René Laënnec (1781-1826):
Inventor del estetoscopio y maestro del examen médico
René Laënnec es reconocido como el padre de la neumología moderna y muchos historiadores lo consideran como una de los médicos clínicos más importantes de todos los tiempos. Era increíblemente polifacético, gran filólogo y humanista, músico, cazador, dibujante, grabador, administrador, con criterio amplio y creativo y, sobre todo, un hombre bueno.
René Théophile Hyacinthe Laënnec nació en la Bretaña francesa. Su padre era abogado y escritor de poesías y su madre murió cuando él solo tenía seis años. Era un muchacho sencillo pero muy inteligente, con gran capacidad de observación e interesado en todo. A los 12 años viajó a Nantes a casa de un tío, que era un buen médico práctico, humanista y profesor en la universidad. A su lado pasó la adolescencia y vio crecer su vocación de médico. Se convirtió en un gran estudiante que pronto hablaba fluidamente el inglés y el alemán. Empezó sus estudios de Medicina bajo la dirección de su tío.
Estudios de Medicina
Laënnec destacaba en muchos campos, preparando inclusive varios poemas manuscritos. A los 19 años, viajó becado para estudiar en la Universidad de París, donde obtuvo los primeros puestos en Cirugía y Medicina. Llegó a estar bajo la tutela del médico de Napoleón, el Dr. Corvisart, y del Dr. Dupuytren, famoso por la contractura que lleva su nombre. Corvisart le enseñó la percusión para diagnosticar problemas torácicos. Laënnec mejoró este método al colocar su oído directamente sobre el tórax del paciente, logrando identificar así sonidos normales y anormales del corazón y del sistema respiratorio. Una vez graduado, trabajó en el Hospital Necker de París, donde fue nombrado jefe en 1816.
El estetoscopio
El otoño de ese año fue importante en la vida de Laënnec y en el desarrollo de la medicina moderna.Hay muchas versiones diferentes, algunas con más y otras con menos detalle, pero en esencia todas reflejan dos problemas que deben haberlo inducido a inventar el estetoscopio: la necesidad de obtener aún más información para lograr mejores diagnósticos y, por otro lado, poder disponer de un método más cómodo, ya que la auscultación pegando el oído al paciente era incómoda para el médico y el paciente. Además, había factores limitantes al examinar a las mujeres, relacionados a su intimidad, pudor y recato.
Se dice que ese día observó a unos niños jugando y acercando sus oídos a un pedazo largo de madera y escuchando los golpes que le daban otros niños al otro extremo de la madera. Esa observación la tuvo presente cuando, más tarde, tuvo que examinar a una mujer joven con un problema cardiaco. Debido a la cantidad de grasa, la percusión era limitada y la posibilidad de pegar el oído a su pecho no era aceptable debido a la edad y sexo de la paciente.
Recordando a los niños con la madera, enrolló unas hojas de papel formando un tubo, uno de cuyos extremos puso en el pecho de la mujer y el otro en su oído. Su alegría fue grande al confirmar que podía escuchar los sonidos cardiacos, inclusive mucho mejor y de una manera más clara que pegando el oído. Ese mismo día, mandó a hacer el instrumento en madera, de unos 30 cm de largo y 4 cm de diámetro, con un canal central de 5 mm y los extremos en forma de cono. Había nacido el estetoscopio y el inicio de la era del empleo de los métodos diagnósticos para complementar la información tradicional.
Tratado médico
En 1819, Laënnec publicó su famoso Tratado sobre la auscultación mediata, que es un texto clásico de la medicina. Allí describió los sonidos del tórax y sentó las bases para la neumología moderna. Puso énfasis en mencionar que “la parte más importante de un arte es el saber observar adecuadamente”.
Esa obra causó gran sensación en París. Describió los los sonidos que oyó con el estetoscopio y creó nuevos términos como crepitación y estertor, y detalló enfermedades no descritas antes. Denominó y diferenció muchos sonidos, que se usan inclusive hoy en día, especialmente en pacientes con tuberculosis.
Aportes en neumología y otros campos
Laënnec también alcanzó prestigio al crear el método anátomo-clínico: relacionaba los hallazgos que comprobaba en el cadáver con los hallazgos clínicos previos para ayudar mejor a futuros pacientes.
Son muchas las lesiones que caracterizó en sus descripciones: bronquiectasias, enfisema pulmonar, edema e infarto pulmonar, neumonía lobar, gangrena pulmonar, pneumotórax, pleuresía, tuberculosis y su compromiso a otros órganos, como las meninges.
No tuvo temor en realizar autopsias a los pacientes con tuberculosis, a diferencia de Morgagni o Valsalva. Morgagni le escribió: “Joven, apártate de los cadáveres de los consuntivos”. Laënnec creía que la tuberculosis no era contagiosa y que se debía a la miseria y mala calidad de vida en las ciudades. Tampoco creía en su tratamiento: “La enfermedad tuberculosa es como las afecciones cancerosas: absolutamente incurable”.
En ese entonces, se creía que los tubérculos y el exudado caseoso gelatinoso eran dos enfermedades. En base a sus observaciones y sin microscopio Laënnec reconoció que eran la misma enfermedad. Sin embargo, Virchow, que era una autoridad en el mundo, arremetió contra Laënnec y lo responsabilizó de limitar el desarrollo de la enseñanza de la tuberculosis. En vedad, Laënnec se había adelantado en más de medio siglo a lo que Koch demostró al descubrir el bacilo en 1882.
Segunda edición de su tratado y su muerte
En 1822, había sucedido a Corvisart como jede de la cátedra de Medicina en el Collège de France.
En 1826, apareció la segunda edición de su obra. Allí, relata el accidente ocurrido hacía veinte años por el cual se contagió la tuberculosis, al cortarse con una sierra cuando examinaba unas vértebras tuberculosas. Describe allí cómo se trató y los cambios que desarrolló después: “Vigor disminuido a la mitad, pérdida de peso, sensaciones de fiebre”. En su caso, el diagnóstico ocurrió cuando la enfermedad ya estaba avanzada. Murió de 45 años, ese año, 1826.
Laënnec era un católico practicante, caritativo, respetado por su bondad y muy querido por sus alumnos y colegas. Se dice inclusive que, ya enfermo de gravedad, trataba de no incomodar a los demás.
Comentario
Laënnec es un gigante de la medicina. Su maestría en el arte de la observación clínica, en la meticulosa correlación anátomo-clínica y su intuitiva búsqueda del conocimiento constituyen un ejemplo para futuras generaciones y para la investigación.
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