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La Dra. Helen Rodríguez Trías (1929-2001):

Cambiando la imagen de la medicina

La medicina combina mucho de ciencia e investigación con la vocación de ayudar a las personas a resolver sus problemas de salud. Así lo entendió siempre la Dra. Helen Rodríguez, quien fue una destacada pediatra y, más aún, pionera en el cambio de imagen de nuestra profesión. Ya como residente de Pediatría en nuestro Centro Médico, logró disminuir la mortalidad neonatal y participó en la primera cirugía fetal. Luego, en los Estados Unidos, jugó un rol destacado en la solución de problemas de salud pública ayudando a mujeres, a niños, a los pobres y a los afectados con VIH/SIDA. Por su dedicación, su amor a la gente y a Puerto Rico y por sus sólidos principios, dejó un imborrable legado.


Norman Maldonado, MD

Norman Maldonado, MD
Hematólogo-Oncólogo
Ex Presidente de la
Universidad de Puerto Rico

En un viaje a los Estados Unidos para visitar a mi hija Ana, entonces estudiante de Medicina, vi que en la biblioteca de la Universidad de Maryland se presentaba una exhibición itinerante de los Institutos Nacionales de Salud y de la Biblioteca Nacional de Medicina. Esa exhibición se titulaba Cambio de cara en la Medicina: Celebrando a las doctoras de América, pero cuál no sería mi sorpresa cuando vi a tres puertorriqueñas en el grupo de las distinguidas. Una de ellas era la Dra. Helen Rodríguez Trías.

Sus estudios e inicios profesionales

Helen Rodríguez se había graduado de Medicina con los más altos honores en 1960, un año después que yo, por lo que nos conocíamos ya de la Escuela de Medicina. Ella había sido una líder en su clase. Luego, en 1960, nos encontramos en el recién inaugurado Hospital Universitario de Río Piedras, donde se haría el nuevo Centro Médico. En esa época yo comenzaba mi residencia en Medicina Interna y Helen era la interna de Pediatría que hacía turnos frecuentes en la sala de emergencia.

Helen era muy competente y una noche me sorprendió al pedirme que, por favor, cubriera su turno en la sala de emergencia porque estaba en trabajo de parto y tenía que ir a obstetricia a tener a su bebé. Ella trabajaba mucho y nunca se quejaba. Así, un par de días después del parto, estaba de vuelta en la sala de emergencia.

En algún momento, ella comentó que deseaba ser médico porque esta profesión combinaba dos cosas que le apasionaban, la ciencia y la posibilidad de ayudar a la gente.

Su especialización

Al terminar su internado, Helen hizo la residencia en Pediatría en el Hospital Universitario. Durante su residencia, estableció el primer centro para cuidado de recién nacidos en la isla y logró, en el lapso de 3 años, disminuir la mortalidad de los recién nacidos en un 50%. Luego continuó como miembro de la Facultad Médica; allí todos la admiraban y colaboraban con ella. Fue nombrada al Comité de Admisiones de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico, una labor de mucha importancia en la institución.

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Helen colaboró con el establecimiento de la nueva Unidad de Cuidado de Recién Nacidos y de bebés con sangre Rh positivo, necesitados de intercambio de sangre intrauterino por tener madres Rh negativas. En estas tareas colaboró con los médicos obstetras, los Dres. Stanley Asencio y Juan Figueroa Longo, que fueron pioneros en hacer un intercambio de sangre y en salvar así muchas vidas. Fue en 1965 cuando hicieron la primera operación fetal intrauterina del mundo. Para ello, se sacó la piernita fetal fuera del útero y la Dra. Rodríguez le canalizó la vena femoral para hacer posible una transfusión de intercambio de sangre. La piernita fetal se devolvió al útero y este se cerró para esperar que culmine el embarazo. El bebé nació unas semanas después y, más tarde, fue dado de alta.

La Dra. Rodríguez también ayudaba a los grupos comunitarios con diversas necesidades médicas y promovía la información y la educación en asistencia médica dentro de la comunidad, en especial para el beneficio y el cuidado de los niños.

Su regreso a Nueva York

En 1970, la Dra. Rodríguez decidió regresar a Nueva York, ciudad donde había nacido en 1929. Decidió trabajar en medicina comunitaria en el Hospital Lincoln –del South Bronx– que atendía a una gran comunidad de puertorriqueños. Al poco tiempo, fue nombrada Jefa del Departamento de Pediatría. Su impacto en la comunidad fue tan grande que pronto fue nombrada profesora asociada en las Escuelas de Medicina Albert Einstein, New York Medical College y la Universidad de Yeshivá.

En 1971, fue la fundadora del caucus de la Asociación de Salud Pública Americana. En la década de 1970, fue muy activa en el movimiento de salud para las mujeres y contra el abuso de los derechos reproductivos por las esterilizaciones forzadas. Helen fue nombrada al Comité de los Derechos al Aborto y contra la Esterilización abusiva. En 1979, ayudó a crear las guías para el consentimiento de esterilizaciones. En 1980, fue nombrada Directora para SIDA del Departamento de Salud de Nueva York. En 1990, fue nombrada Codirectora del Instituto del Pacífico para la salud de las mujeres. En 1993, se convirtió en la primera mujer latina en ser electa Presidenta de la Asociación Americana de Salud Pública. En esos años vino a Puerto Rico a dar las conferencias magistrales de la Fundación Felisa Rincón de Gautier. En 2001, Helen recibió la Medalla Ciudadana Presidencial de manos del presidente Bill Clinton por su trabajo con las mujeres, los niños y las niñas, los pacientes con VIH/SIDA y los pobres. Recuerdo muy bien cuando ella trabajaba en Puerto Rico y enviaba a sus hijos a quedarse con familias pobres en Martín Peña para hacerlos consientes de la situación de esas familias y así convertirlos en mejores ciudadanos. Ese mismo 2001, la Dra. Helen Rodríguez Trías falleció de cáncer a los 72 años. Antes de morir, en una entrevista, ella elogió a su maestro, el Dr. José Sifontes, quien había sido Jefe de Pediatría en la Escuela de Medicina y, luego, Decano de Medicina, y quien había cuidado de muchos pacientes con tuberculosis. Él había sido una gran inspiración para ella en Puerto Rico.

Comentario

La Dra. Helen Rodríguez Trías era una persona muy trabajadora, de convicciones definidas y, por lo mismo, a veces compleja, pero inspirada en sólidos y legítimos valores. Ella admitió en alguna oportunidad que no pudo lograr en Puerto Rico todo lo que quería hacer, pero que sintió que sí lo logró en Nueva York, en especial para beneficio de los puertorriqueños. La contribución de Helen a la medicina y a la salud pública de Puerto Rico, y también de los Estados Unidos y del mundo, ha sido majestuosa. Durante mis funciones como Rector de Ciencias Médicas establecí muchas relaciones con universidades y hospitales en los Estados Unidos, en especial con poblaciones puertorriqueñas y latinoamericanas. En esas oportunidades pude apreciar que la Dra. Helen Rodríguez era muy conocida por todos.

¡Que descanse en paz la Dra. Helen Rodríguez; acá nunca la olvidaremos!

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