Manejo del cáncer tiroideo empleando yodo radiactivo
El cáncer de tiroides es el cáncer más común del sistema endocrinólogo y uno de los pocos cánceres cuya incidencia ha aumentado en los últimos años. Según la Sociedad Americana del Cáncer (ACS), se estiman en 62 450 los nuevos casos de cáncer de tiroides para el año 2015 en los Estados Unidos, que incluyen a 47 230 mujeres y 15 220 hombres. Además, se estiman en 1950 las muertes por este cáncer (1080 mujeres y 870 hombres). El cáncer de tiroides puede afectar a personas más jóvenes, lo que lo diferencia de otros tipos de cáncer. Casi dos terceras partes de los casos diagnosticados ocurren en personas que tienen entre 20 y 55 años de edad.Causas, factores de riesgo y desarrollo
No se conoce la causa del cáncer de tiroides pero se han identificado algunos factores de riesgo que incluyen ser de género femenino, haber estado expuesto a radiación en la cabeza o en el cuello e historial familiar de algunos tipos de cáncer de tiroides. La mayoría de los pacientes con cáncer de tiroides permanecen asintomáticos, particularmente durante su fase inicial. Sin embargo, a medida que el cáncer evoluciona pueden aparecer algunos hallazgos como una protuberancia o nódulo en el cuello, afonía o dificultad para hablar, inflamación de los ganglios linfáticos, problemas para tragar o para respirar y dolor de garganta o malestar en el cuello.
Con un diagnóstico temprano, un tratamiento apropiado y un seguimiento adecuado se consiguen niveles de sobrevivencia muy altos. El cáncer papilar de tiroides puede ocurrir a cualquier edad y es el tipo más común, constituyendo cerca del 70% al 80% de todos los cánceres de tiroides. Tiende a crecer lentamente y a extenderse en primer lugar a los ganglios linfáticos del cuello.
Tratamiento
Cirugía: la extirpación (tiroidectomía) total o casi total es el tratamiento más frecuente del cáncer de tiroides no diseminado. Las principales complicaciones de la cirugía tiroidea son el hipotiroidismo, la parálisis de las cuerdas vocales y la extirpación accidental de las glándulas paratiroides, produciendo esto último una hipocalcemia.
Terapia hormonal: después de una tiroidectomía, el cuerpo ya no puede producir la hormona tiroidea que necesita, por lo que los pacientes tienen que tomar hormona tiroidea para reemplazar la pérdida de la hormona natural. La terapia de hormona tiroidea, usualmente levotiroxina utilizada diariamente (y de por vida) ayuda a mantener el metabolismo normal del cuerpo mediante el reemplazo de la hormona tiroidea ausente. En pacientes con un alto riesgo de recurrencia se recomienda administrar dosis más altas de lo normal de la hormona tiroidea (terapia de supresión) para mantener los niveles de TSH bajos. Esto puede desacelerar el crecimiento de células cancerosas y reducir la probabilidad de recurrencias.
Yodo radiactivo: se ha demostrado que le terapia con yodo radiactivo mejora la tasa de sobrevivencia y disminuye las recurrencias de los pacientes con cáncer tiroideo papilar o folicular, particularmente los que se han propagado fuera de la glándula tiroides.
Se suele administrar en forma de cápsulas de I-131 por lo general a las 6 semanas después de la cirugía. El propósito de utilizar yodo radioactivo es destruir el carcinoma microscópico oculto dentro del lecho tiroideo y para el tratamiento de metástasis. También el yodo radioactivo es utilizado para destruir los tejidos residuales tiroideos después de la cirugía.
Esto es necesario para poder monitorear en forma efectiva al paciente en cuanto a recurrencias, ya sea con ultrasonido, gamagrafia corporal con yodo 131 o mediante tiroglobulina en sangre. Tras la cirugía de la glándula tiroides o ablación con yodo radiactivo, es necesaria la reposición de las hormonas tiroideas con la hormona sintética levotiroxina (Synthroid o Levoxyl).
Una de las principales razones por la cuales los pacientes con cáncer papilar y folicular de tiroides tienen generalmente un pronóstico excelente es porque el yodo radioactivo puede ser utilizado como una “bala mágica” que destruye las células tiroideas cancerosas con un daño mínimo o nulo a los otros tejidos del cuerpo. El yodo radiactivo se puede utilizar sin problemas en pacientes que han tenido reacciones alérgicas a los mariscos o a los agentes de rayos X con contraste, puesto que la reacción alérgica es contra el agente que contiene yodo y no contra el propio yodo.
El tratamiento de yodo radioactivo es más efectivo cuando los niveles de la hormona estimulante de la tiroides (TSH) en sangre están elevados. Esto se logra descontinuando el reemplazo de hormona tiroidea por varias semanas. Desafortunadamente este estado de hipotiroidismo transitorio puede causar síntomas poco agradables para el paciente, como cansancio, depresión, aumento de peso, somnolencia, estreñimiento, dolores musculares y dificultad para concentrase.
A veces, para minimizar estos síntomas de hipotiroidismo se puede utilizar la hormona T3 (como el medicamento Cytomel) y descontinuarlo unos 7 a 10 días antes de la terapia. Otra manera de aumentar los niveles de TSH antes de la terapia con yodo radiactivo es administrando una forma inyectable de tirotropina (Thyrogen), lo que puede hacer innecesario suspender el reemplazo de hormona tiroidea por un periodo de tiempo prolongado. Este medicamento se administra diariamente por 2 días, con la terapia de radioyodo administrada en el tercer día.
Para lograr una mayor eficacia en el tratamiento con yodo radiactivo también se recomienda que el paciente siga una dieta baja en yodo por dos semanas antes del tratamiento. Esto significa evitar mariscos, así como alimentos que contengan exceso de sal yodada, como los panes blancos y los productos lácteos, entre otros. Cerca de 7 a 10 días después de la terapia de yodo-131 se recomienda hacer una gammagrafía de cuerpo completo para un estadiage del paciente. Este estudio sirve para determinar si ha ocurrido metástasis y cuantificar cuánto tejido funcional queda en el lecho tiroideo.
Riesgos y efectos secundarios del yodo radiactivo
Los efectos secundarios a corto plazo del tratamiento con la terapia de yodo radioactivo pueden incluir: molestia en el cuello, molestia en las glándulas salivales, resequedad en la boca y cambios en el sabor. Masticar chicle o chupar un dulce agrio pueden ayudar con los problemas de la glándula salivar.
El yodo radiactivo puede cruzar la placenta y afectar la tiroides de un feto en desarrollo, por lo que está contraindicado en mujeres embarazadas. Muchos médicos recomiendan que las mujeres eviten quedar embarazadas de 6 a 12 meses después del tratamiento. No existe evidencia de que el yodo radiactivo conduzca a infertilidad.
Comentario
El cáncer de tiroides no es raro y es un problema serio que afortunadamente en muchos casos puede ser tratado en forma adecuada, lo que permite lograr una elevada sobrevida con buena calidad.