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ENTREVISTA

Entrevista al Dr. Elí Ramírez:

A sus 104 años, ¡vaya vida y trayectoria impresionantes!

Especial para Galenus Revista para los médicos de Puerto Rico
Conversar con el Dr. Eli Ramírez Rodríguez es dar un paseo por la historia de Puerto Rico, abarcando temas más allá de la medicina. Su rol como profesor de Medicina Interna y de Cardiología de miles de estudiantes y de cientos de especialistas, así como los resultados de muchos de sus trabajos de investigación y de su actividad profesional son solo algunos de los puntos destacados en la vida de este médico puertorriqueño. Nos abruma ver cómo con su sabiduría y con su gran memoria nos lleva a los puntos que desea destacar.

Nota del editor: esta entrevista al Dr. Elí Ramírez complementa la primera en la edición número 8 de Galenus realizada hace unos 15 años.

Al verlo con 104 años, surge la curiosidad de saber… ¿cuál ha sido su secreto?

Creo que mi vida ha sido bastante simple. Nunca he sido de comer mucho y prefiero alimentos sencillos. Me gusta la carne de cerdo, pero todo en cantidades pequeñas. No he tenido problemas graves de salud. Mi peso siempre ha sido estable, con excepción de cuando regresé a Puerto Rico después de la Segunda Guerra Mundial y en la cafetería del Hospital de Veteranos había un cocinero que hacía un pan francés delicioso. Allí si pasé las 200 libras, que era mucho para mis 6 pies, de entonces. Ahora me mantengo debajo de 140 libras. Mi abuela y mi madre vivieron 94 años; quizás a ellas les debo la genética buena.

Debo reconocer que he tenido mucha suerte; quizás es la suerte del que trabaja con optimismo. Recibí una crianza ejemplar por parte de papá y mamá. Me casé con una mujer muy sabia. Y la salud está bien; no tengo hipertensión, mi glucosa está bien, mi peso está bien. Hay algunas cositas de la edad que limitan, el oído, la vista, la movilidad. Algo importante: duermo bien y tranquilo.

Sus estudios de Medicina

Nací y crecí en Ponce y allí fui a la escuela. Después estudié Prémedicas en la Universidad de Puerto Rico. En esa época no teníamos una escuela de Medicina. Todo era muy diferente. Nuestra población estaba por los 2 millones y en toda la isla había muy pocos médicos, menos de mil. Los jóvenes que querían estudiar Medicina tenían que salir, a los Estados Unidos, a España, a República Dominicana, a Cuba, a México, entre otros lugares del mundo. Hasta 1898, que fuimos parte de España, no se consideró crear una universidad en Puerto Rico. Recién en 1903, y ya siendo parte de los Estados Unidos, se estableció la Universidad de Puerto Rico. En esos, se fundó la Asociación Médica de Puerto Rico, que llegó a tener una trascendencia grande. Pero tuvo que pasar casi medio siglo hasta que se estableciera la primera escuela de Medicina.

Por eso, fui a estudiar a la Universidad Marquette. Recuerdo que salí el 23 de septiembre de 1938 en el barco San Jacinto. Los viajes eran largos, pero fue una gran experiencia. En esos años había en los Estados Unidos unas 20 escuelas de Medicina clase A, formales y serias. Había muchas otras que después desaparecieron por su falta de calidad. Para otorgar el diploma, se tenía que hacer un año de internado. Pero en 1943, al entrar en la Guerra Mundial y ante la necesidad de médicos, el gobierno ordenó que se graduaran todos los médicos sin importar el internado. ¡Cosas de las crisis!

¿Recuerda algo especial de esa época?

Tengo muchos recuerdos, pero el principal es que cuando era estudiante de tercer año tuve la suerte de conocer a Betty en una cita casi a ciegas. ¡Era muy bella! Cuando empezamos a salir y me llevó a ver a sus padres, me di cuenta de que ella tuvo la misma crianza que yo. Estuvimos de novios por casi dos años y nos casamos el día entes de mi graduación. ¡Las cosas buenas sí ocurren!

Después y ya graduado, ¿se especializó?

Debido a la guerra me llamaron al ejército. El 1º de julio de 1943 estaba en el ejército y me enviaron a Alemania. A los 23 años era capitán y los soldados de 30 o 40 años me saludaban como oficial. Tenía que ir a verificar enfermedades en los hospitales de prisioneros de guerra y cuidar a nuestros heridos. En un viaje, en un punto de control, un oficial reconoció mi acento de Puerto Rico. Era el Dr. José Manuel Torres, otro médico puertorriqueño con quien años después dirigimos la Asociación Médica de Puerto Rico. Esa noche nos tomamos una botella de vino juntos. Él contribuyó también a salvar la vida del prisionero alemán que yo estaba llevando, un muchacho de 18 años. De esa época tengo dos melladas, de la Batalla del Rin y de la del Sur de Alemania. Al volver de la guerra hice la re- sidencia en Medicina Interna en el Milwaukee County Hospital. Aún no había el board en Cardiología.

¿Cuándo regresó a Puerto Rico?

Volví en 1949. Ya había acabado la residencia. Me vinculé al Hospital de Veteranos que en esos años funcionaba en unas barracas en San Patricio. Fui miembro de la Asociación Médica, que era la principal sociedad de médicos en la isla.

Casualmente, en esa época se gestó la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. Don Jaime Benítez, que dirigía la Universidad, favoreció una solución rápida que era traer a una Fundación Paderewsky, que así se llamaba un grupo de médicos polacos que habían emigrado a Escocia y que estaba buscando dónde establecerse. La Asociación Médica de los Estados Unidos recomendó no aceptar esa propuesta porque no era un grupo con base académica de excelencia, además de no saber el español ni dominar el inglés. Sin querer, nos vimos en el centro de un tema político cuando en realidad buscábamos defender los intereses de Puerto Rico y de la entonces famosa Escuela de Medicina Tropical que funcionaba en el bello edificio junto al Capitolio. Como vicepresidente de la Asociación Médica, tuve que aclarar que nunca nos opusimos a su creación, sino al plan inicial de Don Jaime de traer a una escuela polaca sin bases serias. Medicina Tropical era una escuela de especialistas internacionalmente reconocida donde se hicieron trabajos de hongos, de malabsorción y de esprú. Al final, se escogió contar con el apoyo de la Universidad de Columbia que ya contribuía con Medicina Tropical. Ellos designaron al primer Decano, el Dr. Brown. A varios médicos del Hospital de Veteranos, a pesar de nuestra juventud, nos hicieron profesores porque teníamos un entrenamiento formal en los Estados Unidos.

El estudio sobre hipertensión arterial

En la década de 1970, en el Hospital de Veteranos me tocó dirigir parte del estudio sobre hipertensión arterial. Este es un problema de salud serio en todo el mundo, ya que afecta del 12 al 15% de los 8 billones de personas, o sea que estamos hablando de muchos millones. En esa época había cierta controversia sobre el riesgo de bajar la presión alta. Un famoso cardiólogo de Boston, el Dr. Douglas, decía que bajarla podía ser contraproducente, pues algunas zonas distantes podrían quedar sin ser irrigadas. Era una hipótesis, quizás razonable.

El estudio se hizo en 12 hospitales, en más de 500 varones de más de 50 años con presión diastólica consistente sobre 100 mmHg. Con 80 casos fuimos el grupo más grande del estudio, en una población seleccionada, doble ciego y aleatorizado; ojo, a veces dicen randomizado pero esa palabra no existe en español. El estudio era controlado por un comité en Washington, y cuando observaron problemas graves en casi el 30% de quienes estaban en placebo contra el 2% del grupo medicado, suspendieron el estudio de inmediato. La noticia se propagó por el mundo. Esa fue la base de lo publicado en noviembre de 1977, mostrando que la hipertensión consistente podía ser la causa de un problema vascular mayor. Al Dr. Ed Fries se le otorgó el Albert Lasker Award. Yo era el investigador principal y así lo reconoció Ed en su discurso de premiación. Este es el estudio vascular más importante hecho en Puerto Rico. Después participé en presentaciones en Europa y en muchos lugares del mundo.

El tema de la hipertensión sigue siendo relevante, especialmente ahora, con un gran número de personas con sobrepeso; es un problema que puede ser tratado de manera efectiva y económica. Se debe tener en cuenta que muchos pacientes con condiciones comunes como la diabetes mueren a causa de crisis de hipertensión arterial. Es un tema que requiere seguimiento y cuidado, similar al control y cuidado de la glucosa. La medicina evoluciona, continuamos avanzando y se sigue aprendiendo muchas cosas. Por eso, es crucial hacer diagnósticos precisos, ya que a veces se puede cometer errores, por omisión o por comisión.

Trabajo en el Hospital de Veteranos

En 1957, fui jefe de Medicina. Sin embargo, en el tiempo preferí rechazar varias posiciones, sobre todo aquellas de tipo político. Jaime Benítez me ofreció el decanato, pero preferí quedarme en el Hospital de Veteranos. Cuando Don Luis Ferré me ofreció ser secretario de salud, después de consultarlo con mi padre y con Betty, decidí no aceptarlo. Seguí en Veteranos hasta el retiro.

La evolución y los cambios

La evolución es fundamental en la vida. A veces cometemos errores, pero seguimos avanzando. Hay información que a veces se publica y que no es cierta. A menudo veo en televisión o en Internet comentarios o cosas que no sirven. Por ejemplo, hay un naturópata que dice que las vacunas no sirven; no queda otra que reírse de esas sandeces. Hay intereses atrás de todo eso. A veces hasta mencionan cifras o estadísticas mal usadas. Sobre esto, Benjamin Disraeli, un primer ministro inglés del siglo XIX decía: «Hay mentiras, hay grandes mentiras y hay estadísticas. Se puede demostrar cualquier cosa con las estadísticas». Debemos ser críticos con la información y contribuir a destacar lo que realmente sirve, lo que es verdadero y útil.

Si volviera a nacer, ¿cambiaría algo?

Tengo 104 años. No solo volvería a estudiar medicina; haría todo igual, ¡incluso volvería a casarme con la misma mujer! Lo que sí eliminaría son los 2 años y medio que estuve en la guerra. Vi muchas cosas desagradables. Ser parte del ejército en una guerra es muy diferente a serlo en época de paz.

La vida y la familia

La vida es algo especial. Recuerdo muy bien el día que conceptualicé lo que puede significar el final de la vida, la muerte. Yo tenía 6 años y recuerdo muy bien ese día en que mis padres decidieron buscar al fotógrafo para tomar mi retrato porque “uno nunca sabe lo que puede pasar”. Quedé muy intrigado sobre lo que quería decir eso.

Con Betty formamos nuestra familia, tuvimos 4 hijos. Mis padres tuvieron tres hijos, yo era el menor. Mi abuelo fue Francisco Ramírez, elegido como el primer y único Presidente de Puerto Rico por el comité luego del Grito de Lares por solo 3 días hasta que el movimiento fue sofocado. Había intereses comerciales atrás. Papá tenía un retrato del abuelo y de ese retrato yo hice esa pintura. Eran otros tiempos, en esa época muchas de las colonias de España ya se habían independizado. Hoy el mundo es diferente y nosotros seguimos siendo una isla pequeña sin grandes recursos naturales.

¿Cómo pasa sus días actualmente?

Me retiré del trabajo en el Hospital de Veteranos hace varios años. Betty, mi esposa, falleció hace 14 años, pero la verdad, me sigue velando desde donde está. Lo más raro es que mi mente está relativamente clara. Tengo una vida entretenida. Después del desayuno, leo todos los días el periódico y veo las noticias por televisión. Después me conectó por Internet, puedo ver información importante y reviso los mensajes que puedo recibir.

¿Como ve el futuro en Puerto Rico?

Lo veo todo parecido. Los problemas son los mismos y hay cierta informalidad en muchas cosas. Todo irá viéndose un día después del otro, como siempre ha ocurrido. El gobierno muchas veces ha esquivado sus responsabilidades. Se gasta mucho y no todo es óptimo: el servicio de electricidad, la educación y la misma salud. Creo que muchos problemas se repiten, en lugares o escenarios distintos, con diferentes circunstancias y personas, pero las actitudes y las reacciones no varíanmucho. Como ejemplo, hice grandes esfuerzos para unir la residencia de Veteranos con la de la Escuela de Medicina de la UPR. Hubo resistencias por asuntos muy simples. Como muestra de esto, tomó años que en el informe anual de la Escuela de Medicina figure el Hospital de Veteranos como teaching hospital. Años después, cuando las autoridades de la Universidad me dijeron que debimos haber unido la residencia, no me quedó más que quedarme callado. Como se diría: siempre hay cosas de perspectiva. A pesar de todo, Puerto Rico ha progresado, eso es indudable. Hay altibajos, pero se ve un avance profesional. También hay mucha tecnología que ayuda a difundir y usar la información. Eso ayuda a los estudiantes. Se hace incluso más investigación y eso está bien. Hay muchas cosas interesantes que van ocurriendo, no siempre con la rapidez o perfección que quisiéramos, pero todo eso es tan humano. Y hay que mantener el optimismo.