El síndrome de la abuela esclava
Félix J. Fojo, MD _ felixfojo@gmail.com _ ffojo@homeorthopedics.com
Se trata de un síndrome que afecta a mujeres, predominantemente latinas, relativamente jóvenes, bastante frecuente después de los 55 o 60 años, de larga duración y de difícil diagnóstico. Son abuelas con nietos pequeños o adolescentes, amas de casa eficaces y muy responsables y dedicadas a su familia.
Los factores predisponentes pueden ser intrínsecos y extrínsecos. Los intrínsecos son las condiciones crónicas que pueda padecer la mujer afectada, como diabetes, coronariopatía, hipertensión arterial, hipertiroidismo, depresiones u alguna otra. Los extrínsecos se dan por su deseo de seguir siendo útil y el centro familiar, actitud que el resto de la familia acepta inconscientemente y favorece, tomando su salud como a toda prueba y su fuerza de carácter como un acto permanente de voluntad.
No es un cuadro de maltrato familiar sino una situación de sobrecarga de trabajo y responsabilidades autoimpuestas que no conoce descanso, que se incrementa con el tiempo y que deteriora las patologías subyacentes de la mujer, que rehúsa un diagnóstico y tratamiento por temor a ser desplazada de su posición familiar central.
Son factores agravantes las dificultades económicas, las preocupaciones por hijos o nietos descarriados, la falta de apoyo del cónyuge o hijos, el divorcio de los hijos, el aumento brusco de la carga por hijos o nietos que regresan al hogar, la tirantez con las parejas de los hijos, la familia numerosa y poco ordenada y las casas grandes.
El síndrome se hace evidente cuando la carga supera la capacidad de resistencia, empeoran bruscamente las patologías orgánicas y surgen trastornos psicológicos inesperados: crisis de llanto, depresiones, cambios de carácter y personalidad, autoinculpación, tristeza, evasión del entorno familiar y, en ocasiones extremas, el suicidio.
Desde la perspectiva orgánica, se descompensan los padecimientos de base y la decadencia física y las complicaciones se hacen evidentes en poco tiempo. El tratamiento es multidisciplinario: médico primario, especialista, psicólogo, psiquiatra y, sobre todo, familiar.