VIH: Una condición crónica y sus implicaciones
Según datos oficiales del Departamento de Salud, a fines de 2010 se reportaba un total de 42 584 casos de infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en Puerto Rico. De acuerdo con esto, se estima que en nuestra isla se contagian en promedio entre 2 a 4 personas diariamente.Desde el comienzo de la epidemia del VIH, en la década de 1980, el diagnóstico de esta infección equivalía al de una enfermedad mortal. Con las alternativas de tratamiento actuales, el VIH se ha convertido en una condición crónica manejable.
Sin embargo, para los pacientes, esta infección tiene implicaciones de impacto en diversos aspectos que se tratan a continuación:
Desórdenes metabólicos
Dislipidemia, resistencia a la insulina, diabetes y aumento en los índices inflamatorios se observan en pacientes VIH infectados durante la etapa de la terapia antirretroviral altamente activa. Las causas de estas condiciones anormales son complejas y multifactoriales. En primer lugar, pueden deberse al propio impacto del virus, que produce una condición inflamatoria; luego, están los efectos de los medicamentos. Así ocurre con los inhibidores de proteasa, que afectan el metabolismo de los lípidos, y los inhibidores de transcriptasa reversa, que impactan la función mitocondrial. También hay que considerar los cambios en la composición corporal, con pérdidas significativas de grasa subcutánea y el aumento en la adiposidad central.
Riesgos cardiovasculares
Los cambios sistémicos antes mencionados colocan a los pacientes infectados con VIH en un mayor riesgopara desarrollar enfermedades cardiovasculares. Aunque la morbilidad y la mortalidad han disminuido significativamente con la terapia antirretroviral, todavía preocupa a la comunidad tratante que este riesgo se convierta en un problema mayor, sobre todo en la población que envejece mientras maneja su condición.
Inflamación crónica
La presencia de inflamación crónica en pacientes VIH contribuye a la patogénesis de muchas otras condiciones médicas ubicadas en la cronicidad, incluyendo la enfermedad cardiovascular y cerebrovascular, diabetes, enfermedad renal crónica y cáncer. Estas mismas condiciones elevan la morbilidad y mortalidad de pacientes VIH positivos en terapia antirretroviral. Varios estudios sugieren que estas enfermedades ocurren con mayor frecuencia o presentan síntomas más temprano por la combinación de factores que incluyen la propia inflamación crónica, los cambios fenotípicos inmunológicos y la función que sugiere envejecimiento prematuro. Es por esta inflamación crónica que los pacientes VIH infectados y en terapia antirretroviral denotan un grado bajo de inflamación; en ellos, se observan valores anormales de proteína C reactiva, interleukina 6 (IL-6), fibrinógeno y dímero D.
Cáncer
Varios estudios sugieren que la infección de VIH está asociada a un aumento significativo en la probabilidad de desarrollar algunos tipos de cáncer no relacionados con el SIDA. Este riesgo es particularmente evidente para los cánceres que se creen causados por infecciones crónicas (ejemplos: cáncer anal, enfermedad de Hodgkin, cáncer de hígado), mientras que el riesgo de otros cánceres (pulmón, colorrectal, y melanoma) es solo un poco más elevado.
Envejecimiento
Los datos clínicos de múltiples estudios e investigaciones son consistentes al demostrar que las personas infectadas con VIH presentan un riesgo mayor de padecer distintas condiciones comúnmente asociadas con la edad avanzada. Este hecho ha llevado a presumir que el VIH, como tal, acelera el proceso de envejecimiento. Sin embargo, cada vez es mayor el conocimiento y los estudios relacionados con las implicaciones de la infección crónica del VIH que permiten enfrentar estos retos, tanto para el paciente como para sus proveedores de cuidado en salud.
Opinión
Con un tratamiento adecuado, el VIH es una condición crónica que puede tratarse. Sus implicaciones pueden reducirse de manera significativa si se refuerza el conocimiento, la prevención y, sobre todo, se obtiene un diagnóstico temprano de la condición. Por eso, es recomendable que toda persona entre los 13 y los 64 años de edad se realice una prueba rutinaria de detección del virus.
La información y el tratamiento adecuados, en el caso de un diagnóstico positivo, ayudarán a enfrentar las implicaciones del contagio de una manera más efectiva.