el desarrollo de nuevos medicamentos. Eso fue el resultado de una insistencia próxima a la obsesión; personalmente siento que es un deber convertir los sueños en realidad.
¿Cómo llegaron las personas acá?
Al principio nuestro principal valor era el anonimato. Yo no concedía entrevistas para que los pacientes se sintieran cobijados por el anonimato. No tenía apoyo ni dinero, el dinero de esta organización era lo que yo ganaba como médico en el Departamento de Salud.
¿Cuánto tiempo estuvo en Salud?
Del 1986 al 1991, fui coordinador de tratamientos clínicos experimentales. Había una Oficina para asuntos del SIDA que la dirigía el Dr. Muñiz, un gran luchador. En esa época el Dr. Clemente Díaz y Dr. García Castro habían conseguido fondos del Instituto Pasteur para investigación, lograron algo extraordinario. El Dr. Johnny Rullán había llegado de CDC con unos bríos inmensos. A él se le debe el plan coherente y serio que se estableció. En ese momento yo era parte de un programa de investigación de CDC para definir la prevalencia de la enfermedad. Ese fue otro de los logros importantes del Dr. Rullán. Se establecieron centros de inmunología en distintas partes de la isla. Yo estaba en Cataño, era un recién graduado, loco por curar, y de momento todos los pacientes que recibía eran personas que iban a morir. No se podía hacer nada, hacía 60 pruebas al día y cerca del 40% salían positivas. Fue una experiencia terrible, era triste dar una noticia tan mala.
Coméntenos su labor como salubrista…
En estos 20 años he pasado a ser un salubrista. La formación de médico me ayudó. El médico esta formado para ver las cosas con un enfoque especial. Pero, no necesariamente se requiere ser médico para ser salubrista. Por ejemplo a los farmacéuticos les digo: “ustedes pueden ser un vende-pastillas o ser salubristas, pueden ser un vínculo social directo con el paciente que produzca una acción catalítica en las posibilidades de éxito de un medicamento”. Sabiendo que el 38% del espectro de cualquier medicamento es placebo tenemos un potencial extraordinario de ayudar. Tenemos trabajadores sociales y sicólogos, que son salubristas. Inclusive se da la dinámica con niños que en nuestros proyectos promueven una mejor calidad de vida a sus padres y a sus pares.
Como encaja el rol del médico en el modelo salubrista
La gente le concede al médico un alto grado de credibilidad. Es una persona que tiene prestigio y que tiene una profesión digna, a la gente le da confianza. Y si esta se utiliza promoviendo la autosuficiencia y la autoeficacia se va al modelo salubrista, a diferencia del modelo biomédico que promueve la dependencia exclusiva en el profesional de la salud.
¿En esto, han tenido conflictos?
Tenemos el programa de intercambio de jeringuillas que es un programa que fue controversial de la A a la Z en sus inicios. Ya la gente lo tolera. Se basa en un sencillo principio puramente salubrista que era eliminar el vector donde se mueve el virus para que otras personas no se infecten; una medida humanitaria. Luego se fue convirtiendo en una forma de restaurar la confianza perdida en una comunidad que esta afectada por el propio sistema.
¿Ustedes tienen experiencias en lugares remotos y aislados?
Hay el ejemplo de Guatemala, en la selva, con 35 comunidades y cerca de 40 mil personas, trabajando a 110 grados de temperatura. En lugar de apoyar en una jornada dejando medicamentos, implementamos el modelo salubrista, entrenando a la gente. Desarrollamos un currículo o unos módulos de promoción de salud. Los estudiantes de la UCC nos ayudaron en esto; los estudiantes de la escuela de farmacia de la UPR desarrollaron un manual único en el mundo. Se empezaron a recomponer los módulos de la OMS para llevar a un grupo de indígenas a ser los proveedores de salud cuando no hay un médico. Ya hicimos dos módulos de seis. Hay 21 personas que se han graduado de esos módulos aprendiendo la parte preventiva. También entrenamos a 28 comadronas. Así en un lugar donde la mortalidad perinatal era muy alta se logró disminuirla tremendamente.
¿En lugares como Ghana, el lenguaje fue un problema?
La mayoría de médicos habla inglés. Pero le cuento una anécdota: en muchas misiones nos acompaña Alex Serrano, un artista que hace de payaso, trabaja con los niños en la parte de educación que es algo importante de nuestras misiones. De Ghana me dijo: “El idioma estuvo de más, era un estorbo porque había formas de comunicarse tan maravillosas”. Todavía seguimos recibiendo cartas de Ghana, del Ministerio de Salud y de la población.
¿Están muchos años en este local?
Si, este edificio lo compramos gracias a Patch Adams. Es mi amigo de varios años. Me ha enseñado que nunca piense que la risa y el humor son sólo una opción sino que es una forma de vivir, y que hay que esperar lo mejor de la gente. Un gran hombre, mucho mejor de lo que una película puede expresar. Cuando tuvimos problemas con el local, él vino e hicimos una actividad que le quito a la gente los chavos del bolsillo.
Alguna lección para compartir…
La carrera de medicina es digna por los actos dignos que hace el médico, no porque intrínsicamente lo sea. No hay que descuidar el lado humano. Como médicos sabemos que hay gente que lucha y se aferra a su deseo de vivir, la vida tiene un valor mucho mayor del que cualquiera de nosotros con la mejor preparación del mundo puede definir. A mi me han contagiado con la vida. En Puerto Rico y en muchos lugares la mayor parte de las enfermedades son el producto de la ignorancia o falta de educación, no olvidemos que acá 52% de los niños que van a la escuela no culminan su educación. Debemos de agregar al “curar” que aprendemos en la Escuela de Medicina el “sanar” que es lo humano, que es disipar miedos generados muchas veces en la ignorancia.
¿Se ha descuidado la medicina humanística?
Cada vez que hablo con algún médico que parece ser muy rígido, veo que en ese corazón que está lleno de rollos, deudas y problemas, todavía está la pequeña llama que un día fue grande y que lo llevó a escoger una carrera que lo vincula con el ser humano, creo que no es difícil rescatar eso; si Iniciativa Comunitaria puede iluminar el camino para descubrir una posibilidad de reconciliarnos con nosotros mismos será un triunfo personal.
¿Quién apoya a Iniciativa Comunitaria?
No contamos con un apoyo permanente. Hay 30 mil deambulantes, 190 mil personas con adicción severa y muchísimos más con problemas de salud mental mal atendidos. Necesitamos mucho apoyo. Este proyecto funciona por el voluntariado. Hay 139 voluntarios. Pero necesitamos muchos más. No solamente para nuestras salidas a otros países. Tenemos un programa que se llama “Operación compasión”: se recorre de noche la ciudad, con los expedientes médicos, con el propósito de cambiar el modelo asistencial. Hace falta que cada viernes haya nueve voluntarios. Estamos organizados, hay un adiestramiento para todos los que quieran trabajar con nosotros en las calles, son dos días y es un requisito. En eso somos muy formales; también para no arriesgar a nadie de las calles a un mal manejo. Nos importa muchísimo que quien vaya a la calle vaya preparado a provocar cambios positivos y que no vaya a hacer ningún daño, en eso somos bien hipocráticos.
¿A los estudiantes que apoyan se les da créditos?
Vinieron tres estudiantes de Mayo Clinic en Rochester a través de la UPR. Los tres resaltaron su experiencia acá y su universidad lo reconoció. Estamos esperando que acá también lo implementen.
¿Disfruta enseñando?
Yo estudié educación antes que medicina, quería ser maestro antes que cualquier otra cosa. Hay el caso de un estudiante de medicina que nos apoya como voluntario, sabe mucho pero no se desvive para ser el que tenga las mejores notas. El tiempo que otros lo dedican a amanecerse para sacar la mejor nota, lo dedica a trabajar acá, ha ido a misiones y eso le va a dar una tremenda ventaja. Los estudiantes no solo tienen que estudiar para pasar el examen sino para aprender. La tecnología ayuda pero ha complicado, hay estudiantes que no van a las clases presenciales, no ven a veces al profesor. Hay preceptuarías donde el estudiante no pasa de la sala de espera. Más que las notas, debemos de estimular al que se quiere distinguir por sus logros, incluyendo la investigación.
La última pregunta: ¿Le alcanza el tiempo?
Yo divido mi tiempo entre la enseñanza e Iniciativa Comunitaria. Y hace 3 o 4 años decidí tener una vida balanceada, tratar de estar a las 6 en casa, tengo cuatro hijos, tres de ellos adultos y una pequeñita de 7 años que tiene un papá que la cuida y apoya…