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DERMATOLOGÍA

El ejercicio físico:

Pilar para la salud integral y el bienestar de la piel

Néstor P. Sánchez, MD, FAAD
Néstor P. Sánchez, MD, FAAD
Profesor de Dermatología y Patología
Escuela de Medicina, Universidad de Puerto Rico (Retirado)
Director de la Sección de Dermatología
Ponce Health Sciences University – School of Medicine
Consultor, Hospital Menonita, Aibonito

Introducción

El ejercicio físico no es solo una herramienta para mejorar la condición física; es un verdadero elixir para la salud integral. Desde el fortalecimiento del sistema cardiovascular hasta su impacto en la salud mental y en la piel, el ejercicio transforma vidas. Los hallazgos científicos más recientes respaldan el efecto médico positivo del movimiento regular.

Manuel Blanco, MD

El ejercicio y la salud emocional y mental

La conexión entre el ejercicio y la salud mental es indiscutible. La actividad física libera endorfinas, las «hormonas de la felicidad», que ayudan a combatir la depresión y la ansiedad. Estudios recientes muestran que 30 minutos de ejercicio al día pueden reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y potenciar funciones cognitivas, como la memoria y la concentración. Además, la actividad física estimula la plasticidad neuronal, mejorando la resiliencia emocional y las habilidades para manejar el estrés diario, y fomenta un sueño reparador, clave para una mente equilibrada. El ejercicio también enriquece el alma. Prácticas como el yoga y el tai chi ayudan a equilibrar el sistema nervioso, reduciendo emociones negativas como la ira o la tristeza. Además, estas actividades fortalecen la conciencia corporal y fomentan una conexión más profunda entre la mente y el cuerpo. Estudios recientes subrayan que la actividad física en grupo potencia la cohesión social, generando un efecto emocional acumulativo positivo.

La piel y el ejercicio: una relación dinámica

La piel, como espejo de nuestra salud interna, también se beneficia del ejercicio. La mayor circulación sanguínea oxigena las células cutáneas y promueve la eliminación de toxinas. Esto no solo mejora la luminosidad de la piel, sino que también fortalece la barrera cutánea, clave para prevenir infecciones y mantener la hidratación. Además, el ejercicio regula la producción de hormonas como el cortisol y los andrógenos, que pueden exacerbar el acné y otras condiciones cutáneas. Se ha demostrado que incluso 20 minutos de actividad moderada pueden reducir marcadores de inflamación en la piel.

Ejercicios aeróbicos y de resistencia: diferentes beneficios, un mismo objetivo

Los ejercicios aeróbicos, como correr, nadar o ir en bicicleta, mejoran la resistencia cardiovascular y favorecen una circulación eficiente. Como ya se ha mencionado, esto impacta en la salud cutánea al mejorar la oxigenación y la eliminación de toxinas, además de reducir los niveles de estrés y mejorar el ánimo, disminuyendo la liberación de hormonas inflamatorias y su efecto negativo en la piel. Por otro lado, ejercicios de resistencia, como levantar pesas o el entrenamiento con bandas elásticas, fortalecen los músculos y aumentan el metabolismo basal. Esto ayuda a mantener la masa muscular y también estimula la síntesis de colágeno en la piel, un componente esencial para prevenir el envejecimiento prematuro y mantener la elasticidad cutánea. La combinación de ambos tipos de ejercicio potencia los beneficios para la salud integral.

Esquema de los mecanismos mediante los cuales la pérdida de peso y el ejercicio reducen la inflamación crónica: La pérdida de peso y el aumento de la actividad física modulan el sistema inmunológico al reducir células mononucleares en sangre, disminuyendo citocinas proinflamatorias (IL-6, IL-1β, IL-8, TNF-α y TGFβ). Además, la reducción del tejido adiposo puede limitar la producción de mediadores inflamatorios (PCR, SAA y citocinas) por adipocitos, endoteliales y macrófagos. A su vez, el ejercicio puede promover mediadores antiinflamatorios (IL-10, IL-1ra) y reducir la síntesis hepática de fibrinógeno y otros factores proinflamatorios.

Ejercicio y enfermedades crónicas de la piel

En condiciones crónicas como la psoriasis, el ejercicio puede ser un aliado terapéutico. Su capacidad para reducir la inflamación sistémica y el estrés disminuye la frecuencia e intensidad de los brotes. El ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina y regula el peso corporal, factores que pueden agravar enfermedades inflamatorias de la piel. Pacientes con psoriasis han reportado mejoras en la calidad de vida gracias a la incorporación de rutinas de bajo impacto, como nadar o caminar, que son gentiles con las articulaciones y la piel afectada.

El ejercicio y el sistema inmunológico

El ejercicio moderado refuerza el sistema inmunológico al aumentar la actividad de células “natural killer” y linfocitos T, esenciales para combatir infecciones y mantener la salud de la piel. Esto también acelera la recuperación de heridas y mejora la resistencia a patógenos. Estudios sugieren que la actividad física regular también puede modular el microbioma cutáneo, promoviendo un equilibrio saludable en las bacterias que protegen la piel.

Consideraciones prácticas

Para obtener el máximo beneficio, se recomiendan 150 minutos semanales de actividad física moderada. Esto puede incluir caminatas rápidas, natación o ejercicios de fuerza. Al incluir de intervalos de alta intensidad, se pueden potenciar los beneficios cardiovasculares y metabólicos. Es fundamental adaptar el ejercicio a las necesidades individuales, teniendo en cuenta condiciones preexistentes y niveles de aptitud física, para garantizar la seguridad y prevenir lesiones.

Cuidado dermatológico durante el ejercicio

Es importante proteger la piel durante el ejercicio. Esto incluye el uso de protector solar en actividades al aire libre, ropa transpirable para evitar irritaciones y una adecuada hidratación antes, durante y después de la actividad física. Cambiarse de ropa al terminar es esencial para prevenir infecciones cutáneas. Además, se recomienda el uso de limpiadores suaves postejercicio para eliminar sudor y bacterias acumuladas, evitando productos agresivos que puedan comprometer la barrera cutánea.

Conclusión

El ejercicio es una herramienta transformadora que impacta positivamente en nuestra salud. Su capacidad para mejorar la mente, el cuerpo y la piel lo convierte en un pilar insustituible de una vida saludable. Al integrar la actividad física en la rutina diaria, no solo potenciamos nuestra salud, sino que también invertimos en un futuro más pleno y equilibrado. Cada movimiento cuenta y cada sesión de ejercicio es una inversión en nuestro bienestar integral.

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