EDITORIAL INVITADO

Daño moral:

El peso de los dilemas éticos en la medicina y cuando la ética profesional se enfrenta a la realidad

Humberto Lugo-Vicente, MD
Cirujano Pediátrico
Catedrático, Escuela de Medicina de la UPR
Editor de “Pediatric Surgery Update”.
Escritor. Cel (787) 340-1868

El daño moral es una condición psicológica y emocional que surge cuando los individuos presencian, no pueden evitar o participan en acciones que transgreden sus creencias morales más profundas. Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado en el ámbito de la salud, particularmente entre médicos y cirujanos, donde la toma de decisiones de alto riesgo y los conflictos éticos son inherentes a la profesión. A diferencia del trastorno de estrés postraumático, que suele estar vinculado a traumas basados en el miedo, el daño moral se fundamenta en sentimientos de culpa, vergüenza y traición.

En las profesiones quirúrgicas, el daño moral está frecuentemente relacionado con resultados adversos en los pacientes. Los cirujanos experimentan un profundo impacto emocional cuando sus acciones, a pesar de su mejor intención, resultan en daño o complicaciones para el paciente. El impacto psicológico de estas experiencias suele desarrollarse en fases: un golpe emocional inicial, un periodo de autorrecriminación, intentos de recuperación a través de conversaciones con colegas o aprendizaje autodidacta, y un impacto a largo plazo que puede derivar en crecimiento personal o en un desgaste emocional acumulativo. La exposición constante a estas experiencias sin el apoyo adecuado puede conducir al agotamiento profesional (burnout) y al deterioro del bienestar del médico.

El daño moral en el ámbito de la salud va más allá de los errores médicos individuales o de eventos adversos. Factores sistémicos, como las políticas institucionales, la falta de recursos y las cargas administrativas agravan los conflictos morales. Por ejemplo, la imposibilidad de proporcionar atención equitativa debido a restricciones financieras o limitaciones en los seguros de salud genera un dilema moral en el que los profesionales sienten que actúan en contra de su compromiso ético con el bienestar del paciente. La carga emocional de estas fallas sistémicas puede llevar a la desilusión, el cinismo y a la pérdida de motivación profesional.

La pandemia de COVID-19 intensificó significativamente el daño moral entre los trabajadores de la salud. Médicos y enfermeros se enfrentaron a una carga de pacientes abrumadora, a escasez de recursos y a altas tasas de mortalidad mientras intentaban mantener su compromiso con el cuidado del paciente. La carga psicológica aumentó debido a la necesidad de racionar la atención médica, una práctica que contradice los principios fundamentales de la ética médica. Estudios han demostrado que, durante la pandemia, casi la mitad de los profesionales de la salud reportaron síntomas de daño moral, muchos experimentando sentimientos persistentes de culpa, ansiedad e inseguridad respecto a sus decisiones clínicas.

Ante estos desafíos, la investigación ha explorado diversas estrategias para mitigar el daño moral. Una de ellas es la educación estructurada y la formación en resiliencia moral, diseñadas para fomentar la fortaleza emocional y mejorar la toma de decisiones éticas. Se ha demostrado que talleres y programas educativos dirigidos a aumentar la conciencia moral y desarrollar estrategias de afrontamiento son efectivos para ayudar a los profesionales de la salud a enfrentar dilemas éticos. Por ejemplo, la formación en cuidados paliativos se ha incorporado en los programas de residencia quirúrgica para proporcionar un marco de referencia en la gestión de conflictos éticos y promover la autorreflexión. Estas iniciativas fomentan el apoyo entre colegas y crean espacios donde los médicos pueden procesar sus experiencias de manera constructiva.

Otro aspecto fundamental para abordar el daño moral es la cultura institucional. Un entorno de trabajo que fomente discusiones abiertas sobre el estrés moral y los dilemas éticos puede reducir significativamente la carga emocional en los profesionales de la salud. Sesiones de apoyo entre colegas y programas de mentoría permiten la creación de mecanismos colectivos de afrontamiento, facilitando el intercambio de experiencias y la validación emocional entre compañeros que comprenden la complejidad de la toma de decisiones médicas. En contraste, los entornos que priorizan la eficiencia administrativa sobre el bienestar del personal clínico pueden intensificar el daño moral al reforzar la sensación de impotencia y la desilusión profesional.

Además, es esencial implementar intervenciones sistémicas que aborden las causas fundamentales del daño moral. Políticas dirigidas a reducir las cargas burocráticas, mejorar la proporción de pacientes por médico y garantizar un adecuado apoyo en salud mental para los clínicos son fundamentales para mitigar el estrés emocional a largo plazo. Las instituciones que reconocen el daño moral como un riesgo ocupacional legítimo tienen más probabilidades de adoptar medidas que protejan a los profesionales de la salud de sus efectos más debilitantes.

A pesar del creciente reconocimiento del daño moral, persisten barreras para su manejo. El estigma asociado a la vulnerabilidad emocional en la profesión médica a menudo impide que los médicos busquen ayuda o hablen abiertamente sobre sus dificultades. Muchos temen que reconocer su angustia moral pueda interpretarse como una señal de debilidad profesional, lo que genera reticencia a participar en iniciativas de apoyo. Asimismo, las jerarquías dentro de las instituciones médicas pueden dificultar que los profesionales más jóvenes expresen sus preocupaciones sobre conflictos éticos, lo que aumenta su sensación de aislamiento.

Estudios longitudinales han demostrado que los efectos del daño moral son acumulativos, lo que significa que la exposición repetida a situaciones moralmente angustiantes sin una resolución adecuada puede generar un profundo daño psicológico. Los médicos que experimentan daño moral crónico tienen un mayor riesgo de agotamiento profesional, depresión e ideación suicida. Por lo tanto, abordar el daño moral no solo es una cuestión de bienestar individual, sino un factor crítico para mantener un sistema de salud funcional y humanizado.

En conclusión, el daño moral es un problema extendido en el ámbito de la salud que surge de la interacción compleja entre experiencias individuales, limitaciones sistémicas y culturas institucionales. Se manifiesta en una profunda angustia emocional y psicológica, especialmente entre cirujanos y médicos que enfrentan con frecuencia dilemas éticos y resultados adversos en los pacientes. Si bien las estrategias para abordar el daño moral mediante la educación, el apoyo entre colegas y las reformas sistémicas han mostrado avances prometedores, aún persisten obstáculos significativos. Para mitigar los efectos a largo plazo del daño moral y preservar la integridad ética de la profesión médica, es necesario un enfoque integral que combine mecanismos individuales de afrontamiento con intervenciones organizacionales y políticas a nivel institucional.

El daño moral surge cuando los profesionales de la salud enfrentan dilemas que entran en conflicto con sus valores éticos. Su impacto puede ser profundo, generando angustia, agotamiento y pérdida de motivación. Para mitigar sus efectos, se requieren estrategias educativas, apoyo entre colegas y cambios institucionales que prioricen el bienestar del personal médico.

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