Torre de marfil

Villancicos:

Una terapia popular

Félix Fojo, MD

Félix Fojo, MD
Ex Profesor de la Cátedra de Cirugía
de la Universidad de La Habana

ffojo@homeorthopedics.com
felixfojo@gmail.com

La denominada depresión blanca, conocida también por Christmas Blues o “Síndrome de Navidad”, ese triste, nostálgico e indiferenciado estado pasajero que arropa a miles y miles de personas, sobre todo de la segunda y –aún más– de la tercera edad en el mundo cristiano durante el periodo navideño ha sido reflejada de diversas maneras en el mundo del arte.

Pero el arte –y aquí nos referimos a sus múltiples manifestaciones–, que puede constituir en sí mismo una pequeña parte desencadenante de esa forma de depresión, funciona también como una terapia paradójica, y en ocasiones de muy alta calidad, para ayudar a estas personas a sobreponerse y vencer la tristeza y la nostalgia, la saudade, como llaman los portugueses a esta condición.

Ahora nos toca referirnos a los villancicos, esa bellísima expresión musical tan propia de los pueblos occidentales, denominados, entre otros apelativos, nativity carol en el espacio anglosajón, pastorinhas en Brasil, laudes en Italia, “cantiques de Noël” en Francia y Weihnachtslieder en Alemania, solo por nombrar unos pocos ejemplos. El origen del villancico, palabra diminutiva que viene de “villano”, o sea, hombre del pueblo bajo (o de una pequeña aldea), se pierde en el tiempo. En la medieval Crónica de la población de Ávila, de 1255, ya se comenta acerca de los villancicos con más de un siglo de tradición. Incluso investigaciones recientes los encuentran en el siglo XI mozárabe. Pero no siempre los villancicos se refirieron a las celebraciones de Navidad; tuvieron su etapa profana y luego un largo periodo de temas religiosos, pero pronto, y por costumbre popular, pasaron a constituir una parte importante de las fiestas de la Natividad del Niño Jesús. Así, ¿quién no ha sentido el hálito de la Navidad escuchando “Noche de paz”, “White Christmas”, “El burrito sabanero”, “Jingle Bells”, “Adeste fidelis”, “El tamborilero”, “Ya vienen los Reyes”, “Campana sobre campana”, “Christmas tree” y tantos otros villancicos reconocidos mundialmente? El acervo de villancicos internacionales, y de Iberoamérica en especial, es enorme y de extraordinaria riqueza popular y calidad melódica. Por razones de espacio nos referiremos solo a una mínima parte del caudal de villancicos de Puerto Rico, donde este género musical se ha cultivado y se cultiva con una encomiable fidelidad y belleza. “Naranjas y limas / limas y limones / más vale la Virgen / que todas las flores”, villancico boricua de autor desconocido recogido por Francisco Vasallo y, luego, en un concienzudo estudio de estos temas, por el médico e historiador arecibeño Cayetano Coll y Toste, pasando por la colección de villancicos orales tomados de afrodescendientes de los siglos XVII y XVIII recopilados por las monjas del monasterio de San José en Trujillo Alto: “Acaso porque soy nego / el Niño se va asustá”, enriqueciéndose con los innumerables villancicos y aguinaldos escritos por los autores del siglo XIX Julián Andino, José Quintón, Jaime Pericás, entre varios otros.

La lista continúa, claro está, con los del siglo XX, como los escritos y musicalizados por Rafael Hernández, Pedro Ortiz Dávila, Benito de Jesús, Bobby Capó, Pedro Flores, Esteban Taranji, Claudio Ferrer, Pinín Maldonado, Rodríguez Burgos, Iván Nogueras, Luis Cerda, Vicente Carratini y muchos otros grandes de la música puertorriqueña, algunos de ellos de autores varios, como los de la importante Tuna de Cayey.

Hasta llegar, por supuesto, al mundialmente conocido “Feliz Navidad”, escrito en 1970 por el lareño José Monserrat Feliciano García, nuestro, y de todos los países, José Feliciano, el primer hispanoamericano que hizo el crossover completo al mundo musical anglosajón. Y se nos quedan centenares en el tintero.

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