Síndrome de Gourmand
Lisa, de 27 años al momento de ser estudiada por los neurólogos, fue siempre una joven normal, sencilla de trato, muy estudiosa, que había terminado con honores la carrera de Arquitectura un par de años antes y que era muy poco inclinada a los convencionalismos y sofisticaciones en materia gastronómica. Comía con moderación alimentos saludables y de vez en cuando se permitía –era delgada natural– algún helado de fresas o una o dos cervezas el sábado en la noche.
Sin embargo, desde hacía aproximadamente un año el carácter y los hábitos de Lisa habían comenzado a cambiar, primero insidiosamente y, luego, de manera sorprendente. Rechazaba de plano la sabrosa pero simple comida casera que su mamá preparaba y que tanto le gustaba. Se volvió extremadamente exigente en sus hábitos alimentarios y comenzó a gastar cantidades ingentes de dinero, que su economía no se podía permitir, en restaurantes lujosos y en costosísimos alimentos y bebidas que compraba en tiendas gourmets o que ella misma preparaba varias veces al día.
Lo que sus allegados y compañeros de trabajo tomaron al principio por una broma o una curiosidad pasajera de Lisa se convirtió en serio motivo de preocupación cuando se dieron cuenta de que muchas de aquellas exquisitas comidas se arrojaban intactas a la basura y que la imperiosa necesidad de gastar dinero en lujos culinarios comenzaba a mellar seriamente la economía de la muchacha. Y lo peor de todo: ya la joven, siempre tan amable y simpática en su trato, no hablaba de otra cosa que no fuera de comida sofisticada y de supuestos modales al comer que leía en libros raros o que se inventaba. El estado ansioso e irascible y la incomunicación de Lisa se incrementaban día a día.
Fue en el momento en que la ansiedad comenzaba a deteriorar seriamente la salud de Lisa y de todos los que la rodeaban, que su madre y su novio decidieron pedir ayuda a su médico, quien, muy sabiamente, acudió a los neurólogos.
Lisa, para resumir la historia, era portadora de un relativamente pequeño tumor de baja malignidad en la parte derecha del lóbulo frontal que comprometía una porción pequeña de la zona límbica que se manifestaba clínicamente como un Síndrome de Gourmand, una rara entidad descrita por los profesores M. Regard y T. Landis en 1997.
El síndrome, que se presenta con los rasgos clínicos que hemos descrito en Lisa, paradójicamente no produce incremento en el apetito, lo que lleva al derroche de alimentos y después a la incoherencia entre las exigencias gastronómicas compulsivas del paciente y su verdadera, y pobre, forma de alimentarse. Otras lesiones cerebrales, como accidentes vasculares y traumatismos, pueden desencadenarlo, y de hecho el primer paciente diagnosticado fue un hombre de edad mediana con un ataque cerebral (stroke).
Algunos autores incluyen este síndrome entre los trastornos de la alimentación como la bulimia y la anorexia, pero esto es controversial.
Conocer el síndrome permite diagnosticar la etiología precozmente. El tratamiento es el de la causa que lo origina.
Regard, M; Landis, T. Gourmand syndrome; Eating passion associated with right anterior lesions. Neurology. (1997); 48;5: 1185-90: 10,1212.