Entrevista
Entrevista a Johnny Rullán, MD
Johnny Rullán, MD
El doctor Johnny Rullán es un epidemiólogo internacionalmente reconocido. Fue Secretario de Salud y hace poco le tocó librar una intensa batalla contra el cáncer, que ha logrado superar. Recuperado ya, sigue brindando importantes aportes a la salud preventiva de nuestra población.
“HE LIBRADO VARIAS BATALLAS, Y DIOS ME SIGUE DANDO OPORTUNIDADES DE VIVIR Y SERVIR”
Nos recibe y muestra con orgullo un cuadro donde se ve una receta antigua. “La única receta que se hacía en Puerto Rico en maquinilla la hacía mi papá. Era médico y quería que se entendiera bien por respeto a los pacientes. ¡Eso era algo de vanguardia en aquella época!”. La sangre de médico está en la familia: nos cuenta que su hermano mayor también es médico.
Hace poco, se dijo que el Dr. Johnny Rullán estaba enfermo, que había fallecido. ¿Le molesta hablar de eso?
Por supuesto que no. Contra lo que se puede creer, fue una experiencia preciosa. Ahora soy sobreviviente de cáncer, voy 2 veces al año a controles y vivo tranquilo. No puedo correr pero puedo caminar. Cuando estaba en Centro Médico alguien dijo que había muerto. Mi enfermedad fue pública. Ya no era Secretario de Salud pero los 4 años que me tocó serlo fueron muy activos y estuve solucionando problemas grandes que requerían la atención de la prensa, estaba muy expuesto. ¡Salía en la prensa 26 veces al día!
¿Eso fue contraproducente para el tratamiento?
Al contrario. Como Secretario de Salud había tenido múltiples responsabilidades en muchos campos. Siempre tienes que ayudar, y yo lo hacía en forma automática. Cuando enfermé me devolvieron mucho más de lo que di. En Centro Médico, cuando me llevaban a radioterapia, la gente me gritaba: “Secretario, ¡eche pa’lante, estoy contigo!”. Eso me dio mucha valentía, mucho apoyo, me dieron mucho calor humano. Estoy seguro de que ello ayudó en mi rehabilitación. Además, eso compromete, tienes que salir adelante. Yo había manejado Centro Médico y ahora estaba allí como paciente. No podía moverme. Era un paciente limitado, sin privacidad, tenía que ser humilde y sentir gratitud por las personas que me ayudaban. Aprendes a recibir.
Fue una experiencia muy fuerte… Aprendí a escuchar en vida cosas que hubieran dicho en mi funeral. Me dijeron cosas como “Doctor, a mí me encantaba su pelo, su pelo era chulísimo”. Y yo estaba sin pelo por el tratamiento. Cosas que te dicen cuando te estás muriendo. Ahora me siento querido, amigo del pueblo, se me ha ido el miedo. En Puerto Rico, tenemos algunas cualidades, somos bien consistentes, hay mucha lealtad, las relaciones se mantienen por generaciones. Vas al bautizo, a las bodas, al matrimonio, al sepelio. Por lealtad y porque somos consistentes.
¿Vivió muchos años fuera de Puerto Rico?
Por estudios, por trabajo. Fui a Northwestern en Chicago. ¡Qué mucho museo fantástico hay en Chicago! Allí, siendo estudiante, fui maestro de los puertorriqueños que estaban en las pandillas de Chicago. No conocen la historia y nada de Puerto Rico. Fundé un grupo de estudiantes latinoamericanos, llevamos a Jorge Luis Borges, a Isabel Allende. Sentí claramente mis raíces latinas. Tuvimos mucha actividad. Luego, vinieron años muy bonitos en la Escuela de Medicina de la UPR. Y, después, pasé por Medicina Preventiva en Hopkins. Pero donde aprendí de verdad fue en CDC (Centers for Disease Control and Prevention) con la filosofía de “ve uno, haz uno, enseña uno”. Fue una experiencia fantástica.
¿Se pudo aplicar eso en Puerto Rico?
Había surgido el problema del SIDA y el gobernador me da la encomienda de montar las 8 clínicas del SIDA. Son clínicas multidisciplinarias bien completas. También hicimos un estudio epidemiológico con una muestra en 6 mil personas. Encontramos dos cosas fundamentales: el 80% de los positivos no lo sabían, y eran más de 50 mil los infectados, determinándose una prevalencia de 0,8%, cuatro veces más que en los Estados Unidos. ¡Todavía se infectan cuatro al día! Hoy, la mayoría de infectados lo saben y se tratan. Con ese estudio y sus conclusiones, se pudo tomar decisiones para evitar que muchos más se infectaran. Ese estudio se ha pagado y repagado mil veces. Antes había dos lugares para hacer las pruebas, y en menos de 3 años pusimos 240 sitios para hacerlas gratis. Y los pacientes positivos son tratados sin costo, lo que equivale a 20 mil dólares por paciente. En Puerto Rico ya van más de 60 mil pacientes tratados.
A nivel de experiencias internacionales, sabemos que en España hizo y dejó escuela… ¿Cómo fue eso?
En España estuve como consultor de los programas de epidemiología de campo. En ese momento se cuestionaba allá todo lo que ya teníamos probado en CDC. Hicimos estudios importantes como el del cinturón de seguridad publicado en el 95. Tuve que empezar de abajo: yo hago primero, me observan y después lo hacen, “ve uno, haz uno, enseña uno”. Los muchachos lo hicieron, los entrené, la gente empezó a creer, vieron que esto no es hablar, que esto es hacer. Hoy en día esos chicos son los líderes en España. Fue una experiencia muy bonita, me sentí casi como un embajador. Nunca me olvido de cuando me despidieron los muchachos porque en verdad en esos 2 años hicimos muchas cosas y dejé muchos amigos.
¿El cáncer fue la experiencia de lucha más fuerte?
No creo, la del Secretario de Salud fue la más fuerte. Nadie quería ese cargo. El Gobernador anterior decidió que no servía el sistema implementado por el Dr. Arbona, quien era el pionero de la regionalización y cuyo sistema servía de modelo para OPS para muchos lugares del mundo. Había decidido vender los hospitales y que los planes médicos los administren. Además, se olvidaron de que teníamos 1100 médicos residentes que se entrenaban en los hospitales públicos. Con la privatización, ya no había la misma cubierta de impericia. Las 34 residencias estaban a punto de colapsar y quedaban sólo 500 residentes que dependían del Secretario de Salud, y varias estaban con bandera roja. Trabajamos mucho, inclusive con el Rector, y finalmente logramos que nos acreditaran en el 2003 por 9 años.
¿Qué otras consecuencias tuvo ese cambio de sistema?
El costo del seguro de impericia se cuadruplicó. Por eso empezaron enviando muchos pacientes a Centro Médico. De un sistema fantásticamente regionalizado se convirtió en un sistema centralizado. Mi opinión es que faltó planificación. En la sala de emergencia empecé con 60 camas, las tuvimos que aumentar a 180 y, a pesar de eso, hay 3 días de espera. Tuve que estar todo el tiempo solucionando crisis. Los obstetras se fueron a huelga, el tema de la impericia les fastidió la vida y, en general, es un problema bien grave.
¿Las cifras fueron favorables; hubo ayuda federal?
Se pensó que el sistema iba a tener apoyo federal, lo que ocurrió muy limitadamente. Así, hoy en día el 85% de la Reforma se paga con nuestros impuestos. Sobre los 230 millones el gobierno federal no pone un centavo más, y esto cuesta 1700 millones. Con la gobernadora tuvimos que hacer malabares para cubrir eso año a año. Yo recibí deudas por 360 millones. Y ya se habían vendido los hospitales. El Departamento de Salud era el patito feo. Había que mantener las instalaciones, por ejemplo el Hospital de Bayamón que estaba vacío, sin pacientes. El Hospital Universitario tenía un déficit. Los CDT se iban a bancarrota, el primer año 10, el segundo 18. Al final, rescatamos 76 de los 78, con 24 horas de sala de emergencia incluida. Trabajamos inclusive para restablecer la quinta trayectoria con residencias buenas. Todo ese cambio costó mucho esfuerzo.
Además de administrar esa crisis, ¿cómo fue la administración del Departamento de Salud?
En 2001 teníamos un presupuesto de 1,4 billones y logramos mantenerlo con mucho esfuerzo a pesar de la tendencia de crecimiento en los precios. Un factor importante fue pedir que los pacientes médico-indigentes lo validen. Todos los meses no calificaban miles, 300 mil personas no volvieron. Pagar las deudas nos tomó 2 años. Entregamos un Departamento de Salud sin deudas, con crédito, enfocado en la parte de prevención. Ese fue mi logro, esa fue mi escuela. Una cosa es la salud pública y otra es mantener el sistema funcionando.
Cultivando una población saludable
En Puerto Rico tenemos un problema de salud muy serio: la obesidad acompañada de hipertensión y diabetes, entre otros. ¿Qué opina sobre este complejo problema epidemiológico?
Dos cosas. Casi el 25% de la población está con esas enfermedades. Eso nadie lo puede pagar. 30% con presión alta, 12% con diabetes, 12% con asma, 8% con enfermedad del corazón, 1 de cada 3 a 4 con enfermedad crónica. Algunos piensan que no es tanto. ¡12,5 % con diabetes! Y con tanta gente enferma va a bajar la calidad, los costos van a subir. El 87,5% de los costos médicos deriva de los estilos de vida. Con esa información tenemos que tomar una decisión. El rol de Wellness se vuelve básico porque los costos de salud siguen subiendo, ya se vuelven insostenibles. La gente tiene miedo de estos incrementos. En el año 80, un 26% de la utilidad de una empresa iba a pagar los planes médicos; en el 2006 se utiliza para este concepto el 44% de las utilidades.
¿Cuál sería la alternativa?
Se puede aumentar el copago o los deducibles, o cambiar a un proveedor más barato. Pero muchos empezaron a meter dinero en Wellness, a hacer ejercicio, a comer bien, y así a bajar el riesgo. Atacas eso antes que se vuelva un problema. Fumar representa un costo en salud de 200 a 900 dólares por persona al año. Del mismo modo otros factores, como el alcohol, el colesterol alto, la hipertensión y el no uso del cinturón de seguridad, elevan los costos. Una enfermedad prevenida es un costo médico no incurrido. Hay que bajar los costos con programas de Wellness. Se logra bajar el ausentismo y el workers comp, y al tercer año se ve una mejora grande en los costos médicos. Tenemos hoy 60 empresas a las que les ofrecemos programas de Wellness.
Al final es un beneficio muy grande…
La inversión en Wellness es espectacular, por cada dólar invertido se llega a ahorrar casi 6 dólares. Además, aumenta la productividad y a los 3 a 4 años se ven los resultados. Ahora estoy sintonizado con eso al 100%, es la última parte de mi contribución en mi transformación como médico. Obviamente yo no empecé a hacer ahora. En el 93 empecé eso, en el 98 monté un programa en triple S y ahora en Humana. Otra vez: una onza de prevención vale más que una libra de cura y que una tonelada de rehabilitación.
¿Hace ejercicio, lleva una vida sana?
Lo hacía. Yo seguía la receta de los 7 días, que se la recomiendo a todos.
– una vez a la semana descanso total, ir a la playa, visitar a un amigo, relajarse. – Dos veces a la semana alzar pesas. – Tres veces limpiar la casa, pagar las cuentas, mantener las cosas en orden y control. – Cuatro veces hacer ejercicio aeróbico por lo menos 30 minutos. – Cinco veces por semana dormir bien, descansar bien. – Seis veces a la semana comer saludable seis porciones de fruta y vegetales, cinco pastas o arroz o pan integral, o cereal con salvado, 2 veces leche sin grasas, comida alta en fibra y baja en grasa. – Siete veces a la semana estiramiento.
Mi vida era bien sana. Ahora no puedo correr, pero puedo caminar, juego golf y rompo 100 siempre, nado todos los días, camino media hora 3 a 4 veces por semana. Si no fuera por esa vida sana previa, yo no estaría acá hoy. Cuando estaba mal me metía a la piscina directamente desde la silla de ruedas. No podía caminar, pero luché.
¿Cuándo era Secretario de Salud pudo mantener ese plan de vida saludable?
Monté un gimnasio para los empleados del Departamento de Salud, puse cafetería, área social. Confieso que el último año perdí el ritmo de Wellness, pero cuando acabé de secretario me puse al día, rebajé 30 libras, pero por ironía al año siguiente me da cáncer. Tuve una caída tonta subiendo el Monte Guilarte y entonces se determinó que el cáncer me estaba comiendo los huesos. Parecía inexplicable. Pasé de ser Mr. Wellness a tener que hacer el tratamiento completo, incluyendo el transplante de médula ósea que toma un tiempo largo. Es tan intenso… Tuve que pasar por la libra de cura y la tonelada de rehabilitación.
Al despedirnos, nos muestra con orgullo el premio Héroe de Corazón de la Fundación García Rinaldi que le fue concedido hace poco. Además, en julio empieza como Presidente de Rotarios.
“Mi mente se fortaleció, me siento ahora súper bien, estoy enamorado de la vida, Dios me dio una segunda oportunidad”.