El trastorno de procesamiento sensorial en niños
Estímulos, receptores sensoriales y percepción
A diario nos exponemos a un sinnúmero de estímulos y desarrollamos reacciones a nuestro ambiente basadas en nuestra capacidad de interpretarlos. Desde que nacemos estamos buscando formas de interpretar los estímulos que nos rodean. Percibimos movimientos, sonidos y cambios de posición desde que estamos en el vientre de la madre. Al empezar a explorar nuestro mundo nos desplazamos en el suelo, y nuestro cuerpo reacciona a estímulos táctiles para generar una respuesta motora al ambiente. Sentimos el tacto y el olor de nuestros cuidadores, la sensación de llenura luego de comer y el acogimiento y seguridad cuando nos acurrucan.
Existe una compleja interacción entre nuestros receptores sensoriales y la manera en que nuestro cerebro integra esta información hacia una respuesta efectiva. Nuestra percepción a través de la vista, el olfato, el gusto, la audición, el tacto, el sistema vestibular y la propiocepción es dirigida por nuestras experiencias y por la manera como interpretamos nuestro ambiente. La integración de estas diferentes sensaciones aporta a nuestro sentido de seguridad, dominio de nuestro cuerpo y desarrollo de unas correlaciones sensorio-afectivas apropiadas. El procesamiento sensorial da forma a nuestras experiencias e impacta nuestras emociones creando así nuestra realidad vivida. El procesamiento sensorial es un aspecto crítico ligado a nuestro bienestar, y a la relación entre lo físico y la salud mental.
El trastorno de procesamiento sensorial (TPS) es una condición en la que se afecta la capacidad de organizar los estímulos sensoriales para generar una respuesta apropiada y adaptativa. Esta interpretación de los estímulos sensoriales puede afectar de manera negativa la socialización, el aprendizaje y la habilidad de hacer las actividades del diario vivir de forma independiente. El trastorno de procesamiento sensorial puede limitar la interacción social, el disfrute de actividades como el juego, los deportes y la comunicación efectiva, y afectar la conducta interpersonal.
Aspectos etiológicos y estadísticos
La causa del TPS es desconocida. Puede haber factores genéticos, factores del desarrollo durante el embarazo o el parto y factores ambientales relacionados. Esta condición la destacó la terapista ocupacional A. Jean Ayers, notando en sus pacientes una dificultad en aprender, problemas de conducta, de coordinación y balance, asociada a sus respuestas a diversos estímulos sensoriales. Alrededor de un 5% de la población pediátrica puede presentar síntomas asociados a esta condición en sus vidas con una afección diversa.
Síntomas principales
Las reacciones de los pacientes tienden a ocurrir en un espectro. Pueden ser hiposensibles a algunos estímulos, hipersensibles a otros, o tener una combinación de ambas respuestas. Por ejemplo, un niño con alta tolerancia al dolor puede tener poca tolerancia a los sonidos de las voces o de la aspiradora en la casa.
Los cambios generados durante la pandemia del COVID-19 han causado una exacerbación de algunos de estos síntomas debido a cambios en las rutinas, a la ansiedad, a las medidas de seguridad como el uso de mascarillas y la limpieza de manos, especialmente en niños con problemas de modulación táctil.
Los síntomas pueden comenzar temprano en la vida del niño. Problemas de balance, reacciones exageradas a sonidos comunes del día a día, agarre impropio del lápiz o utensilios, problemas de concentración, reacción disminuida al tacto, al dolor o a la temperatura son algunos ejemplos de problemas en las respuestas sensoriales.
Los problemas de alimentación debido a intolerancia a ciertas texturas como los alimentos majados, carnes, cremas, olores o apariencia de la comida, son muy comunes entre estos pacientes y van más allá de lo que se denomina “picky eaters” (quisquillosos o difíciles para comer). Pueden generar respuestas de náusea o vómitos de solo tocar sus labios u oler comidas que no toleran. Estas respuestas hacen muy difíciles los procesos diarios en la vida de muchos padres.
Algunos niños evitan actividades de cuidado personal como recortarse el pelo, las uñas, peinarse o lavarse los dientes. Las diferentes texturas en la tela de la ropa, el largo de la ropa, las etiquetas en las camisas o hasta el tipo de zapato pueden ser intolerables para algunos pacientes. Sonidos que nos acompañan en el día a día como la música, la aspiradora, las voces de otros o las máquinas de cortar grama también pueden ser intolerables y podríamos ver conductas como taparse los oídos o llorar desconsolados.
Comorbilidades, diagnóstico y terapia
Este trastorno se puede presentar como comorbilidad a otras condiciones. Pacientes con autismo, déficit de atención con o sin hiperactividad (ADHD), neuropatías, problemas neuromusculares, ansiedad, epilepsia, estreñimiento o dermatitis atópica se pueden ver con síntomas de TPS. La condición también se puede presentar de manera aislada o exclusiva.
La dificultad en procesar la información sensorial puede llevar a que el niño adopte conductas o respuestas maladaptativas hacia esos estímulos que no sabe interpretar. A veces, vemos reacciones exageradas en el estado de ánimo, agresividad, tristeza y/o frustración asociada a la exposición a estos estímulos.
Si notamos algunos de los síntomas descritos, debemos tomar acción para prevenir que se generen unos comportamientos inapropiados y maladaptativos para el niño. Si se tiene la sospecha de este diagnóstico, se debe buscar referir a profesionales de salud en el área. Los terapistas ocupacionales, psicólogos, pediatras, neurólogos, psiquiatras y otros especialistas en neurodesarrollo pueden apoyar en identificar estas conductas para así referir al paciente a los especialistas que manejan esta condición.
Así, el especialista en la terapia en el área sensorial tiene un rol importante en diagnosticar, crear un plan de acción y una “dieta sensorial” para los pacientes con el fin de lograr amilanar las limitaciones que pueden padecer estos pacientes en su día a día. Una terapia efectiva puede ayudar a que estos pacientes puedan tomar parte en actividades académicas y del diario vivir de manera efectiva. Necesitamos más profesionales que se entrenen para dar estos servicios terapéuticos ocupacionales con enfoque sensorial a estos niños para ayudarlos a manejar estos retos.
Conclusión
En resumen, el trastorno de procesamiento sensorial es un desorden complejo del neurodesarrollo que puede afectar las interacciones diarias de un grupo significativo de pacientes. Puede impactar su aprendizaje, su socialización y las relaciones interpersonales, y se puede ver a través de familias y generaciones. La evaluación e intervención temprana es importante para ayudarles a progresar en su vida dado el espectro de severidad con que estos síntomas pueden presentarse y la cronicidad de los mismos.