TORRE DE MARFIL
Las cefaleas en la historia
Si de algo podemos estar seguros es de que al hombre, al homo sapiens, y muy probablemente a los neandertales y denisovanos, desde el principio de los tiempos, les ha dolido alguna vez la cabeza.
Ex Profesor de la Cátedra de Cirugía de la Universidad de La Habana
ffojo@homeorthopedics.com
felixfojo@gmail.com
Estamos seguros de eso porque las causas de los dolores de cabeza, de las cefaleas, para hablar con propiedad médica, son tantas y muchas de ellas tan comunes (golpearse la cabeza con una estalactita en una cueva sería una de ellas) que es prácticamente imposible que no hayan ocurrido, pero, lamentablemente, no contamos con pruebas escritas, pictóricas, paleontológicas o de cualquier otro tipo que nos permitan historiarlas.
Todo cambia cuando aparece la escritura. De hecho, se han encontrado tablillas babilónicas de alrededor de 3,000 a. C. con trozos de poemas, o por lo menos retazos de prosa, que hablan de “ensoñaciones” inmediatamente antes de algo semejante a un dolor de cabeza, lo que pudiera sugerir, pensando con buena voluntad, que se refirieran a auras migrañosas. Aunque con menos claridad, también existen tablillas sumerias parecidas.
El papiro egipcio de Ebers, que data de alrededor del año 1,200 a. C., pero que recoge testimonios de entre 300 y 400 años antes, describe cuadros de cefaleas comunes, migrañas y neuralgias de varios tipos. El papiro de Leyden, un poco posterior, relata, entre otros, el caso de un paciente con cefalea intensa y persistente al que solo le queda pedir ayuda al dios Horus, un dios que, paradójicamente, padecía también de cefaleas.
Entre los griegos, Zeus, el dios jefe del Olimpo, tuvo que recurrir a Hefesto para que con su hacha aliviara su terrible dolor de cabeza, saliendo de ella entonces la diosa Pallas Atenea, diosa de la sabiduría. Platón, en su diálogo sobre la templanza, le recomienda a Cármides que sane su alma antes de tomar remedios para el dolor de cabeza, o sea, recomienda restablecer el equilibrio perdido antes de medicarse.
Hipócrates de Cos (460-375 a. C.) describe por primera vez desde una perspectiva científica diversos tipos de dolores de cabeza, entre ellos la migraña y su aura. Arateo de Capadocia (siglos I y II d. C.) mejora aún más la descripción de la migraña y establece una clasificación de las cefaleas que se utilizó hasta el siglo XVII. Galeno de Pérgamo (129-201 de NE) introduce, entre otras descripciones, el término hemicránea. El medico chino Hua To, en tiempos de la dinastía Han (alrededor del 220 a. C.) describe con bastante precisión la neuralgia del trigémino.
La Edad Media recoge, gracias a sabios como Avicena, el corpus médico grecorromano, pero también es muy rica en descripciones e intentos de nuevos tratamientos, generalmente ineficaces. Es relevante, en todo este periodo, la descripción que hace la abadesa Hildegard von Bingen (1098-1180) de la migraña que ella misma padecía.
El Renacimiento sigue atado a viejas teorías, como la de los humores, para explicar las cefaleas, pero aporta, al fin, el conocimiento pleno de la anatomía, lo que abre el camino, un par de siglos después, para entender la fisiopatología del sistema nervioso central.
De aquí en adelante, partiendo del siglo XVIII hasta nuestros días, el desarrollo de las ciencias neurológicas, de la farmacología, de la radiología y, luego, de la imagenología, y la comprensión de mecanismos biológicos profundos como la bioquímica y la genética inciden de manera directa sobre la comprensión y el tratamiento de las cefaleas. Pero ese camino no está ni remotamente recorrido del todo.