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¿Murió realmente de amor la “Niña de Guatemala”?

Félix J. Fojo, MD

Félix J. Fojo, MD
felixfojo@gmail.com
ffojo@homeorthopedics.com

La poesía y la ciencia son dos expresiones diferentes de la actividad intelectual humana, aunque en ocasiones pueden tener fascinantes puntos de contacto. Precisamente por esas interesantes y extrañas relaciones que a veces se establecen entre la buena poesía y la ciencia es válido explorar, de vez en cuando, alguna revelación poética aparentemente inexplicable.

Pongamos un ejemplo: ¿cuánto de verdad médica (científi ca) hay en estos famosos versos del poeta y prócer cubano José Martí?

Ella dio al desmemoriado una almohadilla de olor. Él volvió, volvió casado, ella se murió de amor. Ella, por volverlo a ver, salió a verlo al mirador; él volvió con su mujer: ella se murió de amor. Se entró de tarde en el río, la sacó muerta el doctor. Dicen que murió de frío; yo sé que murió de amor.

Forman parte del libro Versos sencillos, publicado en Nueva York en agosto de 1891, un año muy difícil para el poeta pues fue cuando se separó defi nitivamente de su esposa legal, la cubana Carmen Zayas-Bazán (y de su hijo). Precisamente fue Carmen la mujer (“Él volvió, volvió casado”) que provocaría, aparentemente sin quererlo, el alejamiento de María García Granados y Saborío, la “Niña de Guatemala”, de Martí, y eventualmente llevaría a la joven y sensible guatemalteca a la muerte “por amor”. Pero… ¿es literal la descripción que hace Martí de la muerte de María o es solo un artilugio metafórico poético para describir el desgarramiento de ambos, María y Martí, ante el hecho (no olvidemos que fue en 1878 cuando María murió) inobjetable de que su palabra empeñada previamente, la de Martí hacia Carmen Zayas- Bazán, le impiden no solo hacer público su amor, sino incluso tratarse como amigos o verse personalmente.

Si excluimos, como científi cos que somos, el amor como una causa directa de muerte, podemos pensar en que la “La Niña de Guatemala” (que tenía 20 años de edad al momento del deceso) padeció una crisis de depresión profunda que la llevó al suicidio (“Se entró de tarde en el río”) pero la revisión de las crónicas de la época y las declaraciones de amigos y familiares, e incluso de amigos cercanos a Martí, parecen revelar una causa menos “elevada” y mucho más común en aquella época: la tuberculosis pulmonar, acelerada, eso sí, por la depresión grave y el abandono personal de la lucha por la vida.

De todas formas, parece que la estricta verdad de la causa directa del fallecimiento de María García Granados quedará en una cierta nebulosa histórica, y qué mejor, si nos ponemos del lado de la poesía, para dos almas tan intensas, las de “La Niña de Guatemala” y la de José Martí, que ser copartícipes de un amor semejante, una pasión por la que valía la pena morir. Morir de amor.

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