SALUD MENTAL
Temporada de huracanes:
¿Qué debemos saber sobre su impacto psicológico, en especial en niños?
Algunas catástrofes naturales o desastres como los huracanes, los tornados o las inundaciones pueden ser experiencias aterradoras para los adultos, como también para los niños y jóvenes.
Cuando ocurre un desastre, hablamos de víctimas y sobrevivientes. Las víctimas o los sobrevivientes primarios son quienes se impactan directamente, quienes resultan heridos, o los que mueren o sufren la pérdida de un ser querido o de su propiedad. Además, hay víctimas secundarias, que son las que presentan reacciones significativas, aunque no hayan sido expuestas directamente al evento o no hayan sufrido la pérdida de un ser querido, como pueden ser quienes presencian el evento en los medios de comunicación.
Personas afectadas y formas de respuestas
Las siguientes personas requieren atención especial:
- Los niños;
- Los heridos;
- Las personas que han sufrido pérdidas;
- Las personas con enfermedad mental;
- Las personas con alguna incapacidad; y
- Los envejecientes.
Personas expuestas a estos eventos pueden presentar:
- Respuestas físicas;
- Respuestas cognoscitivas;
- Respuestas relacionadas al comportamiento;
- Respuestas espirituales; o
- Respuestas emocionales.
Entre las respuestas emocionales están:
- El luto;
- La irritabilidad;
- El sentirse sobrecargado; o
- La preocupación por el daño a sí mismo o a los demás.
Entre las respuestas que se pueden observar a través del comportamiento de las personas, tenemos:
- Insomnio;
- Hipervigilancia;
- Episodios de llanto; o
- Comportamiento con rituales.
Las respuestas relacionadas con los aspectos espirituales pueden incluir, entre otras:
- Crisis de fe;
- Coraje con la figura de Dios;
- Dirigir el coraje hacia figuras de autoridad; o
- Cuestionamientos sobre creencias religiosas (Por ejemplo: “¿Por qué Dios permite que suceda esto?”).
Hay respuestas o reacciones a estos eventos, clasificadas como consecuencias a largo plazo:
- Pesadillas;
- Pensamientos intrusitos;
- Afecto descontrolado;
- Pobres relaciones con los demás;
- Pobres relaciones en el trabajo o la escuela;
- Cambios en el apetito; entre otras.
Hay respuestas a los desastres (individuales o de la comunidad) que pueden ser consideradas como adaptativas, pero hay otras que no lo son. La naturaleza, la magnitud y la duración de estas respuestas son variables, pero es de esperarse algún efecto psicológico.
Las respuestas psicológicas que puede presentar la mayor parte de los expuestos a catástrofes son:
- Miedo, coraje o angustia.
La mayoría de las personas sobreviven los desastres sin presentar síntomas psicológicos significativos. Sin embargo, un grupo pequeño muestra cambios significativos en su comportamiento (ejemplo: dejar de usar aviones luego de un desastre aéreo). Otro grupo más pequeño puede llegar a desarrollar un trastorno psiquiátrico como son:
- PTSD (desorden de estrés postraumático);
- Depresión mayor;
- Tratamiento de uso de sustancias (puede empeorar un problema ya existente);
- Trastorno de pánico; o
- Fobias.
Se ha observado que quienes tienen problemas psiquiátricos previos al evento pueden ser más afectados. Los niños que hayan tenido algún problema antes del evento pueden experimentar un resurgimiento del problema, sea en forma inmediata o gradual. Asimismo, ciertas características o aspectos relacionados con el evento/desastre pueden aumentar la posibilidad de que las personas sufran más angustia psicológica. Entre estas figuran:
- No haber sido advertido sobre el evento;
- Haber resultado herido durante el evento;
- Haber perdido a un ser querido durante el evento; o
- Haber estado solo durante el evento.
¿Qué podemos hacer?
- Educar/explicar sobre las reacciones o respuestas que se consideran normales ante estas situaciones;
- Si los síntomas o respuestas persisten o interfieren con el funcionamiento usual de la persona (por ejemplo: hablar de suicidio, presentar sentimiento de culpa exagerado, abuso de sustancias, etc.), se debe buscar ayuda profesional.
¿Cómo ayudar a los niños y jóvenes?
- No reste importancia al evento, pues esto no elimina necesariamente las preocupaciones de los menores;
- Reconozca los elementos del desastre que les causan miedo, pero hágalo con sensibilidad y tomando en cuenta la etapa del desarrollo de los menores;
- Estimúlelos a que le hablen sobre lo que oyen o ven, y a que hagan preguntas al respecto;
- Si no sabe la respuesta, admítalo y busque ayuda;
- Supervise lo que ellos ven en los medios y redes sociales, y cómo se expresan los demás a su alrededor;
- Conteste las preguntas de acuerdo con el nivel del desarrollo y de entendimiento de cada menor;
- Reconozca que hay reacciones emocionales y físicas que son esperables en estas situaciones;
- Trate de que mantengan, como sea posible, la rutina, ya que la sensación de normalidad y de familiaridad con lo que ocurre a su alrededor es muy consoladora para ellos;
- Condúzcalos a identificar cosas alentadoras que ayudan a recobrar la rutina y el bienestar de todos, como familias que se reencuentran o personas que son modelo de ayuda a la comunidad;
- Estos eventos pueden volver a traer en el niño el miedo a la separación o pérdida de sus padres. Muchos presentan un comportamiento regresivo y pueden requerir de más paciencia y entendimiento;
- Es importante la forma como un niño percibe la reacción de sus padres, quienes debieran tratar de mostrarse con calma y de utilizar sus fortalezas para enfrentar la situación, lo que no significa negar su preocupaciones o miedos, sino mantener el control de sus emociones.
Las reacciones de los niños dependen de varios factores, entre los cuales están:
- La manera en que reaccionan sus padres;
- La destrucción o muerte que ven o son expuestos;
- Su edad al momento de ocurrir el evento; y
- Su temperamento y su manera de enfrentar los problemas.
Algunas reacciones que los niños pueden presentar ante este tipo de eventos son:
- Repetir el evento a través de sus juegos y/o tener pesadillas de monstruos, rescates o amenazas.
Hay otras reacciones o cambios sobre los que los padres deben estar alertas, ya que pueden llegar a requerir de la intervención de un profesional. Entre estos, tenemos:
- Negarse ir a la escuela y mostrar apego exagerado;
- Miedos persistentes relacionados con el evento;
- Problemas al dormir que persisten por más de varios días después del evento;
- Problemas de concentración y/o irritabilidad;
- Asustarse fácilmente;
- Quejarse de malestares físicos para los que no se encuentra causa orgánica;
- Aislamiento, tristeza, apatía; y
- Problemas de comportamiento no usuales.
Referencias
- Am Acad of Child/Adolescent Psychiatry. N.36 Facts for Families.
- Hollowey HC et. al.: JAMA (1997); 278(5): 425-427.
- DiGiovanni C Jr. Am J Psych (1999). 156(10): 1500-1505.
- Flynn BW, Norwood AE (2004); Psychiatry Annals, 34:8.
- Murphy S. (1998); J. Trauma Stress; 1:155-172.
- Goodman R. Guía para padres. NYU Child Study Center.