El médico como agente de cambio y desarrollo social
Todos poseemos un valor incalculable, inherente al hecho de ser seres humanos. Si bien somos iguales y esto es una realidad, también es innegable algo que observamos todos los días, y es que hay diferencias grandes en las vidas de los distintos seres humanos.
Por un lado, están los determinantes sociales que son los que establecen el nivel de igualdad o desigualdad en una sociedad. Están definidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS/WHO) como “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud”; esto podemos considerarlo como aquella impostergable visión holística del ser humano en la que se reconoce lo multifactorial y sistemático.
Condiciones de vida como el lugar de residencia, el acceso a los recursos como techo seguro, agua apta para el consumo, electricidad, medios de transporte, salubridad y/o el acceso a servicios y recreación son los aspectos que se deben de garantizar a la población. Esto lleva a facilitar el alcance a un estándar económico o de recursos que puedan cubrir las necesidades y/o las aspiraciones individuales para lograr elementos que promuevan el bienestar emocional y fortalezcan el autoconcepto de la persona.
Contar con salud es sinónimo de superación, independencia y de autogestión, y brinda el potencial de empoderarse de las situaciones o problemas que surjan. La medicina contemporánea, consciente de su realidad actual, busca promover la salud de la gente, prevenir las enfermedades y hacer diagnósticos oportunos seguidos de tratamientos eficaces, rehabilitando a quienes lo necesitan, contribuyendo a la creación de ambientes favorables para el desarrollo humano, tanto a nivel familiar como en los centros de estudios y laborales, participando en la conservación, protección y saneamiento del medio externo (Carrada-Bravo T. 2002).
Así, cada médico y profesional de la salud resulta ser una pieza importante en la promoción del bienestar físico y emocional de las personas de nuestra sociedad. Por esta razón, es bueno recomendar alternativas de recreación y bienestar social a los individuos en general o a los pacientes en particular:
- Promoviendo su participación en actividades de la comunidad;
- Facilitando –a través de la orientación– el acceso a espacios recreativos;
- Dialogando sobre la importancia de crear espacios de unión familiar;
- Involucrando en la salud a organizaciones comunitarias para que ofrezcan alternativas;
- Fomentando la integración de las personas para realizar actividades recreacionales variadas, inclusive compartiendo diferentes intereses; y
- De no poder ofrecer o sugerir alternativas de recreación, se puede contactar a un trabajador social o manejador de casos para que brinde asistencia.
Nos toca a todos promover cambios y fomentar el desarrollo del individuo y la autogestión para transformar la calidad de vida de los individuos, los pacientes y sus familiares.