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William Osler

(1849-1919): Pionero de la educación médica y de la medicina clínica moderna

William Osler fue reconocido como el médico clínico más respetado hacia fines del siglo XIX. Además de ser un médico extraordinario, se dedicó a la enseñanza de la Medicina poniendo énfasis en la importancia de observar y en el aprendizaje práctico al lado del paciente. Fue profesor en 4 universidades de 3 naciones. Su personalidad inspiraba a colegas, alumnos y pacientes; fue un excelente escritor y su gran influencia perdura a casi 100 años de su muerte.


Especial para Galenus

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Marco Villanueva-Meyer, MD

Sus inicios y orígenes

William Osler nació en un pequeño pueblo cerca de Toronto, Canadá. Era el octavo hijo de una familia de misioneros que emigraron de Inglaterra. Creció con una influencia de valores cristianos y humanistas. Al inicio consideró estudiar Teología, pero cambió a Medicina y fue a la Universidad McGill en Montreal. Pudo compensar las carencias académicas de esa época con su fascinación por el estudio y su sólida disciplina. Ya graduado, viajó a ampliar sus conocimientos a Londres, y luego a los principales centros médicos de esa época en Viena y Berlín, donde compartió con Rudolf Virchow.

Actividad docente

Cuando tenía 25 años fue invitado a ser docente en su alma máter. Desarrolló un interés especial en las autopsias que no solían hacer los profesores, pero que él valoraba mucho porque le permitían profundizar sus conocimientos y entender mejor las enfermedades junto a sus estudiantes. En McGill se volvió tan popular que cuando aceptó mudarse a Filadelfia, en 1884, los estudiantes lo despidieron escoltándolo en masa a la estación de tren.

En Filadelfia desarrolló una práctica privada, pero continuó compartiendo con sus estudiantes en las guardias y en la morgue, proyectando en ellos su entusiasmo. Supo llevar bien ciertas resistencias –debido a su juventud y por ser canadiense– de grupos académicos establecidos.

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En 1889 fue invitado como Profesor Fundador y Jefe de Medicina a la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, que se creó para desarrollar los nuevos conceptos en medicina integrando los valores científicos con la medicina práctica moderna. Al dejar Filadelfia, dio una conferencia histórica sobre la ecuanimidad; puso énfasis en que todo buen médico debe mostrarla tanto en situaciones favorables como adversas. Esta incluye calma, serenidad, transparencia y carisma, unidos a la energía, al valor, a la autoestima y a la determinación, tan necesarios en las situaciones de estrés diarias para así ayudar a los demás, proyectando optimismo y manteniendo buena comunicación, escuchando y también manejando la autocrítica.

Contribuyó al desarrollo y liderazgo de Johns Hopkins junto a los tan reconocidos Welch (patólogo), Halsted (cirujano) y Kelly (ginecólogo), a quienes –junto con Osler– se denominó «los cuatro grandes del Hospital Johns Hopkins».

Años después, en 1905 y siendo ya una figura internacional, fue invitado a la cátedra de Medicina Regius en Oxford (designado directamente por el Rey o la Reina), donde él estuvo activo hasta su muerte, en 1919.

Programa de estudios y residencia

Osler diseñó un currículo que integró la formación hospitalaria con los estudios médicos que sigue teniendo vigencia. Impuso la enseñanza junto a la cama del paciente, concepto que se había iniciado en Italia y que fue continuado en Holanda y Viena, donde Osler lo aprendió. Dijo alguna vez: «En la enseñanza médica el estudiante comienza con el enfermo, continúa con el enfermo y termina sus estudios con el enfermo; las conferencias son como herramientas y medios que conducen a ese fin. Se debe enseñar a observar y así las lecciones saldrán de los hechos mismos». Su concepto promovía visitas diarias en grupos pequeños para practicar el examen clínico. Así, los estudiantes en tercer año ya estaban haciendo historias clínicas y análisis.

Defendió la práctica de la autopsia, pues consideró que el examen post mortem es importante para reconocer los aciertos o las equivocaciones en el diagnóstico. Se dice que personalmente realizó cerca de 1000 autopsias.

El programa de residencia establecido por Osler contemplaba una estructura piramidal con muchos internos, menos residentes y un Jefe de residentes. Estableció la residencia a tiempo completo por la que los médicos pasaban de 6 a 7 años como residentes, viviendo prácticamente en el hospital y llevando una vida restringida, como de monasterio.

Intereses, obra escrita y bibliotecas

Sus contribuciones a la medicina incluyen estudios sobre la fiebre tifoidea, la malaria, la neumonía, la amebiasis, la tuberculosis, la litiasis renal (que él padeció), el asma, el cáncer gástrico y el lupus eritematoso diseminado, entre muchos otros. Puso énfasis en el cuidado y el buen trato al paciente.

En 1892 publicó su gran obra Principios y práctica de la medicina que sirvió a generaciones de estudiantes en todo el mundo. Fue traducida a varios idiomas, inclusive al chino. Osler escribió y revisó las 7 primeras ediciones, habiendo ya sobre 20 ediciones actualizadas. Publicó más de 1500 trabajos, entre artículos en revistas médicas, libros y monografías. En 1908 fundó y editó el Quarterly Journal of Medicine. También escribió su obra Ae-quanlmltas (1904), en la que recomienda a los estudiantes informarse siempre bien y leer varios libros, entre ellos la Biblia.

Osler era un apasionado por la historia de la Medicina. Desarrolló y escribió varios ensayos sobre historia de la medicina, considerándola como base esencial en la preparación y desarrollo de cualquier médico. Opinó que la obra más extraordinaria era el Canon de Avicena. Al morir, su biblioteca pasó a formar parte de la Biblioteca de Historia de la medicina de la Universidad McGill.

Controversia sobre la edad

Osler era famoso por su humor fino y por su gran afición a las bromas. Además de bromista, solía escribir notas periodísticas con pseudónimos.

En 1906 hizo una presentación de despedida de Johns Hopkins que denominó “El periodo fijo” en la que citó ideas controversiales sobre la edad y un concepto –de otro autor– por el cual los hombres se retiraban a los 67 años, tenían luego un año para ordenar sus asuntos y luego eran extinguidos con cloroformo. Mencionó que la etapa más intensa y productiva de la vida es entre los 25 y 40 años y que, a partir de allí, todo es cuesta abajo. La prensa popular tituló la noticia como “¡Osler recomienda cloroformo a los 60 años!”. Además, se refirió a la neumonía como la enfermedad amiga de los ancianos o una enfermedad “salvadora” pues podía permitir una muerte rápida y sin dolor. Por coincidencia, él falleció de neumonía.

Vida personal y familiar

Osler falleció en Oxford a los 70 años de edad. Su esposa Grace lo sobrevivió por 9 años y las cenizas de ambos están en la biblioteca de la Universidad McGill. Tuvieron dos hijos, uno murió de recién nacido y otro que fue herido mortalmente en la batalla de Ypres en la Primera Guerra Mundial cuando recién tenía 21 años.

Osler pidió que en su epitafio diga que enseñó a estudiantes de Medicina en las guardias, lo que consideró la asignación más útil e importante que recibió en vida.

Reconocimientos

En 1911 fue nombrado Sir por la corona británica, gracias a sus contribuciones a la medicina.

Uno de sus principales discípulos, Harvey Cushing, escribió una biografía exaltando la figura de Osler, la cual recibió el Premio Pulitzer en 1926. Otra biografía sobre él, algo más centrada y mostrando sus facetas humanas –virtudes y defectos– fue escrita por Michael Bliss en 1999.

A los 50 años de su fallecimiento, en 1969, el gobierno de Canadá lo honró con una estampilla.

Llevan su nombre varios edificios: un Hospital de Johns Hopkins, escuelas y calles en Canadá, casas de estudiantes en varios lugares del mundo y la Biblioteca de Historia de la Medicina en la Universidad McGill en Montreal, entre otros.

Epónimos

Distintas enfermedades y síntomas llevan el nombre de Osler, entre las que destacan:

  • ­Signo de Osler: falsa lectura de hipertensión arterial debida a arterioesclerosis;
  • Enfermedad de Rendu-Osler-Weber o telangiectasia hemorrágica hereditaria: síndrome con múltiples malformaciones vasculares en la piel, en la mucosa nasal y oral, y también con formación de fistulas pulmonares;
  • ­Filaria de Osler: un parásito nematodo;
  • ­Síndrome de Osler: cólicos que irradian a la espalda por litiasis en la ampolla de Vater;
  • Enfermedad de Vaquez-Osler o policitemia vera: enfermedad mieloproliferativa maligna;
  • ­Nódulos de Osler subcutáneos, dolorosos secundarios a endocarditis; y
  • Triada de Osler: asociada a neumonía, endocarditis y meningitis.

Comentario

La obra de Osler destaca la enseñanza al lado del paciente, el nuevo currículo de educación médica incluyendo la investigación en los estudiantes, el reconocimiento de la historia y el humanismo, y el amor a la medicina interna.

William Osler tuvo una vida ejemplarmente provechosa, disfrutó intensamente de su trabajo como médico y, sobre todo, como maestro de futuras generaciones de médicos. No tuvo barreras en la vida, ni geográficas, ni sociales o culturales, y dejó un legado de valor universal.

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Referencias

  • Golden RL. An overview of a life. JAMA 1999; 282: 2252-8.
  • ­Dubb A. William Osler re-visited. Adler Mus Bull 1999; 25: 14-9.
  • ­Bryan CS. Osler. Inspirations from a great physician. New York: Editorial Oxford University Press; 1997.
  • ­Cushing H. The Life of Sir William Osler. New York: Editorial Oxford University Press; 1940.
  • ­Buzzi A. Historia del Tratado de Medicina Interna de William Osler. Medicina (B Aires) 2005; 65: 465-70.
  • Bean WB. Sir William Osler’s Aphorisms from his Bedside Teachings and Writings. New York: Editorial Achuman; 1950.
  • ­Johns Hopkins Medicine: The Four Founding Professors. Hopkinsmedicine.org. Retrieved on May 30, 2014.
  • Joseph Hanaway, ‘(1996). ‘McGill Medicine: The First Half Century, 1829–1885. McGill-Queen’s Press. p. 179
  • «Honours to Medical Men: Coronation Honours». Lancet. 178 (4609): 1874. 1911.