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Envejecimiento en el VIH

Julio Bacó Dávila, MD, AAHIVS

Julio Bacó Dávila, MD, AAHIVS
Centro Ararat, Ponce

El número de pacientes de edad avanzada con VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) ha aumentado significativamente. Esto se debe a que estas personas han extendido su periodo de vida saludable, gracias al pronto manejo de su condición y a la eficacia del tratamiento antirretroviral (TAR). Así, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estima que para el año 2020 más de la mitad de los pacientes con VIH tendrán más de 50 años. En principio, esta noticia nos alegra a quienes a diario manejamos esta condición. Sin embargo, al celebrar esa alta posibilidad de supervivencia hay que señalar que, del mismo modo, aumentan las enfermedades crónicas y sus complicaciones.

Por ello, debemos recalcar los factores de riesgo para la transmisión de VIH en estos pacientes:

  • Prácticas sexuales sin protección;
  • Contacto sexual con parejas de alto riesgo;
  • Consumo de sustancias tóxicas y abuso de alcohol;
  • ­Enfermedades psiquiátricas coexistentes; y
  • ­Alteración en la mucosa y la disminución en el funcionamiento del sistema inmunológico.

Los obstáculos para la prevención y detección del VIH en personas de edad avanzada se basan en el concepto erróneo de algunos proveedores de salud sobre su comportamiento y sus prácticas sexuales. Muchos piensan que, por su edad avanzada, estos pacientes no están activos sexualmente, lo que a veces lleva a omitir este dato en la evaluación clínica o a no realizar pruebas de detección de enfermedades de transmisión sexual. Luego de la entrevista inicial, es recomendable ordenar pruebas de detección de VIH y de enfermedades de transmisión sexual a quienes manifiesten estar activos sexualmente, sin importar su edad. De modo parecido, estos pacientes no se perciben como partícipes de actividades sexuales de alto riesgo, ya que se suele asociar su edad con la falta de necesidad el uso de protección sexual (condones) para prevenir embarazos. Este error incide en la posibilidad de tener sexo inseguro con el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual (inclusive VIH).

La infección del VIH y las comorbilidades asociadas dan paso a múltiples procesos patofisiológicos, como la inmunosenescencia y la inflamación crónica. Esto contribuye al envejecimiento biológico acelerado y al agotamiento del organismo, lo que provoca que las enfermedades y complicaciones asociadas con la edad avanzada se manifiesten más temprano en estos pacientes. Por esto, este grupo de pacientes con VIH encaran los efectos del envejecimiento cronológico y los síntomas del envejecimiento acelerado. En ellos las enfermedades comórbidas más frecuentes son:

  • Enfermedades cardiovasculares (arterial coronaria);
  • ­Enfermedad renal (tubulopatía proximal, síndrome de Fanconi, nefropatía asociada al VIH-HIVAN);
  • Diabetes mellitus (y sus complicaciones);
  • Hipertensión arterial;
  • Cáncer (colorrectal, linfomas, sarcoma de Kaposi);
  • ­Trastorno neurocognocitivo o demencia (HAND);
  • ­Enfermedades óseas (osteoporosis, fracturas); y
  • ­Enfermedad hepática (hepatitis B o C, cirrosis).

Además, los pacientes de edad avanzada con VIH tienden a disminuir su actividad física y a utilizar múltiples fármacos (polifarmacia) con mayor posibilidad de interacción de drogas (DDI). La prevalencia de reacciones adversas a medicamentos también aumenta con la edad. Según múltiples estudios, más del 40 % de los pacientes de edad avanzada toma 5 o más fármacos al día. En casos de VIH esto incluye TAR, tratamiento recetado para condiciones crónicas existentes, drogas recreativas, tratamientos naturales y fármacos sin prescripción médica (OTC). La polifarmacia es un factor de riesgo importante que afecta tanto la adherencia a los tratamientos como el aumento en la posibilidad de interacciones entre medicamentos, la disminución en su eficacia y el aumento en las toxicidades.

Para tener éxito en el tratamiento para el VIH en personas de edad avanzada, debemos enfatizar la detección temprana, el tratamiento eficaz y el seguimiento médico continuo tanto del VIH, como de las enfermedades crónicas asociadas. De ese modo, proporcionaremos la mejor calidad de vida que se merecen nuestros pacientes.