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John J. Abel

(1857-1938): Educador y pionero de la investigación moderna en medicina, farmacología y hormonas

Al Dr. John Abel se le considera como uno de los pioneros de la investigación en farmacología experimental en el mundo. Luego de sus primeros estudios en ciencias, viajó a Europa a formarse por más de siete años con los mejores científicos y maestros de todos los campos de la medicina. Entre sus contribuciones, destacan descubrimientos en el campo de las hormonas y de la endocrinología, como el aislamiento de la epinefrina y de la insulina cristalina además de otras sustancias como la histamina, y sus trabajos en los primeros aparatos que sirvieron de base para la diálisis. Su gran preparación y amplios intereses lo llevaron a ser un excepcional maestro y mentor para varias generaciones de investigadores.


Especial para Galenus

Especial para Galenus
Marco Villanueva-Meyer, MD

Greater even than the greatest discovery
is to keep open the way to future discoveries.
John Jacob Abel

Sus inicios y estudios

John Jacob Abel nació en 1857 cerca de Cleveland en los Estados Unidos; su padre era de origen alemán. Luego de graduarse de la escuela secundaria, ingresó a estudiar en la Universidad de Michigan, donde obtuvo un bachillerato en Biología, en 1883. Durante sus estudios se tomó casi 3 años para trabajar enseñando en una escuela secundaria en Indiana y, curiosamente, allí enseñaba materias tan variadas como Física, Química, Latín y Griego. Esa amplitud de intereses fue una característica de su vida. En ese tiempo conoció a una inteligente joven profesora que trabajaba allí mismo, Mary Hinman, con quien se casó en 1883 y quien fue su compañera de vida por más de 50 años. Después de graduarse en Michigan, fue a la Universidad Johns Hopkins, de donde se graduó en Fisiología, en 1884.

Viaje para estudiar en Alemania y Europa

El joven John Abel quería aprender más, entrenarse y estudiar con los mejores maestros y mentores del mundo. Así, él y su esposa decidieron viajar a Europa, donde estuvieron casi por siete años. Allí él estudió y trabajó en los que en esa época eran los centros médicos y de investigación más importantes del mundo, en especial en Alemania. Estuvo primero 2 años en Leipzig con el famoso fisiólogo Carl Ludwig. Luego, hizo estudios de Histología y Farmacología, además de prácticas en Patología, Química Orgánica e Inorgánica con los más destacados profesores del momento. Luego viajó a Estrasburgo, donde estudió Medicina Interna con Kussmaul, y Patología y Enfermedades infecciosas con von Recklinghausen. Siguió a Heidelberg para ampliar sus estudios de Medicina y de Cirugía. También estuvo en Würzburg antes de ir nuevamente a Estrasburgo, donde culminó sus estudios doctorándose como médico en 1888. Después y antes de regresar a los Estados Unidos, estuvo un tiempo en Viena y luego en Berna estudiando e investigando sobre el colesterol y la hidrobilirruina. En Berna hizo una buena amistad con Cushny, quien lo siguió después a los Estados Unidos.

De regreso en los Estados Unidos

En 1890 le ofrecieron en la Facultad de Medicina de Michigan la cátedra de Medicina y Terapéutica. Allí creó el primer Departamento de Farmacología de los Estados Unidos. Sin embargo, no pasó mucho tiempo y, en 1893, recibió la invitación del Presidente de la Universidad Johns Hopkins para formar parte de ese gran proyecto que revolucionó la enseñanza de la Medicina en los Estados Unidos, ya que allí se buscó perfeccionar lo que ya había en los grandes centros académicos europeos, en especial de Alemania. En dicha universidad trabajaban los que en aquel tiempo se conocían como los “cuatro grandes” de la enseñanza médica: Welch, Osler, Kelly y Halstedt. La contratación de Abel como responsable de Farmacología y también de Química Biológica fue un gran paso para que en Johns Hopkins se hiciera investigación experimental de avanzada y para desarrollar la enseñanza en las asignaturas básicas y preclínicas. John Abel permaneció en este puesto desde 1893, por 45 años.

Investigación en hormonas

En sus laboratorios se investigó permanentemente tratando de aclarar y explicar una serie de reacciones de los tejidos, buscando comprender los mecanismos y los procesos responsables del funcionamiento del cuerpo, en especial de la función de las glándulas endocrinas. John Abel tuvo especial interés en aislar las hormonas de las glándulas de secreción interna del cuerpo en su forma más pura. Dedicó varios años a investigar la hormona de la médula suprarrenal y, cuando logró aislarla en 1898, usó la denominación “epinefrina”. Esto le dio gran reputación internacional. En realidad, él había aislado un derivado de la epinefrina y fue un químico japonés que había visitado su laboratorio, J. Takamine, quien aisló la base neutral de epinefrina al agregar amonio en una concentración mayor a la que había utilizado Abel en sus experimentos. Takamine la denominó “adrenalina” y la patentó, a pesar de que los compuestos naturales no son patentables; esto sería motivo de otra historia, legal y científica.

Abel también investigó las ftaleínas –que después se utilizaron para el estudio de las funciones renal y hepática–, así como productos derivados del antimonio y del arsénico que se probaron en el tratamiento de la tripanosomiasis, del granuloma inguinal y en infecciones por bilharzia.

Insulina cristalizada

John Abel siguió dedicado en su laboratorio a las investigaciones en hormonas y procesos fisiológicos destacando aquellas relacionadas con la hipófisis, así como las vinculadas a la insulina. Sus trabajos en insulina empezaron por una invitación de su amigo Arthur Noyes de California, quien tenía apoyo de la fundación Carnegie. Trabajó por unos años purificando insulina y descubrió la importancia de agregar sulfuro, lo que ayudó a entender detalles sobre su estructura y su componente molecular. En 1926, describió la insulina en su forma cristalizada, 5 años después del descubrimiento por parte de Banting y Best.

En esa época, el laboratorio de Abel era el centro de los estudios de insulina en los Estados Unidos y del mundo. Muchos científicos jóvenes iban allí a estudiar y a participar en estos avances. Con el tiempo, Abel mismo asumió más bien un rol de guía y de mentor para los estudios de insulina.

Precursor del equipo de diálisis

Abel inventó y dirigió el desarrollo de un aparato que consistía en una serie de tubos sostenidos en un recipiente de vidrio y rodeados por un fluido dializante con conexiones de salida y retorno a la circulación. Ese aparato fue presentado en 1914 en un congreso en Gröningen, Holanda; se le consideró un precursor de las máquinas de diálisis y también contribuyó al estudio de la plasmaféresis. Esto sirvió asimismo para el desarrollo de otra de sus importantes contribuciones, que fue la separación de aminoácidos a partir de la sangre.

Profesor emérito

Cuando cumplió 75 años, en 1932, el profesor Abel se retiró oficialmente de la cátedra de Farmacología de la Facultad de Medicina Johns Hopkins, pero se convirtió en Profesor Emérito y pasó a dirigir el Laboratorio de Investigación Endocrinológica hasta 1938. Se dice que comenzó esta nueva etapa con el mismo entusiasmo juvenil que lo caracterizó siempre.

No era muy amante de los reconocimientos, ni de los títulos académicos. Tampoco le gustaba la burocracia y prefería el estudio y las reuniones informales, con estudiantes o con colegas, mientras trabajaban en el laboratorio. Sus alumnos lo describían también como un profesor brillante que, sobre todo, buscaba seducir a los estudiantes y sacar lo mejor de ellos para volcarlo en los procesos de investigación.

Desarrollo de publicaciones científicas

Además de su amplia dedicación a los experimentos, el legado de Abel abarca la fundación y el desarrollo de algunas publicaciones científicas. Disfrutó mucho con la creación de revistas, ya que esto permitía publicar y difundir los resultados de todos los proyectos y trabajos que se venían desarrollando, así como informar sobre los avances de las sociedades científicas. En 1895 fundó el Journal of Experimental Medicine y, en 1905, creó, junto con Christian A. Herter, el Journal of Biological Chemistry, del cual ambos fueron los primeros editores. También fue fundador del Journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics.

Membresías y reconocimientos

John Abel perteneció a muchas sociedades científicas de los Estados Unidos y del mundo, y fue distinguido como miembro honorario por varias universidades y sociedades científicas de Holanda, Francia, Alemania Inglaterra, Escocia y Polonia, entre muchas otras.

En vida, recibió reconocimientos y premios como Research Corporation Prize, Willard Gibbs Gold Medal, Medalla de la American Chemical Society, Medalla de Oro de la Society of Apothecaries de Londres, Medalla Kober, entre muchos otros.

También fue fundador de la Sociedad Americana de Químicos Biológicos y de la Sociedad de Farmacología y Terapéutica Experimental de los Estados Unidos. Actualmente, varias sociedades norteamericanas distinguen año tras año las mejores contribuciones científicas bajo el nombre de este importante científico.

Vida familiar y final de su vida

Se suele decir que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. John J. Abel compartió más de 50 años de su vida con su esposa Mary (1850-1938), hija de un médico. Tuvieron tres hijos, dos hombres y una mujer que murió de niña cuando vivían en Estrasburgo. Mientras ella acompañó a su esposo a Europa, aprendió alemán y adquirió conocimientos sobre aspectos sanitarios, de nutrición, economía y alimentación en general, y se interesó mucho en el tema de las cocinas comunitarias. Mary fue nombrada miembro de la Junta de Supervisores de Caridad de la Ciudad de Baltimore, donde apoyó a mejorar los estándares de la alimentación en las instituciones de la ciudad. Durante la Primera Guerra Mundial, fue Directora de Economía Doméstica de la Administración de Alimentos de Maryland. Allí, ella asesoró sobre la viabilidad de ofrecer al público cocinas y cooperativas comunitarias. Fue reconocida por sus trabajos sobre economía del hogar y nutrición y su libro Vida exitosa de la familia con ingresos moderados fue premiado y muy utilizado.

Mary falleció en enero de 1938 y, a los pocos meses,
en mayo de ese mismo año, murió John Abel cuando acababa de cumplir 81 años.

John Abel dejó un gran legado a las generaciones posteriores, no solo por los resultados de sus investigaciones sino por el valor que supo dar a la investigación científica y a la enseñanza. Él disfrutó tanto estudiando y aprendiendo, como investigando y enseñando.

Referencias

  • Eknoyan G. The wonderful apparatus of John J Abel called the “artificial kidney”. Semin Dial, (2009) Vol. 22 (3): 287-296.
  • MacNider WM. Biographical Memoir of John Jacob Abel, 1857-1938. Bio Mem Nat Acad Sci (1947) Vol. 24: 231-257.
  • Murnaghan JH, Talalay P. John Jacob Abel and crystallization of insulin. Perspectives in Biology and Medicine. (1967) Vol. 10(3): 334-380.
  • Laín Entralgo P. Farmacología, farmacoterapia y terapéutica general. Historia universal de la Medicina. Barcelona, Salvat (1974) Vol. 6: 259-267.
  • Mary Hinman Abel. Journal of Home Economics. (1938)Vol 30(6):361-369.
  • Fresquet Febrer JL. Del medicamento natural al medicamento de síntesis. El siglo XIX. Valencia, Fundación Universitaria San Pablo CEU (1998): 69-87.
  • Fresquet Febrer JL. Universidad de Valencia. (2019) 12.
  • Parascandola J. John J. Abel y el desarrollo temprano de la farmacología en la Universidad Johns Hopkins. Bull Hist Med, (1982) Vol. 56(4): 512-527.
  • The John J Abel Centennial. JAMA, (1957) Vol165(3): 255.

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