TORRE DE MARFIL
Los jóvenes héroes de la tisis
Hoy, en el siglo XXI, sabemos casi todo sobre la tuberculosis pulmonar, y digo casi porque aún estamos lejos de erradicar esta enfermedad definitivamente, pero a principios del siglo XIX, una centuria en la que se avanzó al fin, aunque con mucho esfuerzo, en el conocimiento y comprensión etiológica y fisiopatológica de las enfermedades, lo que se sabía sobre esta condición –la tisis, como la llamabanera en realidad muy poco.
A principios del siglo XIX, antes de la consolidación de la microscopía, las tinciones tisulares y el descubrimiento de las bacterias, la revisión clínica del paciente, la descripción milimétrica de sus signos y síntomas y la autopsia, el estudio directo del foco de la enfermedad y sus relaciones anatómicas y fisiopatológicas constituían los pilares de la medicina.
Y a hacer avanzar y consolidar estos pilares se dedicó, con verdadera pasión, un grupo de investigadores europeos. Solo que la estrecha cercanía a los pacientes que requería la buena clínica, la necropsia detallada y la manipulación de las muestras, todo sin protección alguna, tenían un precio, un precio bien conocido, y temido, pero inevitable en aquellos tiempos: el del contagio de la noxa.
Los que se decidieron a pagar ese precio, en general jóvenes médicos e investigadores dispuestos a arriesgarlo todo con tal de desentrañar los misterios de la tuberculosis, dejaron como legado, en el curso de unos pocos decenios, y muchas veces a costa de sus vidas, una nueva medicina clínica y anatomopatológica que de muchas maneras ha llegado hasta nosotros, aunque no siempre nos demos cuenta de ello.
Mencionemos a cinco de esos médicos, cinco apasionados de la investigación científica, que murieron muy jóvenes, en la plenitud de sus facultades, a principios del siglo XIX, dejando un legado que no dudamos en calificar de heroico.
El francés Marie François Xabier Bichat (1771-1802), médico del Hôtel-Dieu de París, brillante anatomista e histólogo, considerado después de su muerte el renovador de la anatomía patológica. Falleció, aunque el dato no está claro, de una infección posterior a una caída por unas escaleras del hospital. En todo caso, sus aportes al estudio de la tuberculosis y su dedicación apasionada a la disección de cadáveres lo convierten en uno de los héroes de esta batalla.
Gaspard Laurent Bayle (1774-1816), francés, alumno de Corvisart y colega y continuador de Bichat. Llevó a cabo unas 900 autopsias de pacientes tuberculosos, lo que le permitió describir seis tipos diferentes de esta condición y escribir (libro que comenzó con Bichat) Investigaciones en tisis pulmonar. Murió tuberculoso a los 42 años de edad.
René Théophile Hyacinthe Laënnec (1781-1826), francés, alumno de Dupuytren y el más conocido de todos por haber inventado el estetoscopio y por sus descripciones clínicas. Profesor de la Universidad de París. Falleció a los 45 años víctima de la tuberculosis.
Aloys Rudolph Vetter (1765-1806), austriaco, clínico y anatomopatólogo que escribió uno de los textos sobre la tisis más estudiados en su tiempo. Murió tuberculoso a los 41 años.
Benno Ernst Heinrich Reinhardt (1819-1852), alemán, alumno y continuador de Virchow y médico anatomopatólogo y profesor del hospital de La Charité de Berlín. Falleció tuberculoso a los 32 años de edad.
Cinco ejemplos relevantes entre decenas más.